Desgarrador. Deshumanizado. Superfluo. Carante de sensibilidad o de moral. Así de negro pinta el futuro que nos dibuja Charlie Brooker en las tres nuevas fábulas historias con las que vuelve a ratificar la calidad de 'Black Mirror', sin duda, lo mejor que se ha hecho en televisión en años. Y de nuevo, el dedo apunta acusador a las nuevas tecnologías, las responsables de que la humanidad se zombifique y se olvide de los principios más básicos. Y aunque no son malas per se, lo cierto es que en las manos de una raza tan depredadora como el ser humano la tecnología (y muy especialmente en esta temporada las redes sociales), acaban convirtiéndose en armas de destrucción masiva. Brooker lo ha vuelto a hacer. Y aunque quizás ésta no sea la mejor de las seis historias que nos ha contado, el resultado final no cambia: impacto logrado. Y desde este punto, sólo queda espacio para la reflexión y, si no para el miedo, al menos para la inquietud.
Superar las expectativas
Cuando superar la calidad y la originalidad de la primera temporada era algo casi impensable, llega este crítico irreverente y nos vuelve a dar tres bofetadas antológicas. Tres llamadas de atención. Tres formas de advertirnos que vamos por mal camino. De manera que el capítulo acaba y uno se queda diez minutos sin mediar palabra, intentando digerir lo que acaba de ver. Porque nos sabemos parte de la narración. Porque la mayoría somos (en mayor o en menor medida) adictos a las redes sociales; espectadores insensibilizados a fuerza de recibir continuamente impactos visuales; ciudadanos desencantados en busca de una nueva realidad. Por eso nos gusta, nos fascina e incluso nos asusta 'Black Mirror', porque aunque hable en términos de distopía, sabemos que en cierto modo ya estamos viviendo algunas de esas consecuencias. Esas historias que Brooker despliega en la pantalla tienen mucho que ver con la realidad presente. Es ahora cuando convivimos con el gérmen de esos posibles futuros.

En 'The Waldo Moment' el impacto visual y el drama de los anteriores capítulos deja paso a una narración más relajada. En esta tercera historia, los políticos se convierten en el objeto de burla de un programa de televisión que se sirve de un osito azul de aspecto adorable pero de lengua viperina y soez para ridiculizarlos con chistes de pedos y "argumentos" similares. Pero la gente adora a Waldo. Waldo es más que un osito. Es la voz de una sociedad desencantada con la clase política. Por eso, cuando Waldo irrumpe en las elecciones para parlamentarios de distrito, persiguiendo y acosando al candidato conservador, la gente no sólo simpatiza con él, sino que acaban respetándole más que a sus representantes. Porque, como él mismo dice, no es real, pero es mucho más real que los políticos. Detrás de esta animación se esconde un ser humano, un humorista que carga con sus propios dramas y que acabará consumido por el propio personaje.
¿Por qué Waldo?
'The Waldo Moment' representa y unifica todos los ideales que han ido forjándose en el mundo con los movimientos civiles, sino en sus formas (claramente) sí en el contenido. Brooker nos presenta una sociedad que no difiere tanto de la nuestra, en la que la gente ya no cree en nada. La gente está tan decepcionada y tan desilusionada que acaba creyendo que un dibujo animado puede llegar a representarles, porque al menos es sincero. Y aunque no presenta ninguna propuesta ni tiene ninguna postura política, para los ciudadanos de esta sociedad es una alternativa real a los partidos políticos. No es casual que el capítulo comience con la noticia de un parlamentario obligado a dimitir tras publicarse en su cuenta de Twitter algunas fotos comprometidas. Brooker ha querido con ello dibujar una clase política corrompida que necesita una regeneración urgente. Y es ese contexto el que parece justificar el descrédito y el hastío de los ciudadanos.

No podía faltar el directivo de televisión que sólo piensa en la audiencia, sin respetar reglas o valores y que acaba convirtiendo a Waldo en candidato real por un escaño en el Parlamento, con una extraña teoría sobre lo que debería ser la democracia: básicamente, un mundo dirigido desde Internet donde las decisiones se basan en la cantidad de likes que obtenga una propuesta legislativa. Los ciudadanos y admiradores de Waldo le siguen el juego, mientras que las redes sociales hacen el resto, difundiendo y potenciando el mensaje, creando grupos de apoyo, influenciando a los políticos con tweets y comentarios. Sólo faltaba el misterioso hombre de "la agencia" con la más estrafalaria de las propuestas: ¿Por qué no hacer de Waldo un líder mundial?

Brooker nos pone los pelos de punta una vez más cuando, entre los créditos, se empieza a dibujar ese negro futuro, esa distopía a la que supuestamente nos encaminamos. Mientras el humorista que ponía voz a Waldo y que abandonó el proyecto cuando empezó a convertirse en una locura vive en la calle, como un vagabundo, su personaje se ha convertido en una especie de Gran Hermano, presente en cada aspecto de la vida y en todos los rincones del mundo, un mundo en el que un cuerpo de policía casi paramilitar mantiene el órden. Un toque Orwelliano para darnos una última advertencia. No debemos desestimar el poder de las redes sociales ni dejar que ellas nos gobiernen porque podríamos acabar inmersos en un desastre similar. ¿Podríamos? Lo que no podemos negar es que las redes sociales ya son poderosas: marcan la agenda temática de los medios, encumbran a un personaje al tiempo que pueden hundir a otro en la miseria. Pueden llegar a movilizar a toda una sociedad. ¿Haremos siempre, pues, un buen uso de ellas? ¿Sabremos controlar su potencial sin dejar que ellas nos controlen a nosotros? ¿Acabaremos viviendo una involución de la democracia?
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mackey
A nivel de impacto, es el que menos me ha entusiasmado de los 3 capítulos de esta tanda, probablemente porque es la menos distópica, aunque en fondo, creo que es el que más atinado está a la hora hacer una clara lectura de los tiempos que corren y correrán. Esta sátira de la clase política no es mas que el evidente reflejo de la sociedad actual, desencantada con sus líderes políticos, desconfiada con las personas que están en el poder, ávida de un cambio revolucionario en la forma de gestionar nuestros recursos socio-económicos y medioambientales, que estaría dispuesta a agarrarse a un clavo ardiendo. Todo va tan rápido actualmente, que ni siquiera nos paramos a pensar las cosas. La gente está cansada y, sinceramente, no sé qué es más peligroso, si está pantomima que llaman democracia o una democracia real basada en las redes sociales. Como decía el prota del capítulo, el video de youtube más valorado es un perro componiendo una canción a base de pedos. La clase política es una basura, pero no es mejor una sociedad interconectada y fácilmente influenciable compuesta por gente sin inquietudes intelectuales o formación académica. En definitiva, yo creo que Brooker piensa que la humanidad es una soberana mierda y que no tenemos solución.
pantxo
Me da la sensacion de que en parte es el capitulo que "menos gusta" porque es el que mejor nos refleja hoy por hoy, y a nadie le gusta verse en el espejo...
Vivimos rodeados tanto de chorizos y corruptos, como de revolucionarios y salvadores de tres al cuarto que proclaman su verdad absoluta en facebook y twitter...
uke26
Aunque como capitulo no ha acabado de funcionar, a mi me ha gustado la reflexión, y me parece la más probable de las 6 historias que llevamos, por lo menos la primera mitad del episodio.
Los politicos lo están haciendo tan mal y están demostrando tan poca capacidad para solucionarnos los problemas, que es su trabajo, que “nos” sentimos más cercanos a alguien que los critica y los etiqueta de inútiles, aunque no aporte ninguna solución.
A mi me parece un escenario bastante probable. Está el reciente caso italiano donde un cómico sin mucho programa es la 3ª fuerza. Lo que proponen en la serie es populismo siglo XXI, dar lo que quiere oir la gente pero empaquetado a lo 2.0, con internet, las apps, etc.
En nuestro pais me recuerda a otra cosa que pasó, aunque sea en otro ámbito, todo el tema de eurovision y chiquilicuatre. Empezó siendo una broma aislada dentro de un programa, como tuvo repercusión se presentaron en serio, y acabó saliendo elegido como representante. El esquema es parecido. Como la gente cree en el festival como plataforma musical y lo ve una pantomima, acaba votando por el de broma, como una critica al sistema, aunque eso tampoco solucione nada.
Los Fantasmas del Paraíso
Para mi The Waldo Moment va, como alguien ya dijo, del peligro del populismo, de dejarse seducir por discursos políticos vacíos que sólo critican indiscriminadamente a los políticos en general. Es, en cierta manera, una advertencia de que el. fascismo no esta tan lejos: en una época en que el descontento es generalizado es fácil acudir a alguien que se proclama ni de derechas ni de izquierdas y que echa pestes de los políticos en general, de cualquiera, sin distinciones, de la figura del político en sí, características típicas del discurso fascista.
Pablo Sanz
A título personal pienso que 'The Waldo Moment' puede que haya gustado menos que el resto por el simple hecho de que esa realidad alternativa o futurista a la que estamos acostumbrados no se presenta por ningún lado (salvo en los títulos finales, algo minoritario para el capítulo en sí) y es sólo Waldo la atracción principal. A mí mismo me ha parecido como que todo ese halo que suelen tener los episodios de 'Black Mirror' había desaparecido y el argumento era más llano que anteriormente.
Sin embargo, a medida que el episodio avanza y ves por dónde van los tiros, te hace reflexionar esa comparación con nuestra vida real, sobre todo por parte del rechazo del pueblo a los políticos y todo lo que representan. Quizás me pareció un poco exagerado el apoyo del pueblo a las guarradas o insultos que Waldo cometía en platos de televisión o actos públicos, puesto que pese a haber mucha gente que si podría encontrarlo gracioso o apoyarlo, la inmensa mayoría a día de hoy yo diría que optaría por omitirlo. Sí, Waldo no es un personaje político, pero si quizás se hubiese acercado a los debates de otra manera sin ser tan basto, hubiese creado más duda o miedo respecto a que una situación similar se plantease a día de hoy. Al fin y al cabo, es lo que 'Black Mirror' siempre nos intenta transmitir.
Alter
Está claro que la serie invita a la reflexión.
Waldo ya existe, pero no son ni humoristas ni dibujos animados, son los que gobiernan ahora mismo. Si no explíquenme por qué votó la gente a Rajoy y qué está haciendo ahora. El "y tú más" es la regla general de la política actual. No se dedican a otra cosa, y hacen cualquier cosa para llegar al gobierno. Soluciones todos tienen cuando están en la oposición. Rajoy decía que más IVA=menos consumo=más paro. Que no van a tocar la sanidad ni la educación. Llegan al gobierno, suben el IVA y quieren privatizar hasta a nuestras madres. En definitiva, lo que les importaba era mandar el mensaje que les interesaba para llegar al poder y una vez ahí hacer lo que les de la gana. Rubalcaba igual, quiere hacer ahora lo que no hizo cuando gobernaban. Pero si gobernara ahora mismo haría absolutamente lo mismo. Es decir, lo mismo que hace Waldo. Desviar la atención, mandar mensajes populistas y una vez gobiernen hacer sus chanchullos. Tenemos un ministro de economía cuyo partido está envuelto en un escándalo de corrupción, de pagos en negro y enriquecimientos evidentemente indebidos, y sale el otro día diciendo que hay actores que no cotizan en España. Montoro es Waldo.
Las redes sociales dan más poder de información a la gente. Eso ni es malo ahora ni lo será nunca. Para los políticos corruptos y mentirosos sí que son una mala noticia. Hoy día los impostores quedan más retratados que nunca y no dependemos de que cierto medio de comunicación nos quiera contar su historia.
El problema no es que pueda aparecer Waldo, el problema es que la política ha evolucionado en corruptos con mensajes interesados que hacen lo que sea para llegar al poder y una vez ahí hacer lo que les da la gana. La única diferencia con Waldo es que no son azules ni tienen una fachada macarra como el muñeco.
jaxiel
Si tuviera que de cir al go de ste capitulo es que asusta de mala manera, pero asusta por lo real y cercano que esta lo que nos cuenta
burbujitas
Aunque este episodio sea menos impactante que los anteriores también me dio un mazazo en cierto momento: la candidata laborista era la única posibilidad de arrebatarle el poder al conservador, pero cuando Waldo se mete por medio esa posibilidad desaparece. De ahí el interés de la "Agencia" en introducirlo en Sudamérica: podrían colocar en los gobiernos a quien quisieran con más facilidad que en décadas anteriores...
Uff, no sé si estoy divagando pero sí sé que esta temporada me ha gustado más que la anterior. Y parecía difícil...
SerieManiaco
Black Mirror lo ha vuelto hacer, dejarnos con la boca abierta mientras nos invita a reflexionar sobre un apocalipsis tecnológico globalizador, que empieza a dar golpes en la puerta. Una serie imprescindible!!
Aunque de toda la serie me quedo con el episodio 1x01, para mí el mejor de todos.
Saludos
chapusongs
El capítulo me pareció que tuvo muchas similitudes con el 1x02, el de los 500.000 créditos. Más allá de que el planteo es otro, la conclusión termina siendo la misma, como cuando nace algo que desafía al sistema el propio sistema termina comiéndoselo y convirtiéndolo en un arma propia (pasaba con el protagonista del 1x02, que pasa a tener su propio programa de crítica que la gente paga créditos para ver, y pasa aquí usando a Waldo para sus propios propósitos, afianzando el orden reinante mientras usan su figura para despertar el interés por algo supuestamente distinto).