Lo que me gustaría que la temporada 3 de 'El juego del Calamar' mantuviese y lo que preferiría que cambiase. ¡Netflix, ojo con estas 6 cosas!

Lo que me gustaría que la temporada 3 de 'El juego del Calamar' mantuviese y lo que preferiría que cambiase. ¡Netflix, ojo con estas 6 cosas!

¿Preparados para jugar una última vez? Bueno, hasta que a Netflix le apetezca hacer una franquicia internacional, claro

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Randy Meeks

Editor

Ya sabemos de manera oficial, por fin, cuándo veremos el estreno de la tercera y última entrega de las desventuras de Seong Gi-hun en 'El juego del calamar'. El 27 de junio es la fecha confirmada oficialmente para el estreno de la temporada 3 de la serie... A la espera de los distintos spin-offs que haga Netflix, que, si sabe lo que hace, la convertirá en franquicia más pronto que tarde.

Pero mientras esperamos a ver cómo culmina este festival de muertes y sangre, es el momento de pensar en qué es lo que realmente queremos ver y qué es lo que preferimos que quede al margen en esta tercera tanda de episodios.

Por supuesto, cada cual ve 'El juego del calamar' por un motivo distinto, así que es normal que no penséis igual que yo. No os preocupéis, no me voy a poner una careta con un triángulo y a armarme con una metralleta para tener una charla con vosotros. ¿O quizá...?

Ojo: Obviamente, hay spoilers gordos de la temporada 2 de 'El juego del calamar'
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Seguir con los juegos

Calamar

No reinventes la rueda si ya va perfecta. Aunque fuera más de lo mismo, los juegos de las dos anteriores temporadas han funcionado a la perfección, y no hay uno solo que haya sido decepcionante. Tanto en su idea como en el ritmo, la ejecución y el arte, 'El juego del calamar' sabe jugar perfectamente sus cartas para mostrarnos que cualquiera (bueno, casi: más sobre esto, más adelante) puede morir por cualquier motivo. Puede que la noria que da vueltas no sea tan icónica como recortar la galleta o que la maratón de cinco juegos infantiles no vaya a ser tan recordada como el puente que se rompía en la temporada 1, pero aún quedan dos pruebas más donde deberían dar el do de pecho. En el calamar confiamos.

Dar solución a los misterios

001

En la última temporada, Hwang Dong-hyuk, su showrunner, fue muy inteligente y, en vez de ofrecer continuamente juegos y continuar con las mismas dinámicas que la primera parte, introdujo todo tipo de tramas y misterios cocinados a fuego lento para mantener nuestro interés: ¿Por qué el jefe está concursando? ¿Qué pasa con la tiradora número 11? ¿Para qué necesitan los cuerpos vivos? ¿Dónde está la isla? La labor de la temporada 3 es no dejar ningún misterio en el aire, solucionarlos todos sin apresurarse en el final y que sea satisfactorio. No es tan fácil como parece, y puede caer fácilmente en dejar alguna resolución en el aire para una hipotética cuarta temporada que sería, definitivamente, el mayor error posible.

Incidir en las relaciones

Madre Hijo

Al igual que en la primera temporada, la serie ha conseguido crear personajes interesantes haciendo que sus muertes (o su supervivencia) nos sigan importando gracias a sus relaciones e interactuaciones cruzadas. Falta el factor sorpresa, claro, pero si nos ha importado lo que pasaba en la secuela es por el buen hacer a la hora de crear dicotomías morales, problemas familiares, amistades rotas y alguna que otra traición mínima. La labor de los episodios que faltan es hacer que crezcan aún más, comprendamos a los personajes que hasta ahora solo han sido un esbozo y nos emocionemos con sus muertes. Habrá que ver si siguen por el buen camino o se relajan al centrarse simplemente en la historia.

456

456

Va siendo hora de romper un melón: aunque no es lo que Netflix ni su creador quieren, hay un problema obvio que sobrevuela estos juegos: el único superviviente de la primera temporada, Seong Gi-hun. O sea, el número 456. Aunque la serie pretende que nos creamos la idea de "Puede morir cualquiera", todos sabemos que, en cualquier juego, él y su equipo siempre sobrevivirán, quitando tensión y provocando un poco de hastío en el espectador. Especialmente tras el último golpe, cuando podría haber sido asesinado causando un shock y abriendo una nueva historia: el guion le quiere tanto que le permite sobrevivir hasta el final. ¿Quieren que nos sorprendamos de verdad? Que permitan que Seong Gi-hun muera heroicamente antes del episodio final. Ese sí que sería un movimiento realmente atrevido.

La lucha contra el poder

Final

Puede que la primera temporada fuera mucho más sutil al mostrar la lucha de clases, pero la segunda tanda de episodios de 'El juego del calamar' ha conseguido romper con el tono habitual de la serie mostrando que, más allá de las muertes, puede haber volteretas narrativas inesperadas, y tanto los guardias como los ricachones que lo financian tendrán tienen que tomar nuevas medidas para evitar una nueva insurrección. Puede que el giro no haya sido perfecto en su elaboración final, pero sí ha conseguido renovar una trama que parecía que iba a seguir, sin mayores vaivenes, por los derroteros que ya conocíamos. La lucha directa entre guardias y jugadores, con el jugador 001 obligado a romper su coartada como topo y fingiendo su propia muerte, abre una nueva brecha en la que, ahora sí, puede pasar cualquier cosa. Solo hace falta saber hasta dónde están dispuestos a romper con todo.

Más decisiones morales

El juego del calamar

De momento, y más allá de la pareja entre madre e hijo (donde todo el problema moral consiste en separarles de una manera u otra y volverles a juntar), la segunda parte de 'El juego del calamar', a pesar de que podría plantear debates morales incisivas e interesantes con las decisiones de continuar o no con el juego, se está quedando en la superficie, en la lucha entre unos y otros. Los juegos se ganan o pierden, en gran parte, por la mera casualidad o el destino, perdiendo ese componente de imprevisibilidad, de puñalada por la espalda y de moralidad que debería explotarse más a medida que se acerquen al final, permitiendo que los personajes, a veces simples bocetos, acaben teniendo tridimensionalidad y altibajos reales.

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