Uno de los errores más comunes en toda serie o programa televisivo es potenciar más de la cuenta aquellos aspectos que han demostrado su efectividad a la hora de sumar espectadores. Esto puede provocar que un formato más o menos equilibrado radicalice su propuesta o limitar el atractivo de un personaje que había conseguido meterse en el bolsillo a la audiencia, ya que el exceso de protagonismo acaba derivando en una peligrosa sensación de repetición que hace que añoremos aquellos que un día amamos con pasión.
Es obvio que Alberto Chicote ha sido uno de los elementos más atractivos de 'Pesadilla en la cocina' desde que la adaptación española del programa de Gordon Ramsay llegase a nuestras pantallas el 25 de octubre de 2012. Por desgracia, Atresmedia ha querido exprimir al máximo el factor Chicote y lo que hace no tanto era novedoso y llamativo ahora se ha convertido en rutinario. Esto fue muy evidente anoche, cuando laSexta estrenó la tercera temporada de 'Pesadilla en la cocina' con dos episodios entretenidos y, sobre todo, intrascendentes.
Lo mismo de siempre, ni mejor ni peor
Hace ya tiempo que quedó claro que 'Pesadilla en la cocina' nunca va a traernos grandes sorpresas en lo referente a su estructura interna, pues todos los episodios han seguido la misma línea. Un esquema efectivo, coherente y de éxito demostrado, pero que no podría depender más de los trabajadores del restaurante que visite en esa ocasión Chicote, porque sus armas ya las tenemos tan vistas que tendría que recurrir a argucias discutibles --escupirle la comida en la cara al cocinero o cosas por el estilo-- para sorprendernos. Ojo, todos los presentadores tienen un estilo más o menos marcado y rara vez se salen del mismo, pero en este caso entra en juego lo saturados que estamos de él.
Siendo justos, Chicote ha alcanzado un saber hacer que le lleva a poder enfrentarse a cualquier cosa no solamente sin perder la compostura, sino sabiendo encontrar la forma en la que replicarlo manteniendo el personaje televisivo que ha ido creando. Esto quedó demostrado en 'Taberna la Concha' y las reacciones infantiles de un dueño desquiciado con el que incluso entendería que los espectadores pensasen que estaba actuando para las cámaras --una acusación que he leído en varias ocasiones, pero que no comparto--, porque la forma en la que domaba a los cocineros de 'Las noches de Moscú' era de esperar --aunque hay que admitir que el momento cuello y solomillo fue muy efectivo--.
El problema es que hemos padecido tal sobrecarga de Chicote que a mí personalmente ya me cansa y la idea de retomar 'Pesadilla en la cocina' esperando tan poco desde la finalización de 'Top Chef', donde ya tenía un protagonismo excesivo, con un episodio doble sólo puedo calificarla como errónea, ya que durante 'Las noches de Moscú' he llegado a cansarme y desear que se acabase lo antes posible. Las cosas hay que dosificarlas si no quieres perder interés sin que realmente haya un gran cambio en la calidad individual de cada entrega. Llamadlo desgaste o como queráis, pero con Chicote sí que se aplica lo de que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Centrándonos de nuevo en los dos episodios emitidos anoche, ninguno de ellos presentó novedades dignas de mención más allá de algunas afortunadas soluciones de montaje --la utilización del tema central de 'The Walking Dead' como fondo sonoro para la llegada de un grupo de ancianos al local--. Por un lado, está bastante claro que Antonio no va a cambiar, que acabará explotando y que destrozará aún más mentalmente a sus seres más queridos, siendo lo único distintivo esa especie de ataques de furia juvenil.
Por otro lado, siempre funciona muy bien la utilización de ancianos en lo emotivo en programas de este tipo, pero la repugnante suciedad no es algo nuevo y ha habido ya varios restaurantes en esa línea, algo que se agravaba por el ya comentado cansancio relacionado con Chicote. Esperaba algo más potente para estrenar temporada --aún recuerdo lo genial que fue la visita de Chicote al Katay-- y ahí 'Pesadilla en la cocina' no ha estado a la altura. Se nos ha dado algo rutinario y entretenido --con algunos peros en lo segundo-- y solamente espero que esa no sea la nota dominante a partir de ahora.
Con todo, tengo que reconocer que mantengo la esperanza en que esta tercera temporada de 'Pesadilla en la cocina' encuentre un necesario equilibrio cuando pase a emitirse un episodio cada semana y nos dejen ver los dos prometidos platos fuertes: La visita de Chicote a Miami, donde tendrá que amoldarse a los gustos americanos y mostrar otro lado de sus habilidades, y el ansiado capítulo en el que visitará algunos restaurantes que contaron con su presencia en las dos primeras temporadas. Espero que mencionen también a los que ya han cerrado --que han sido unos cuantos-- y no se centre en historias de éxito, pero bueno, ya lo veremos.
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