Al hilo de ciertas polémicas, no son pocos los comentaristas que lanzan una crítica, casi siempre sin citar fuentes o nombres o evidencias, a la "izquierda rancia de este país". Dicho así, suena muy bien. Suena, de hecho, rimbombante y convincente. Nosotros, individuos libres, frente a ellos, siempre un colectivo de idiotas. Una de las tiernísimas mentiras del individualismo radical es la de ignorar que todo pensamiento nace de otros, de circunstancias, de interacciones. En pocas palabras: El pensamiento no es una cuestión personal, solitaria, sino más bien colectiva, aunque el diálogo no sea con los vivos y sea con los clásicos, muertos, uno necesita siempre a los demás.
Lo que sucede es que cuando uno acostumbra a indagar, a investigar y a trazar las líneas de lo que este tipo de comentarios esconden es mucho más jugoso que lo que pretenden decir. Por izquierda rancia de este país entienden, seguramente sin ironía alguna, críticos, no siempre posicionados en tal estela, que publican o fueron publicados por un diario progresista, monárquico y socialdemócrata que nació al calor de la democracia y de la transición política y que, hasta donde yo sé, no ha pedido jamás votos para ninguna formación ecosocialista radical, ha apoyado incluso golpes de estado en países ajenos y jamás ha defendido la necesidad de no replantear el estado de manera republicana en su organización.
Dicho de otro modo ¿saben realmente dónde está y dónde ha estado la izquierda? También en la crítica de cine. El marxismo ha sido, y seguirá siendo, una de las mejores fuentes de aprendizaje en cine y literatura. Si algo ha distinguido al marxismo teórico y académico es la disidencia, la crítica, la exigencia brutal y los debates serios en su seno, nada caracterizados por dogmatismos ni por pensamientos convencionales. Uno de los conflictos intelectuales más emocionantes es el que mantuvieron Terry Eagleton y Fredric Jameson al hilo de la definición de posmodernidad.
Ambos marxistas, discreparon y discrepan en un montón de asuntos clave. Jameson, por cierto, ha escrito uno de los mejores estudios que yo haya leído sobre la posmodernidad como expresión artística, y su análisis (brillantísimo) de 'Chinatown' (id, 1974) de Roman Polanski es de lectura obligatoria para todos aquellos interesados en lo que dice "la izquierda" sobre ciertos asuntos contemporáneos.
De origenes heterodoxos, y de un marxismo que mezcló con no poca influencia de los pensamientos de género queer, el crítico Robin Wood es otro nombre imprescindible para quienes entiendan la izquierda en un sentido contemporáneo, es decir, el de la superación de las representaciones normativas heterosexuales, que se comprometa con las demandas del feminismo y de los movimientos sociales LGBT. Wood tiene varios libros donde reivindica las películas que, precisamente, rompen con la norma, representan cosas hasta entonces ocultadas o silenciadas y ensanchan más el panorama de lo posible.
En los Estados Unidos, Jim Hoberman y Jonathan Rosenbaum, dos críticos claramente posicionados en la izquierda, han sido los mejores y más audaces defensores tanto del cine europeo como de las alternativas al cine mainstream, y se han ocupado, desde sus tribunas, en defender también una lectura política, que no es la misma que la ideológica, de las películas que mucho ha ayudado a favorecer el debate, las ideas y el pensamientos obre películas.
Entonces, repito, de nuevo, ¿de qué izquierda hablan exactamente? ¿Se refieren a textos trasnochados de críticos de cine cuya máxima preocupación política ha sido el lugar común y el columnismo oportunista? ¿Eso es la izquierda? ¿Pero es que acaso saben dónde se ha publicado discusión política de cine?
Aunque tuviera tribunas en el mencionado diario socialdemócrata, la izquierda tiene espacios de debate lo suficientemente variados como para no lanzar un juicio apresurado o simplificador de esa manera. Ante esta horda interminable, pesada y claramente desinformada de personajes ocupados en detectar "izquierda rancia" les recomendaría algo muy sencillo: la lectura y discusión de la misma. Con ejemplos. Detallada. A veces, es lo valiente lo que exige lo cortés.
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