'The Killing' renace llevando a Linden al infierno

'The Killing' renace llevando a Linden al infierno
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Uno de los temas más comentados del verano televisivo en Estados Unidos ha sido el modo en el que 'The Killing', y su inesperada tercera temporada, se ha reivindicado a los ojos de los críticos que tanto machacaron sus dos primeras entregas. Con el caso de Rosie Larsen en el espejo retrovisor, y sin la sombra de las tramas de 'Forbrydelsen', Veena Sud y compañía han facturado doce capítulos mucho mejor dibujados, en general, y con un mejor retrato de los personajes y de las situaciones que están manejando. Especialmente, en la recta final consiguieron dos episodios, 'Reckoning' y 'Six minutes', que figuran ya entre los mejores que se han visto en lo que llevamos de año, y ante los que el cierre doble de la temporada palidece un poco. Y eso que lo que ese cierre busca es empujar definitivamente a Sarah Linden por el precipicio, algo con lo que la serie ha estado amagando desde el principio.

Aunque durante buena parte de la temporada parecía que se habían invertido los papeles de las primeras entregas y estábamos asistiendo a la autodestrucción de Holder, mientras Linden intenta evitarlo, al final se ha visto que no era así. La revelación de quién era el asesino en serie supone demasiado dolor y demasiada culpa para ella, y ese plano final centrado en su rostro parece decirnos que, con esos dos disparos contra Skinner, Sarah ha encontrado algo de paz. Lo cierto es que la secuencia final a lo 'Seven', paradójicamente, no ha tenido tanta fuerza como la ejecución de Ray Seward, aunque sea el clímax de la historia de Linden, pero no desmerece una temporada que ha tenido sus puntos interesantes, que ha demostrado que Linden y Holder forman una estupenda pareja y que ha logrado algún personaje mucho más interesante que los de la trama política alrededor de la muerte de Rosie Larsen.

El caso de Trisha Seward

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Ray Seward, por ejemplo, ha terminado cuajando como un personaje bastante interesante, repleto de contradicciones. Es un tipo hostil y desagradable que quiere hacerse el duro y demostrar a todo el mundo que no van a poder con él y que, si van a matarlo, lo harán del modo más incómodo posible (por ahorcamiento). Pero, al mismo tiempo, no quiere morir y, aunque es inocente del asesinato de su mujer, no se siente digno de perdón y cree, además, que nadie va a escucharle ni a preocuparse por él. El capítulo centrado en el intento de Linden por aplazar su ejecución, y ganar tiempo para demostrar su inocencia, redondea y nos permite comprender mejor todo lo que hemos de visto de él hasta ese momento, y hasta justifica el tiempo que pasamos con sus carceleros sólo por llegar a ese instante en el patíbulo. Peter Sarsgaard ha estado bastante bien como Ray, alternando los momentos de debilidad con otros en los que casi parecía una versión descafeinada de Hannibal Lecter.

La muerte de Ray, además, es parte importante de la espiral de Linden hacia el abismo. Al fin y al cabo, ella y Skinner lo metieron en la cárcel cuando eran compañeros, y descubrir después que Skinner estaba ya entonces cubriendo sus huellas, del mismo modo que lo hace con Joe Mills y las chicas tiradas en el lago, es la espita que termina por hacer estallar a la detective. Se implicó tanto en el caso de Trisha Seward, que acabó ingresada en el hospital, así que no hay forma de que no le afecte saber la verdad sobre todo aquello. Además, la primera parte del último capítulo ya nos hace sospechar que las cosas van a tomar un giro mucho más oscuro cuando vemos a Holder y Linden relajados y haciendo bromas en el coche. Apenas es una escena de dos o tres minutos, pero nos hace añorar ver más momentos así entre ellos, momentos en los que parece que han superado las pruebas que la investigación les ha puesto en su camino.

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Bullet y los chicos de la calle

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La prueba más importante y dolorosa es, por supuesto, la muerte de Bullet. Ella había sido nuestra introducción a ese submundo de los chicos que viven en las calles de Seattle, trapicheando con droga y prostituyéndose, y también era el personaje más redondo de todos los que poblaban ese mundo. Su dinámica con Holder era muy entretenida, y el episodio en el que descubren su cadáver en el maletero del coche ('Reckoning', dirigido por Jonathan Demme) deja un par de secuencias llenas de tensión en el edificio de los guardamuebles, desde la pelea con Joe Mills hasta la carrera de Linden, por entre ese mar de policías más altos que ella, para evitar que Holder mire en el maletero. Bex Taylor-Klaus, la actriz que interpretaba a Bullet, ha sido la revelación de la temporada, mostrando cómo ella quiere ser tan dura como Lisbeth Salander pero, al mismo tiempo, es tan vulnerable como todas las demás.

La sordidez de esa subtrama ha aportado la oscuridad a esta entrega de 'The Killing', en la que ha habido menos lluvia y menos escenas nocturnas (a cambio, el cielo estaba prácticamente siempre nublado), y también ha ido llevando a Holder hasta ese momento, justo después del asesinato de Bullet, en el que está a punto de hundirse e intenta besar a Linden. Los dos detectives se han acercado tanto, han forjado una relación de amistad tal, que si hubiera cuarta temporada sería interesante ver si esa relación puede sobrevivir a que Linden mate a Skinner. Pero mientras tanto, hemos podido ver de nuevo al Holder vacilón que tantos fans consiguió al principio, y es casi hasta más trágico para él que su compañera acabe apretando el gatillo.

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En resumen, la tercera temporada de 'The Killing' ha representado una redención de la serie, con tramas mejor hiladas aunque la revelación final del asesino no haya sido, precisamente, de lo más logrado (estaba ahí sólo para enviar a Linden de cabeza al infierno), y un manejo mucho mejor de los personajes secundarios alrededor de Linden y Holder. Hasta la madre de Kallie, una de las víctimas, ha tenido una evolución bien llevada y muy efectiva, especialmente en su última escena en el mismo puente en el que vemos a su hija por primera vez. No parece que vayamos a ver nuevas entregas de la serie, y será una lástima no tanto por esta auto-reivindicación que han hecho, sino porque, realmente, se acabará echando de menos ver juntos a Linden y Holder, dos personajes que sobrellevan sus respectivas soledades juntos.

En ¡Vaya Tele! | La redención de 'The Killing'

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