El cineasta Steven Soderbergh ha tenido siempre como modelo, nada obvio a cinéfilos perezosos, a Jean-Luc Godard. Había algo íntimamente godardiano en su primera película, 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo' (Sex, lies & videotapes, 1989) y había algo obviamente godardiano en el divertimento llamado 'Ocean's Twelve' (id, 2004).
Pero no ha sido hasta recientemente que Soderbergh ha comenzado a usar técnicas propias del ensayista, como el comentario crítico o la apropiación. Hizo ya un montaje de 'En busca del arca perdida' (Raiders of the Lost Ark, 1981) y puso énfasis en la perfección de esta. Para ello decidió quitar el color y usar el blanco y negro, además de dejarla sin sonido y con un notorio cambio en la música - los sonidos electrónicos de Atticus Ross y Trent Reznor. También hubo publicado ejercicio no por obvio menos jugoso: comparar las versiones de Hitchock y Van Sant de Psicosis.
La faceta culta de Soderbergh no está limitada. En su web explora también un diario de películas, discos y libros que ha frecuentado durante el año.
Un ensayista en imágenes
Pero nada hacía pensar que el cineasta remontaría '2001: Una odisea en el espacio' (2001: A space odyssey, 1968) y que quitaría metraje de la misma. Es, como mínimo, una insolencia plantear una obra de Stanley Kubrick como un exceso.
Si en el caso de la película de Spielberg se proponía demostrar su perfección técnica y aislar su singular belleza, en el de la de Kubrick se propone abrir un espacio de discusión: ¿Puede 2001 ser tan sublime con una hora menos de metraje?
Soderbergh juega. En su página, al colgar la película, hace un gruñón comentario técnico acerca de los transfers de la película y de sus problemas con ellos.
Pero toca también evaluar el resultado. El gesto de Soderbergh y el comentario que hace a lo largo de la película es tremendamente perspicaz, pero finalmente inútil. Y de hecho, quizás sea esa la gran noticia. Para empezar, hay cambios: HAL es el centro de la película - una obviedad enfatizada - desde el minuto uno.
Al tocar un material, en principio, sagrado, Soderbergh da una magnífica clase de ensayo cinematográfico: es muy probable que los criterios que usamos para evaluar obras maestras estén equivocados, más aún, estén completamente equivocados.
Pero '2001' y su rara belleza dependen en gran medida de su experiencia completa: viendo la versión soderberghiana era incapaz de concebir la estética majestuosa de Kubrick entera y eso que había pasado el suficiente tiempo (tres años) sin revisitar la película original.
No es porque la película no exista en secuencias puntuales - ahí la provocación - es porque Soderbergh cree que puede existir más allá. Y es curioso que un cineasta, en teoría retirado, ejerza con esta bravura partiendo de materiales de su canon.
Y al fracasar, tenemos una estupenda lección cinematográfica.
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