'Noche en la Ciudad', un grandioso Jules Dassin

'Noche en la Ciudad', un grandioso Jules Dassin
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Jules Dassin fue uno de esos directores que se tuvieron que marchar de los Estados Unidos debido a la famosa Caza de Brujas del senador McCarthy. Denunciado, como otros muchos, por sus propios compañeros, se refugió en Europa, donde curiosamente rodó sus mejores películas (si es que no hay mal que por bien no venga). La primera de ellas fue esta 'Noche en la Ciudad', rodada en Londres, y producida por la Fox, con Richard Widmark, y uno de los amores de mi vida cinéfila, Gene Tierney. En 1992 se realizó un remake del mismo, con Robert De Niro y Jessica Lange, que no estaba mal, pero que era muchísimo más blando. Y es que la película de Dassin es una de las más desesperanzadoras de cuantas se hayan filmado.

Harry Fabian e un "vividor" londinense relacionado con la peor calaña que exista. Sus aires de grandeza le llevan a estar todo el día soñando sobre el negocio perfecto con el cual ganar montones de dinero, y ser alguien en la vida. Endeudado con todo el mundo, hay muy pocos que confíen en él, salvo su novia, que lo ama a toda costa. Un día, Fabian ve la oportunidad de su vida al conocer a un importante luchador de lucha greco-romana. Intentará convertirse en promotor de lucha libre, y tratará de organizar combates únicos. Pero esta vida es muy perra, y se mueve con un capricho difícil de controlar.

Había visto esta película hace años, y sólo recordaba que me había gustado, más algunas escenas en concreto, pero nada más. Ahora, que he podido disfrutarla por segunda vez gracias al maravilloso mundo del dvd, ha sido un verdadero placer comprobar que estamos ante una de las grandes del cine negro, ante una de las grandes de Dassin, ante una de las grandes. Un film, que además te deja un sabor de boca realmente amargo, por su dureza.

Dassin, ayudado por un guión ejemplar, una fotografía única, y una interpretaciones de primer nivel, narra una historia de un perdedor, que lo único que puede hacer en la vida para llegar a ser alguien es soñar. Las ilusiones que tiene es lo más cerca que estará del éxito. El film avanza con una inquietante atmósfera donde se respira todo ese aire de falsas esperanzas, de traiciones, y en la que la noche juega un papel importante. La noche es oscura, como el futuro del protagonista, mientras que el día, sólo presente en el final de la película, es algo que parece no llegar nunca, algo anhelado, su luz, su claridad, su limpieza. Junto a la noche, la ciudad, que alcanza otra dimensión en medio de las sombras nocturnas, abre sus más profundos recovecos y escondites, para que cierto tipo de personas se muevan, escondidas, como si nunca existieran. Una ciudad que Dassin retrata maravillosamente, sobre todo sus barrios bajos. El film fue rodado en escenarios naturales, por lo que el realismo en ese aspecto, es extraordinario.

Los actores que desfilan por todo este universon de oscuridad y maldad, son sencillamente magníficos. Para empezar, la estrella de la función, y sobre la que Dassin basa su película, Richard Widmark. Sólo él es capaz de interpretar este papel, un perdedor si un sólo rasgo de honestidad, engañando a todo el mundo, y capaz de las bajezas más rastreras a las que puede llegar el ser humano. Sus expresiones son antológicas, su cínica e hipócrita risa, inolvidable y única. El espectador es capaz de amarlo y odiarlo al mismo tiempo, de querer que lo maten, y de compadecerse de él.

A su la do, toda una galería de personajes maravillosamente dibujados, salvo quizá el de Gene Tierney, para mi profunda decepción. Sería el único punto flojo del film. Su personaje, aunque importante en la película, sale muy poco, está minímamente dibujado, poco desarrollado, y da la sensación de que sólo es el típico personaje femenino, comparsa del masculino, sin otra función más.

Pero para compensarlo con creces, ahí están un Herbert Lom casi irreconocible, en el papel de un manager de la lucha libre, con negocios sucios y capaz de todo. Francis L. Sullivan, en el papel más interesante de los secundarios, y el que probablemente tiene las mejores frases, el dueño de un club locamente enamorado de una mujer que lo usa para fines propios. Papel a cargo de Googie Whiters, espléndida como pérfida mujer especialista en engañar a los hombres.

Personajes, todos ellos, al servicio de Dassin y su cámara más una historia de las que no se olvidan. Decir que la película tiene una escena de lucha libre en un ring, de una dureza pocas veces vista en un pantalla, y eso que habalmos de 1950, año en el que se rodó el film. La escena es impresionante, no sólo por lo que se ve, si no por lo que representa, tanto para los que la protagonizan, como para los que la presencian.

Una película magistral que os recomiendo fervientemente. Dassin tardaría cinco años en rodar su siguiente film, y sería el impresionante 'Rififí'.

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