La presencia más internacional en la Academia de Hollywood está permitiendo que se consoliden propuestas que no serían concebibles en unos Premios Oscars de hace una década o más. Muchos cineastas y películas europeas o asiáticas, pero también una serie de propuestas ancladas en la fantasía más liberada y en cierto modo arriesgada.
La victoria hace unos años de ‘La forma del agua’ ha supuesto también un punto de inflexión para una clase de propuestas más puramente de género, que eran ninguneadas a menos que se tratasen de auténticos fenómenos. De aquella ganadora a mejor película se pueden establecer algunas conexiones con una de las grandes triunfadoras de la noche del domingo: ‘Pobres criaturas’.
Criaturas perdidas en un mundo extraño
Ganadora de 4 premios de la Academia, tres resaltando sus despampanantes cualidades técnicas y uno celebrando el valiente esfuerzo actoral de su protagonista Emma Stone, la película de Yorgos Lanthimos es uno de los fenómenos de este inicio de año. Una increíble odisea de descubrimiento que ya se puede ver en streaming a través de Disney+.
En ella, el doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe) lleva a cabo su experimento más macabro, contraviniendo probablemente todas las leyes de Dios y del hombre: resucitar el cuerpo de una mujer, Bella Baxter, cuyo cerebro es el de un bebé pero se va desarrollando a ritmos alarmantes. Ansiosa por aprender y descubrir el mundo, Bella se dirige a una aventura alrededor de varios países junto al nada recomendable galán Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo).
Los viajes de Bella Baxter son un interesante reflejo de la búsqueda de mundo interior y conexión con el exterior de alguien que carecía de ambas, algo que la conecta con ‘Barbie’ que también persigue plasmar eso. La peculiaridad, aparte de diseños aún más fantasiosos donde los colaboradores del director se desatan creativamente, es cómo Lanthimos trata de plasmar ese autodescubrimiento a través del sexo, desde el fervor juvenil hasta el pragmatismo intelectual.
'Pobres criaturas', cine de descubrimiento a través del sexo
Es, sin duda, ambicioso, especialmente para definir a una protagonista que es de lo más arriesgado que el cine reciente nos ha entregado. Por fortuna, alguien como Stone se ha desprendido de cualquier tic de estrella para poder ir al límite interpretativamente, haciendo que aterrice este personaje que habría resultado imposible para una inmensa mayoría. Es de lo más loable en una película que, llegado a cierto punto, pierde interés al empeñarse en recalcar cosas que ha dejado evidentes.
Acaba pasando 10 minutos de más en cada parada del camino, con algunos momentos bochornosos (la mirada a los pobres en Alejandría, todo el personaje de Mark Ruffalo que resulta cargante y monótono), resultado menos ocurrente y graciosa en el proceso. Para toda la ambición que muestra en la superficie, termina cayendo en la liga de los esfuerzos menores de unos Guillermo Del Toro o Wes Anderson, fascinados en su fantásticas casas de muñecas hasta el punto donde se quedan sin cosas con las que rellenarla.
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