Mientras el futuro de las grandes pantallas se debate casi todos los meses, con resultados de la cartelera decrecientes y números poco alentadores, hay alternativas que prefieren ir por libre. El mundo de los cines independientes es uno lleno de anécdotas y sitios pintorescos, pero hay pocos que puedan rivalizar con lo que propone Sol Cinema en el Reino Unido.
Hay que decir el Reino Unido en general, y no un lugar específico porque lo primero que hay que saber de cómo funciona es que este cuco cine cabe en una caravana que se mueve sin ruta fija. Es habitual verlos por festivales del país, tanto cinematográficos como culturales, o en general cualquier otra iniciativa al aire libre. Caben de 8 a 10 personas en su caravana, las sesiones son gratuitas y solo duran unos cinco minutos.
Olvídate entonces de ver aquí el último estreno. Parte de la gracia es ir a la aventura y no esperar ver nada concreto sino ser sorprendidos, el cine cuenta con proyecciones gratuitas de cortometrajes de artistas independientes tanto del equipo como colaboraciones externas, así como con documentales. El público para estas proyecciones es de todas las edades. Aunque depende de sesiones concretas, tiene un enfoque general familiar.
Ecologismo y cine
Sol Cinema es una de esas iniciativas que se contentan con pasar por debajo del radar del público mainstream. Su éxito en festivales (aquí una imagen en una de sus últimas paradas en el Glastonbury Festival), su autosuficiencia, ya que todo el cine funciona con energía solar que proviene de unas placas anexas a la caravana, y su programación única reducen los costes.
Su coletilla habitual del "cine más pequeño del sistema solar" tiene que ver precisamente con su filosofía energética. Técnicamente el cine "tradicional" más pequeño del mundo está en Ontario, Canadá. Y con tan solo 13 asientos está planteado para emitir largometrajes, algunos de los cuales forman parte de la misma cartelera que los "cines mayores" (si entras en la web puedes aún conseguir entradas para 'Civil War') solo que en un espacio mucho menor.
Pero en Sol Cinema este enfoque ecológico e indie forma parte intrínseca del proyecto. Surgió de la mano del documentalista Paul O'Connor, quien quería usar el audiovisual con un fin social. Su pequeña idea transmite un gran mensaje. Quieren alentar a otras iniciativas similares a que se unan a su contraprogramación, y en redes es habitual verlos desafiar el estado conservador de Hollywood con comentarios como este, en el que apuntan que de todas las películas anunciadas de Disney, la gran mayoría son secuelas o reboots.
Pese a su aspecto contracultural, la experiencia trata de parecerse todo lo posible a una visita normal a la gran pantalla, o al menos una como las de antes. Cuando estacionan en un lugar despliegan una alfombra roja, ponen el cartel en la calle y los acomodadores, vestidos con los clásicos atuendos rojos de los viejos cines, ofrecen palomitas. El interior tiene un look kitsch con dos filas de sofá acolchado, sonido surround y una pantalla LED en el frente.
Ante todo el amor por el cine es lo que mueve a estos emprendedores a hacer lo que hacen. "Soy cineasta y siempre hemos podido mostrar cortos en extraños y bonitos lugares. Así que pensé que sería divertido tener nuestro propio cine", comentó O'Connor en una entrevista para BBC. Aunque su programación fuera de los márgenes no sea del interés de todos, es bonito encontrar una iniciativa que promueve un formato tan olvidado como es el del cortometraje, y que quiere darle sentido al audiovisual como experiencia diferencial fuera de lo meramente económico.
Imágenes: Sol Cinema
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