Es posible que solo Bruce Willis tenga más facturas que pagar que Nicolas Cage. Solo así se entiende el rumbo del que fuera el actor más molón de los 90 y el que mejores títulos encadenó sin descanso durante casi dos décadas. Entre proyectos nefastos, directos a vídeo y malas decisiones, Willis se divirtió un rato a las órdenes de Eli Roth en un remake imposible de una película que nadie en su sano juicio situaría en la actualidad: 'El justiciero de la ciudad' llega esta noche a La 1.
Deseos de muerte
Después de haber creado algunos de los nuevos mitos del género ('Cabin Fever', sus dos 'Hostel') y haber paseado por la falsa explotación caníbal, el bueno de Eli Roth abordaba por primera vez un remake. Roth, a pesar de alguna que otra mala compañía, siempre ha sido un tipo a tener en cuenta. Su 'Hostel 2' y la última película que ha ofrecido, la excelente 'La casa del reloj en la pared', son razones de peso para seguir confiando en su buen criterio.
'El justiciero de la ciudad', basada en la novela de Brian Garfield y dirigida por Michael Winner en 1974, era una reaccionaria propuesta hija de su época que, a pesar de salir de los estudios Paramount, generó una estrafalaria franquicia que vivió sus días dorados bajo el techo de la Cannon más en forma. Y tal vez gracias a esa ligereza de cascos (su tercera entrega lucía casi como un pre-Robocop 3) uno puede sentir esa verbena en las sangre en forma de transfusión desenfadada. Y eso que Joe Carnahan tampoco debió quedar muy contento con su relación con ella. Pero eso es algo bastante habitual en el (fantástico) director de 'Infierno blanco'.
'El justiciero' no fue una película barata. Contó con un presupuesto de 30 millones de dólares que superó por los pelos en terreno norteamericano hasta rozar los 50 en recaudación total, unas migajas para cualquiera pero una especie de respiro para un Willis que venía de tocar fondo. Varias veces, además. Por su parte, Eli Roth ha demostrado sobradamente que tiene marca de fábrica.
Esta visión de 'Death Wish' es otra broma de dudoso gusto que descolocó a más de un espectador y cuyo más importante es haber conseguido que Bruce Willis disfrutase de una película por primera vez desde 'Looper'. Y nosotros con él.
Garfield había escrito su novela de una vez después de haber sido víctima de dos incidentes diferentes. Su coche había sido objeto de vandalismo y a su esposa le robaron la billetera en el metro. Vale que eso está muy lejos del asesinato y la violación en la familia del héroe, pero como confesaría más tarde, "Los matones no nos hicieron mucho daño. Y, sin embargo, mi primera reacción a esta violencia fue aún más violenta. ¡Me dije a mí mismo que si lo reconocía podría matar a este hijo de puta!"-
Cuando 'Sentencia de muerte', basada en otra novela de Garfield y dirigida por James Wan, y 'La extraña que hay en ti', dirigida por Neil Jordan y protagonizada por Jodie Foster, dan en la diana, Hollywood vuelve a encapricharse con las películas de vigilantes. De repente, cada estudio busca en sus archivos para ver qué película se podía rehacer. Sylvester Stallone estuvo a punto de encontrar un vehículo a su altura a través del remake de la película con Bronson, pero al final la moral del momento fue poco a poco enterrando de nuevo a un cine reaccionario que no podría encontrar su lugar en la modosa actualidad.
Precisamente fue esa moralidad la que Carnahan y Roth pateaban con su remake, un entretenimiento más que decente, violento como un thriller de los 90 y con un elegante uso el Scope. Pero el punto crucial de la película es, obviamente, la interpretación de un Bruce Willis mucho más involucrado de lo habitual. La película se toma su tiempo para mostrar la transformación de un médico (antaño arquitecto) en un vigilante y darle algo de profundidad al personaje de Kersey.
'El justiciero' me divierte a pesar de que la víctima principal fue Eli Roth, que se alejaba definitivamente del estilo truculento de su pasado y preparaba el terreno para lo que puede ser otro de los grandes aciertos de su carrera: 'La casa del reloj en la pared'. Puede que hayamos perdido a un maestro del horror, pero sospecho que hemos ganado a un nuevo cineasta mucho más rico en matices y tonos de lo que os gustaría creer.
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