‘Los 100’ era el último cartucho del canal CW para esta temporada y les salió bien el tiro. La vendieron como una especie de ‘El señor de las moscas’, descubrimos después que también bebía de ‘Perdidos’ y encima tenía una galería fructífera de adolescentes abofeteables. Con este cóctel, ¿quién iba a pensar que sería una obra de ciencia ficción resultona?
La serie sobre estos menores de edad que eran enviados en una misión suicida a la Tierra, 97 años después de una guerra nuclear que la dejó inhabitable, se reservó alguna sorpresa. Debía tratar la convivencia de estos chicos en un planeta hostil y tomó un camino distinto ya de buen comienzo. Se centraba en sus penurias y problemas de liderazgo pero su mayor amenaza no eran los gases tóxicos y los animales mutantes sino los ‘grounders’, los humanos que sobrevivieron en el planeta.
En este aspecto, ‘The 100’ ha sido una serie hija de su tiempo. No estamos en los noventa, donde los responsables podían alargar cualquier trama hasta el infinito porque el espectador era paciente, sino que entendieron las nuevas reglas. Debe haber avances en todos los episodios y cada semana se trataba la convivencia de los chicos, se destapaba algún misterio del bosque, se abordaban las tensiones sexuales y/o románticas, y los adultos en el espacio seguían con su guerra de poder y decisiones imposibles.
Sin prisa pero sin pausa
Ni tan siquiera la existencia de retos u obstáculos de la semana impidió que se notase esta evolución de las tramas. No se convirtió en una especie de ‘Under the Dome’, que tenía un high-concept pero estropeó la intriga con sus perezosos imprevistos semanales bajo la cúpula, en la serie teen consiguieron aportar algo más. Tenía ritmo, hasta les funcionaba lo de dividir las tramas entre la estación espacial y la tierra, y Clarke y su madre son unas protagonistas correctas. No son originales pero pueden entenderse sus desconfianzas, motivaciones y decisiones.
De la misma forma, hay que mencionar de forma especial el asesinato de Wells. Es una maniobra muy habitual que una serie que explora riesgos y amenazas decida matar un supuesto protagonista en los primeros episodios, para comunicar básicamente al espectador que esto va en serio, pero buscaron una excusa bastante más retorcida. Demostró que, si bien ‘The 100’ es bastante previsible, se reserva un margen para sorprender al espectador (el regreso psicópata de Murphy es otro ejemplo).
Esto no significa que todo sean virtudes. ‘The 100’ es una ficción humilde en su presupuesto y en su puesta en escena, y ambiciosa a nivel conceptual. Esto provoca que tenga ideas y dinámicas muy interesantes (el liderazgo compartido de Clarke y Bellamy es todo un acierto a medida que avanzan los episodios) y también una ejecución que muy a menudo no está a la altura.A nivel de personajes, muchos secundarios se perciben como herramientas de la historia y Marcus Kane cambió el rumbo sin mucha explicación. Los guionistas debían ver que no funcionaba como malo de la estación y le introdujeron unas dudas morales con las que ganó, pero los razonamientos brillaron por su ausencia. Y la ambientación y la realización terrícola dejan bastante que desear, siendo como máximo funcionales y con unos efectos visuales y una fotografía bastante cutres.
Conocer las limitaciones
Pero, conscientes de ello, ‘Los 100’ abrazó su condición de producto de serie B que le dio bastante encanto. Conoce sus limitaciones y no permite que sean bozales para los integrantes de la sala de guionistas. Esto le da cierto encanto sobre todo porque, pese a lo funcional de los guiones, los protagonistas tienen los suficientes matices para que invirtamos en ese mundo apocalíptico. Fue un alivio que la tensión de Clarke y Finn se resolviese pronto y con una óptica bastante madura: demostró que podía evitar estancarse en el culebrón teen de manual.
Y, con respecto al final, poco que decir. Están en el punto exacto que podíamos imaginar al comenzar la temporada, con los adultos llegando a la Tierra, pero se reservaron algún movimiento inesperado. Las distintas facciones de los ‘grounders’ y las normas que siguen pueden dar bastante juego, demuestran que hay vida más allá de la premisa, y ese giro final ni tan siquiera quiero discutirlo. ¿Podía ser más ‘Perdidos’? ¿Habrá vida inteligente en el planeta aparte de esos brutos guerreros?Pero la mayor duda probablemente será descubrir si pueden afianzar otro gobierno en Tierra firme, teniendo en cuenta que utilizaron de conejillos de indias a sus propios hijos y que estos probablemente no estarán tan receptivos. Ni ellos, ni los terrícolas que les observan como una amenaza, como si fueran los refuerzos para combatirles.
En ¡Vaya Tele! | Ocho muertos (y más) que sirvieron para poner al espectador en su sitio
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