El Snyderverso del Universo DC llegó a su fin cuando James Gunn y Peter Safran empezaron la construcción de su nuevo proyecto y hubo dos películas, 'The Flash' y 'Aquaman y el Reino Perdido', destinadas a ser los momentos finales de una era. Ahora 'The Flash' está logrando ser una de las películas más vistas de Netflix, colándose de momento en el top 5, y con el estreno de 'Deadpool y Wolverine' podemos ver ciertos paralelismos entre las dos.
Como el éxito de Marvel, la apuesta de Andy Muschietti celebra muchas de las películas y series de televisión de DC que le han precedido, algunas de las cuales fueron dirigidas por el propio Zack Snyder. Pero la película también abría la puerta para que ella misma y todas las propiedades del Snyderverso se queden atrás, tal y como DyL hace con las películas de Fox de los mutantes, con los que el MCU probablemente acabe.
La despedida de toda una etapa
En el tercer acto de 'The Flash', Barry Allen (Ezra Miller) ve cómo múltiples realidades diferentes comienzan a chocar entre sí. Un montaje revela que estas realidades son en realidad los mundos de las numerosas franquicias anteriores de DC de Warner Bros., incluyendo las películas de Superman dirigidas por Christopher Reeve, la serie de televisión de Batman de Adam West, e incluso la película de Superman protagonizada por Nicolas Cage que nunca se hizo.
En la escena final el Bruce Wayne de Ben Affleck ya no existe en su universo. En su lugar, se encuentra cara a cara con una versión de Bruce interpretada por George Clooney, estrella de 'Batman y Robin'. La ironía es que el mayor truco de nostalgia era el regreso de Michael Keaton al papel de Batman, que interpretó en las dos icónicas películas de Tim Burton de 1989 y 1992, imaginamos que el de Val Kilmer no apareció por su estado de salud.
Más tarde, en la escena post-créditos, Barry explica a un muy borracho Arthur Curry (Jason Momoa) que, a diferencia de sus variantes multiversales, cada versión alternativa de Bruce Wayne tiene un aspecto diferente de la otra. Esto hace que 'The Flash' fuera un vehículo para confirmar que todas las franquicias cinematográficas y televisivas pasadas de DC siguen existiendo por separado en el mismo multiverso.
Borrón y cuenta nueva
La jugada, además de servir como despedida y homenaje a tantas otras versiones diferentes de los mismos personajes, también permitía a Warner Bros. dar carpetazo al Snyderverso, un acto de fe de producción en el que Warner nos dijo que 'Blue Beetle' ya formaba parte de la nueva etapa de Gunn, lo que parecía más una apuesta por si aquella funcionaba bien en taquilla (no lo hizo) y podían incorporar al personaje en la nueva etapa.
Cuando Gunn y Safran reinicien el Universo DC con 'Superman' y los otros títulos que están desarrollando actualmente, el Snyderverso no habría sido simplemente borrado, sino que simplemente el universo habrá hecho la transición a una nueva realidad, que tiene pinta de que será más cohesiva de la que Zack Snyder nunca tuvo oportunidad de concretar por intervención de los ejecutivos de Warner.
Quizá con el tiempo, el verdadero valor 'The Flash' debería ser servir como el gran testamento de cómo la necrofilia digital en los blockbusters puede ser terrorífica. Ninguno de sus cameos finales funciona, y más que emocionar dan cierto repelús, una lección que Hollywood no aprende y que tiene otro ejemplo terrible en la, por otro lado estupenda, 'Alien: Romulus'. Una forma de fan service que desea ser épica y dar lo que los fans demandan y acaba resultando embarazosa, quizá alguien en los departamentos de efectos especiales debería decir que la tecnología todavía sigue llevando momentos que deberían emocional al lado más oscuro del valle de lo inquietante.
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