Hay series que las amas, otras que las odias y otras que no sabes por qué extraña razón las ves, es más, esperas ansiosamente ver el episodio de la semana siguiente, y esto independientemente de ser buena o mala. Para mí ‘True Blood‘ entraría en este tercer caso. Y me temo que no soy el único, porque la serie ha hecho alcanzar a HBO hitos históricos de audiencia.
Anoche se emitió ‘Here Lies Nothing‘ el duodécimo (y último) episodio de la segunda temporada de ‘True Blood’, dando por terminada una temporada que podemos definir como esperpéntica, ya que se ha dado en ella grandes dosis de extravagancia y situaciones, cuanto menos, grotescas. Fijaos que ya apuntaba maneras la primera temporada pero en esta segunda, que para mí no ha sido ni mejor ni peor, Alan Ball y su equipo se han superado.
Al contrario que la pasada temporada que tuvo un único argo argumental, en esta el espectador se ha movido por dos: la trama de Godric y la Comunidad del Sol y la trama de Marianne, siendo esta última la que ha estado presente a lo largo de toda la temporada. La estrategia ha estado bien, pero sin embargo la transición de pasar de una trama a otra me ha parecido torpe y brusca. No sé si ha sido sensación unicamente mía, pero para mí la serie pegó un bajón impresionante al cambiar de trama. Si me permitís el simil culinario, es como cuando estás cocinando dos platos a la vez y uno lo estás haciendo a fuego lento (trama de Marianne), mientras que el otro necesita menos tiempo de cocción (trama de la Comunidad del Sol). Cuando terminas de hacer el segundo plato al primero aún le falta un hervor para empezar a meterse en faena, esto es más o menos lo que me parece que le pasa a esta temporada. No han sabido controlar los tiempos.
Lo que yo veo es una carencia evidente de guión. Cuando hay acción la serie se deja ver como la que más, pero en cuanto las cosas por Bon Temps y Dallas se tranquilizan el interés del espectador se pierde totalmente. De hecho en la season finale me ha pasado que en cuanto ha acabado la “lucha” contra Marianne, los siguientes veinte minutos de episodio han sido sencillamente soporíferos.
Veo que ahí hay un problema importante, puesto que ‘True Blood’ se sostiene por situaciones puntuales que rozan lo cómico y lo absurdo. De hecho hay episodios que lo más destacable es la escena en la que, por ejemplo, Eric ha salido vestido de mujer (o haciéndose mechas). Y sí, son momentos que se agradecen, pero creo que la serie necesita de forma urgente cimentar bien las tramas y sus episodios. Porque si no, nos encontraremos con una serie llena de momentos grotescos, esperpénticos, absurdos… pero vacía.
En definitiva, creo que esta segunda temporada de ‘True Blood’ ha mejorado con respecto a la primera en un aspecto muy importante, la resolución de las tramas, cosa que tampoco era muy difícil. A pesar de sus defectos creo que la serie se sigue dejando ver, eso sí, queda muy lejos de la calidad media de HBO. Tendremos que ver si la tercera temporada la serie despega en calidad definitivamente, aunque sea como respuesta a la buena acogida que la audiencia le brinda.
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