En 1998 asistimos al espectáculo bélico de 'Salvar al Soldado Ryan', quizás una de las cintas del género más aclamadas de los últimos tiempos. Tres años después el dúo formado por Steven Spielberg y Tom Hanks firmaban la que es una de las mejores series de la historia: 'Hermanos de sangre' ('Band of Brothers'), que durante nueve semanas mantuvo a la audiencia de HBO cautiva con la historia de la Easy Company.
Podríamos decir que 'Hermanos de sangre' llegó en un momento muy complicado, peligroso pero paradójicamente oportuno. Su triunfante estreno en vísperas del 11-S (10 millones de espectadores ese 9 de septiembre) fue empañado por la tragedia de las Torres Gemelas. Razón por la cual la cadena de cable decidió cesar toda publicidad sobre la serie.
Pero, al igual que demostraría pocos meses después el estreno de '24' en FOX, en ese momento el país necesitaba una buena dosis de sentimiento patriótico. Si la sombra de las Torres es alargada, este retrato de fraternidad en tiempos oscuros, de guerra literal, y de las hazañas heroicas de un grupo de soldados, caló hondo en la población dando luz en tiempos oscuros.
Dosis de crudo realismo
Ayudaba también el que como productores (sus huellas son inconfundibles) Hanks y Spielberg decidiesen contar con los veteranos de la Easy Company para introducir los diferentes episodios de la ficción, contando en primera persona las dificultades, los sufrimientos y las alegrías en el día a día de la guerra. Desde su periodo en las barracas de formación hasta la liberación de campos de exterminio.
Este truco, por así llamarlo, daba una dosis mayor de realismo para que, si no lo habíamos hecho ya, conectar del todo con los diferentes miembros del batallón en una serie que sigue las líneas maestras del libro homónimo de Stephen E. Ambrose, publicado en 1992 y algo prolijo en estrategias militares.
En las pantallas contábamos con un gran elenco de rostros por entonces semidesconocidos en el que el villanesco David Schwimmer como Sobel era el más famoso: Damian Lewis asumía el papel del líder como Dick Winters, liderando, valga la redundancia, un reparto que componían Ron Livingston, Donnie Wahlberg, Kirk Acevedo, Eion Bailey, Michael Cudlitz y muchos, muchos más.
La protagonista es la guerra
Lo cual es complicado de ver al comienzo. Muchos rostros, todos uniformados y hay que reconocer que uno tarda un poco en situarse de primeras. Sin embargo, Hanks y Erik Hendersen logran dar un toque por aquí y por ahí para que no nos centremos tanto en un quién es quién (sus presentaciones son sutiles pero efectivas) y más en la formación de este grupo de hermanos de sangre y la certeza de que aquí, la protagonista, es la guerra.
Alejado de lo que pudiera parecer, con esa introducción tan inspirativa y de toque épico, en cada hora larga de episodio no había lugar para romanticismo. La guerra es cruda. El desembarco de Normandía, esas batallas, esos transportes, eran ruidosos y, en definitiva, todo es una mierda en la que solo se tienen los unos a los otros.
La serie es sobrecogedora. En todos los sentidos. Sabiendo muy bien jugar con su presupuesto (125 millones de dólares, que en la época era el más alto de la televisión) para arrojar un diseño de producción espléndido, clavando las batallas (pero sin abusar de ellas) con una dirección firme (Phil Alden Robinson, David Nutter...) que arroja ambición en su puesta en escena.
Una ambiciosa obra maestra
De hecho, me atrevería a decir que, aun hoy, todavía no se ha hecho nada igual. O, por lo menos, que destaque tanto a estos niveles de envergadura y de ambición cinematográfica. Si los comienzos de los dosmiles hubo cierta ruptura en las series con los acartonados códigos del lenguaje televisivo, en 'Hermanos de sangre' se fue mucho más allá abrazando al cine bélico.
Podemos echar un vistazo a cómo ha evolucionado el medio en todo estos años, con producciones absolutamente excelentes. Pero 'Hermanos de sangre' sigue siendo un fenómeno irrepetible e inigualable dos décadas después. Y eso que candidatas no han faltado de parte de la misma gente. Ahí está 'The Pacific', que no tuvo el mismo reconocimiento, quizás por querer concentrar el foco en un par de personajes.
En estos tiempos de consumos de series, donde a nuestro alcance tenemos una cantidad ingente de ficciones (más de quinientas al año solo en Estados Unidos), resulta curioso ponerse de nuevo a ver 'Hermanos de sangre' y disfrutar como el primer día.
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