No os quiero asustar pero hace 14 años que se emitió este uno de los mejores dramas televisivos de la historia. Es una de las más apoteósicas radiografías de guerra que se han hecho jamás y su influencia sigue estando presente en las producciones históricas de hoy en día. La perspectiva que da el tiempo es peligrosa, ya que el paso de los años puede hacer estragos en algunos títulos; no dudaba que esto no ocurriría con ‘Hermanos de Sangre’, pero recientemente la he vuelto a disfrutar y de paso la he confirmado como una de las eternas grandes.
Steven Spielberg y Tom Hanks se adentraron en este proyecto para HBO después de colaborar juntos en 1998 en ‘Salvad al Soldado Ryan’. Después han seguido demostrando ese interés por el conflicto que reflejan en ‘Band of Brothers’ con otros tantos documentales y ficciones. Spielberg produjo aquel dúo de películas de Clint Easwood en 2006 y dedicó algunos de sus primeros trabajos de jovenzuelo a historias inspiradas por anécdotas de guerra de su padre.
Hace un par de años HBO anunció que estaba preparando la tercera miniserie de esta pareja; se llamaría ‘Masters of the Air’ y se centraría en los combates aéreos de la IIGM a través de los ojos de la Eighth Air Force. A pesar de que hace unas semanas se reavivaron las noticias sobre este proyecto con rumores de un posible rodaje en Inglaterra, no se sabe mucho al respecto.
Pero volvamos a la Easy Company. Tomando las experiencias expuestas en el homónimo libro de Stephen E. Ambrose, ‘Hermanos de Sangre’ seguía el paso por la II Guerra Mundial de una compañía de paracaidistas de la división aerotransportada del ejército de los Estados Unidos. El despliegue presupuestario la convirtió en la miniserie más cara hasta el momento, con un gasto total aproximado de 140 millones de dólares, cifra que después superaría ‘The Pacific’ nueve años después.
La riqueza de visiones
Como toda ficción, ‘Hermanos de Sangre’ no estaba exenta de licencias históricas y dramatizaciones, pero lo compensaba con dos grandes virtudes. Una es la visión rica y variada que ofrece de la guerra y sus diferentes aspectos. La instrucción, la camaradería, el papel de los altos mandos, el miedo, la asistencia sanitaria, los prisioneros de guerra, las motivaciones del soldado, etc. Cada episodio estaba centrado en un sentimiento, un valor o una tarea inherente a un conflicto bélico. Digamos que La Guerra es el personaje principal y los vínculos que se crean en tiempos difíciles y lo que implica ser parte de algo más grande que los individuos son los personajes secundarios.
Esa es la característica que más la separa de ‘The Pacific’, cuyo relato se centra principalmente en tres personajes, a través de los cuales dibuja el conflicto. Se me antoja una decisión inteligente por parte de sus artífices, ya que esta visión más personal ayudaba a diferenciarse y no se quedase en un ‘Band of Brothers 2’. Volviendo a los paracaidistas, esa radiografía rica y variada se apuntalaba con un elenco muy solvente que, lejos de apoyarse en caras reconocibles, apostó por el talento y por un abanico de carismas variado e identificable. Con el tiempo, su reparto ha acabado convirtiéndose en cantera con nombres ahora distinguibles como Damian Lewis, Simon Pegg, Michael Fassbender, James McAvoy o Tom Hardy.
La otra gran virtud eran esos minutos iniciales dedicados a dar voz a algunos de los veteranos que formaron parte de la verdadera Easy Company, testimonios que complementaban el tono realista de la serie y que ayudaban a anclar las imágenes -las tragedias, las crueldades y las injusticias- a la realidad. Quizá yo sea algo más aprensiva de lo normal, pero las lágrimas han recorrido mi rostro con mucha frecuencia en ambos visionados, y no puedo evitar pensar que gran parte de la culpa la tenía el valor de los relatos en primera persona de esos veteranos.
Factura, ritmo, crudeza
Por supuesto, ‘Band of Brothers’ es mucho más que eso. El nivel de producción del conjunto sigue siendo extraordinario casi quince años después de su emisión; un despliegue titánico de detalles, extras, planos generales que muestran una guerra, barro, nieve, bosques y ciudades en ruinas. Tampoco escatimaba en crudeza, y aunque se podrían señalar momentos trágicos en cada episodio, es inevitable recordar ese devastador Why we fight?, ese episodio que concentra muchas de las reflexiones sobre el ser humano que ha ido exponiendo los ocho episodios anteriores, algo que se culmina con el final y la liberación de Berlín.
Quizá ‘Hermanos de Sangre’ no entra dentro de esa nostalgia televisiva que apela a la infancia o la adolescencia; a otros tiempos. Es otra especie de nostalgia, una que tiene más que ver con el inicio de la ficción sofisticada que tanto disfrutamos ahora. Antes de volver a ver los episodios de ‘Hermanos de Sangre’ me preguntaba si al terminar pensaría que estrenándose hoy sería el mismo éxito, si mantendría su vigencia. Teniendo en cuenta la cantidad de ficción (y de buena ficción) que se hace últimamente –y lo exigentes, meticulosos y curados de espanto que nos estamos volviendo como espectadores-, una no tan evidente respuesta afirmativa tendría mucho. Pero sí. Es innegable e indudable: arrasaría.
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