Aziz Ansari no es nuevo en esto, y se nota. Después de un libro, mucho monólogo y su propia serie de sketches, tiene su discurso muy pulido y eso es algo notable en ‘Master of None’, una dramedia de 10 episodios que se estrenó en Netflix a principios de mes. Ansari escribe (junto a Alan Yang), protagoniza e incluso (en ocasiones) dirige el viaje de Dev, un actor treintañero que intenta llevar su vida y sus relaciones como puede en la Nueva York actual.
El primer capítulo de ‘Master of None’ es de los que dejan huella y marcan el estilo del resto de la temporada; un episodio centrado en el cambio vital que supone tener hijos y en cómo esto afecta a la vida, a la felicidad, a la relación con tus amigos o tu pareja. Hacen falta pocos minutos para que resalte el tono honesto, directo y agrio que evita caer en pesimismos ni en personajes huraños o cínicos, una combinación que no es tan habitual en este tipo de dramedias de autor.
Y lo llamo de autor porque lo es tanto que a veces se le ve el plumero. Ansari se mueve aquí por los terrenos que más suele frecuentan, y en ocasiones afecta a la fluidez de la historia, que da la sensación de frenarse para que los personajes puedan exponer sus ideas. El resultado es que hay secuencias muy explicativas que subrayan tanto el mensaje que emborronan un poco naturalidad que tiene el resto de la serie, sobre todo porque en esas ocasiones el propio Ansari tiene un porte más rígido y menos casual.
La rutina del millenial
Esta sensación que me abordaba en los primeros capítulos –algunos centrados en temas muy interesantes con momentos brillantes, como la relación de los jóvenes con sus padres o de Hollywood con las minorías raciales- fue disipándose a medida que avanzaba entregas; Ansari y Yang iban puliendo la forma en la que presentaban sus reflexiones y la segunda mitad de la temporada ha sido para enmarcar.
‘Master of None’ habla sobre las relaciones y el amor de los millenials, tan marcadas por la tecnología y por un nivel de vida que cambia las necesidades y el modo de verlas. Esto último también afecta a la convivencia con otras generaciones, sean padres o abuelos; también hace su denuncia sobre asuntos sociales como el racismo o las diferencias entre hombres y mujeres. Hay para todos.
Básicamente habla de una generación que no sabe muy bien a qué atenerse consigo misma, y en este sentido la mirada de Ansari destaca porque, a pesar de ser algo muy autoral, pone mucho cuidado en dar voz a aquellos implicados en sus reflexiones, sean las mujeres (también tras las cámaras) en* Ladies and Gentlemen* o los ancianos en Old People.
La espina dorsal de ‘Master of None’ ha sido la evolución de la amistad de Dev y Rachel (encantadora Noël Wells), que rápidamente se han desvelado como una pareja con una química especial y juguetona. Ya desde el cold open de la serie cuando el condón les juega una mala pasada, la química de ambos se desvela como algo muy orgánico. La cumbre de esto es cuando pasamos un fin de semana entero con ellos en Nashville.
De Nashville a Tokyo
Esa larga cita está lejos de ser perfecta, pero no pierde nunca su cualidad de especial (para ellos) y demuestra que una cita no tiene que ser absolutamente desastrosa para ser divertida. Aziz se vuelve a coronar en Mornings, un episodio con una esencia de comedia romántica que resalta en sus 30 minutos más que muchas películas de hora y media. Y es que de nuevo volvemos a adentrarnos en el universo de las relaciones modernas, con dilemas habituales –como el orden en la casa- pero que se muestran de nuevo sin grandes dramas ni tremendismos. Las discusiones, los cambios en la relación, los momentos buenos y los malos se desvelan de forma muy orgánica que se ve subrayada por ese formato de rutina matutina a lo largo de muchos meses de convivencia.
La temporada cierra con una crisis que subraya la temática principal que comentaba hace unos párrafos: treintañeros que intentan entender qué quieren de la vida. Este ejercicio de madurez pasa en el caso de Dev por plantearse a qué quiere dedicarse; de qué quiere hacer carrera y qué supone esa decepción con* The Sickening* y su día a día como actor de publicidad. No menos importante es su relación con Rachel, quien además tiene sus propias tribulaciones que ponen en jaque el nivel de compromiso de ambos.
Lo mejor de ‘Master of None’ es que tiene su propia voz pero no se precipita emitiendo juicios. No juzga a los personajes por estar perdidos, por tomar ciertas decisiones o por equivocarse en algunos momentos. Incluso se permite algunas sorpresas que desafían los prejuicios del espectador, no solo en temas raciales sino en asuntos más mundanos como puede ser la infidelidad y las consecuencias de ésta (Claire Danes ha tenido la oportunidad de dejar los pucheros a un lado y mostrarnos a una mujer magnética y divertida cuya infidelidad le lleva a un lugar infinitamente mejor en su matrimonio).
Ansari expone ideas, reflexiones y formas de ver la vida. Intenta buscar el porqué del comportamiento de unos y otros hoy en día ante determinadas situaciones, se presenta como víctima y culpable de esas formas de actuar (eso de los tickets para el concierto es un gran ejemplo) sobre las que intenta deliberar y, aunque trate temas universales y pretenda mostrar su visión al mundo, siempre consigue evitar el terreno de sentar cátedra sobre ello.
‘Master of None’ es un visionado muy recomendable; una serie muy actual e hija de su tiempo que consigue destacar en un entorno en el que cada vez vemos más voces jóvenes y relevantes con mucho que aportar. La comedia de autor –generalmente dramedia- está en un momento de madurez muy interesante y acorde con la sociedad cambiante en la que vivimos, y Aziz Ansari ya se ha ganado su hueco.
En ¡Vaya Tele! | Aziz Ansari brilla en el tráiler de 'Master of None'
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