En esta isla, y más al borde de la final, cualquier cosa vale con tal de llamar la atención. O eso ha debido pensar Jonan Wiergo, que pidió que los concursantes le nominaran y el público le echara en 'Supervivientes' porque, aún a las puertas de las últimas semanas, ya no aguantaba más en la palapa. Obviamente, y para sorpresa de nadie, anunció que aguantaría. Es más de lo que pueden decir dos personas tras la gala 13, una por motivos médicos y otra por expulsión. Pero, claro, tiene truco.
A la calle. O no.
Está claro que ya no saben cómo alargar 'Supervivientes', lo único que está funcionando realmente en Mediaset en los últimos años (ayer se embolsó un 17,9% de share superando en 6,9% a Antena 3). ¿Meter concursantes nuevos? ¿Anunciar que hay semanas inmunes? Mejor: que las expulsiones no sean reales del todo. En el programa de ayer, Raquel Arias se convirtió en la expulsada tras ser más votada que Artúr y Manuel, pero el programa tenía un as debajo de la manga.
Y es que Carlos Sobera, en una nueva ausencia de Jorge Javier Vázquez, le anunció que se convertiría en el concursante secreto. O sea, que va a vivir en la selva con un kit de camuflaje y debe hacer diferentes misiones sin ser vista por sus ex-compañeros. Si lo consigue, se enfrentará el jueves a un voto express con el siguiente expulsado. Dicho de otra manera: entre la semana que viene y esta puede que solo expulsen de verdad a una persona.
Por supuesto, Raquel ha dicho "¡A por todas!" sin tener en cuenta que va a tener que sobrevivir siete días con cinco latas y una esterilla, pero bueno, lo importante es estar motivado. Por cierto, los nominados que se pueden enfrentar a ella han sido Bosco, Asraf, Artúr y Adara. Curiosamente, Jonan, el que pedía ser expulsado, se ha librado de la nominación. El planazo le ha salido bien al final.
Número dos
El que no está viviendo nada parecido a un planazo en la isla es Manuel Cortés, que se ha pasado la semana en la enfermería cuidándose un problema intestinal y, tras volver y nominar, se ha tenido que ir otra vez. Eso sí, siguiendo en el concurso, en un sinsentido que solo se explica si tenemos en cuenta en la ecuación el factor "Telecinco necesita que nadie se vaya para acabar esto lo más tarde posible".
Fue Laura Madrueño la que le anunció al concursante, que iba y venía continuamente, que no estaba recuperado y necesitaba seguir viendo al equipo médico para dictaminar si tiene que irse o sigue en el concurso. Después de una semana fuera, está bastante claro lo que tendría que suceder, pero ya veremos si es así.
Por cierto, los que sí se echaron mierda entre ellos fueron, una vez más, Asraf y Adara, que después de ser los mejores amigos durante un montón de semanas, ahora parecen aborrecerse. Ella dice que el concursante ha cambiado de la noche a la mañana su relación y él que ha intentado solucionarlo pero ella no para de faltarle al respeto. Qué casualidad que esta demostración de fuerza pase justo cuando se entra en la fase final. Nada nuevo bajo el sol.
(In)cultura general
La prueba de líder de la semana, que acabó ganando Alma, no fue tan espectacular como la Noria Infernal pero personalmente es mi favorita: la de cultura general. A Adara le costó responder preguntas como "¿Cuántos lados tiene un hexágono?" y Bosco respondió "Pinocho" a la pregunta "¿Qué tipo de muñeco era Pinocho?", así que os podéis hacer una idea del nivel general. Nada que nos sorprenda.
La parte buena es que el drama de Ginés y su familia se ha visto muy aguado (por fin) y el concursante apenas ha tenido protagonismo, más allá de una aclaración de su hija sobre por qué fue su madre a Honduras: "Fue un acto de bondad y la vida nos está devolviendo cosas bonitas y buenas". Visto lo visto no lo tengo yo tan claro, pero bueno.
La semana que viene quedarán en la isla, manejando todas las posibilidades, de cinco a siete concursantes (ojo a los contratos que estarán haciendo para los currantes en Honduras) y veremos las tramas empezando a llegar a su fin. ¡Allí nos vemos, si el Pirata Morgan quiere!
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