Reyes Abades Tejedor, gurú de los efectos especiales del cine español e indiscutible pieza clave en nuestra industria durante prácticamente las últimas cuatro décadas, ha fallecido a la edad de 68 años, dejando tras de sí una filmografía que supera el cuarto de millar de créditos, reconocida con un buen puñado de nominaciones y galardones sobradamente merecidos.
Nueve han sido concretamente los Goya con los que la Academia ha valorado la inmensa labor del pacense durante sus años en activo, siendo el primero de ellos el recibido por su trabajo en '¡Ay, Carmela!' en 1990. Esta misma noche, en la nueva ceremonia de los premios de la Academia Española, este artesano podría hacerse con un nuevo cabezón póstumo —juega con la ventaja de contar con dos candidatas nominadas— que pondría el broche de oro a su legado cinematográfico.
Dejando de un lado su enorme lista de honores —que incluye la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes concedida por el ministerio de Educación y Cultura—, queremos rendir nuestro pequeño y particular homenaje a Reyes Abades repasando algunos de sus mejores trabajos; desde sus colaboraciones con talentos internacionales como Paul Verhoeven o Ridley Scott a aplaudidas creaciones made in Spain para grandes como Alex de la Iglesia o Guillermo del Toro.
'Los señores del acero' (1985)
Reyes Abades recuerda este largometraje dirigido por Paul Verhoeven, en el que tuvo que sustituir a un coordinador de efectos al poco de iniciarse la producción, como uno de los dos más duros de su carrera —junto a otro que veremos más adelante—. Intenso como pocos tanto a nivel físico como psicológico —el director holandés no es que sea fácil de tratar—, los resultados de su labor en el rodaje brillan por sí solos: violencia medieval en estado puro.
'El dorado' (1988)
Este filme de Carlos Saura, además de ser la primera aproximación de Abades a la mítica ciudad de oro —gracias a la que ha recibido la última nominación al Goya de su carrera—, supuso el segundo rodaje recordado por el experto en efectos especiales como uno de los más exigentes de toda su filmografía. Una producción de lo más ambiciosa —por aquél entonces, la más cara del cine español— con un acabado visual espectacular.
'¡Ay, Carmela!' (1990)
Reyes Abades se alzó con su primer premio Goya en 1991, de nuevo de la mano de Carlos Saura, gracia a '¡Ay, Carmela!'. Un éxito rotundo que se llevó la nada desdeñable cantidad de 13 cabezones y que no hubiese sido lo mismo sin la buena mano de Abades para recrear los diversos escenarios de una España sumida en plena guerra civil.
'Beltenebros' (1991)
De un gran director de nuestra industria pasamos a una gran directora, la eterna Pilar Miró, cuyo largometraje en clave noir 'Beltenebros' contó con la inestimable labor de un Abades que, además de ganar con él su segundo Goya, firmó uno de sus trabajos más poderosos y magnéticos de su filmografía en cuanto a estética se refiere.
'1492: La conquista del paraíso' (1992)
Los escarceos internacionales de Reyes Abades le llevaron a codearse, como hemos visto, con directores de renombre como Paul Verhoeven o el mismísimo Ridley Scott, para quien ejerció de jefe de efectos especiales del equipo de rodaje de España en '1492: La conquista del paraíso'. Los resultados hablan por sí solos, y están a la altura de la eterna banda sonora de Vangelis compuesta para el filme.
'Días contados' (1994)
Otro largometraje con el sello de Abades que se llevó el reconocimiento de la Academia con un Goya a los mejores efectos especiales fue la notable 'Días contados', dirigida por Imanol Uribe. En ella no sólo se demostró que en nuestro país puede dirigirse un thriller con todas las de la ley —y tocando un tema tan sensible por aquél entonces como el terrorismo de ETA—, sino también que se podían rodar secuencias de acción de primera.
'El día de la bestia' (1995)
A título personal, 'El día de la bestia' conforma mi trabajo favorito de Abades para la gran pantalla. Obviamente, la titánica labor del departamento de efectos especiales fue condecorada con el Goya en la ceremonia del 95; y no es para menos, ya que, sin el bueno de Reyes y su equipo, Álex de la Iglesia no hubiese sido capaz de desatar del igual modo el mismísimo Apocalipsis por las calles de la capital.
'Buñuel y la mesa del rey Salomón' (2001)
El único Goya que consiguió llevarse a casa este hermosísimo largometraje de Carlos Saura fue el de mejores efectos especiales; un galardón más que justificado que fue a parar a manos de Abades por su aportación a la hora de recrear el hermoso mundo onírico y surrealista en el que se ambienta la aventura metacinematográfica de Buñuel, Dalí y Lorca.
'Guerreros' (2002)
Recuerdo, siendo aún un quinceañero, ir al cine por mi cuenta a ver este largometraje de Daniel Calparsoro ante la negativa de mis colegas a dedicar su tiempo a un largometraje español. La experiencia fue toda una revelación, descubriendo que se podía hacer cine bélico dentro de nuestras fronteras con un sentido del espectáculo atronador. No se llevó el Goya, pero sí una nominación totalmente merecida.
'El laberinto del fauno' (2006)
Reyes Abades ya había colaborado con Guillermo del Toro en 2001 en la fantástica 'El espinazo del diablo' como parte del equipo de efectos mecánicos. En 2006, el beturiense y el mexicano volvieron a unir fuerzas en esa maravilla titulada 'El laberinto del fauno' en la que Abades trabajó como coordinador de efectos para alzarse con el octavo cabezón de su carrera tras ayudar a crear una pieza mágica e irrepetible.
'Balada triste de trompeta' (2010)
El último Goya de Reyes Abades —a no ser que 'Oro' o 'Zona hostil' triunfen en la ceremonia de 2018— llegó junto a otra cinta de Álex de la Iglesia en la que, de nuevo, los efectos especiales fueron esenciales para dar forma a la peculiar y grotesca visión de los últimos años del franquismo diseñada por el cineasta vasco. Una auténtica salvajada con un poderío visual intachable.
'Blancanieves' (2012)
La última aportación cinematográfica de la lista —el cierre viene con sorpresa— es, posiblemente, el trabajo más especial de Reyes Abades como coordinador de efectos especiales. Esta delicia silente dirigida por Pablo Berger en un hermoso blanco y negro hace gala de un repertorio de efectos de alma clasicista que homenajean los inicios del cine como muy pocos largometrajes han conseguido. Brillante se mire por donde se mire.
El pebetero de Barcelona 92
Cerramos este homenaje al señor Abades con una aportación muy especial. Y es que este genio de los efectos no limitó su obra al celuloide; siendo uno de sus trabajos más espectaculares este eterno momento de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Semanas y semanas de ensayos, de flechas que se apagaban a medio vuelo y de una presión constante ante la llegada del evento que terminaron desembocando en un acontecimiento histórico.
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