Ser testigos de la evolución del Universo Cinematográfico —y ahora también televisivo— de Marvel a lo largo de los últimos trece años ha hecho posible poder distinguir entre dos tipos de producciones dentro del ambicioso proyecto de La casa de las ideas: las grandes historias con ambición dramática o creativa; y las piezas funcionales que sirven principalmente para dar continuidad a una narrativa episódica a gran escala, presentando nuevos rostros o abriendo nuevas tramas que explotar en un futuro.
Tras el descomunal cierre de la Saga del Infinito en ‘Vengadores: Endgame’, fueron muchos los héroes que dieron, aparentemente, cierre a sus arcos. Entre ellos se encuentran estandartes marvelitas como Iron Man, el Capitán América, o una Natasha Romanoff rescatada de entre los muertos para escarbar en su pasado y sacar rentabilidad al personaje —y al innegable carisma de Scarlett Johansson— en una precuela que no parecía tener demasiada razón de ser a estas alturas.
Por desgracia, mis sospechas hacia ‘Viuda Negra’ han terminado confirmándose; encontrándome con otra muestra de esa Marvel "menor" que funciona más como pieza bisagra para engrosar repartos, plantear nuevas historias y afianzar la conexión entre series y largometrajes, que como thriller de superespías. Un espectáculo inerte que parece llegar tarde, que peca de ser excesivamente genérica, y que deja una desagradable sensación de “más de lo mismo” en el paladar, que sólo endulza la notable dinámica entre su pareja protagonista.
Dos horas y cuarto para justificar una escena poscréditos
De un modo similar a lo que me está ocurriendo con 'Loki' —que, por el momento, me está dando una de cal y otra de arena—, parte del desencanto que me ha producido 'Viuda Negra' viene derivado de estar centrada, mayormente, en un personaje cuyo arco dramático dentro del MCU quedó cerrado de un modo tan contundente como redondo. Sí, Nat merecía desde hace mucho su propia película; pero hay que reconocer que, coronavirus aparte, ha acabado llegando tarde.
Tras pasar por una secuencia de créditos inicial a ritmo de un cover abominable —de esos intensitos y oscuros— del 'Smells Like Teen Spirit' de Nirvana, que desvía la atención de unas imágenes realmente potentes, la cinta entra en una dinámica propia de cualquier thriller de espías de manual. Una descafeinada odisea internacional que exhibe y hace lucir su gran músculo de producción, pero que se limita a ser simplemente funcional, haciendo gala de una trama tremendamente convencional que avanza a trompicones sin aburrir, pero sin sorprender lo más mínimo.
A pesar de su condición de filme en solitario, 'Viuda Negra' termina siendo una suerte de obra coral centrada en la familia disfuncional de la heroína. Desgraciadamente, los ajustados 132 minutos de metraje no son suficientes para dar a todos los protagonistas —y antagonistas— el tratamiento que merecen; siendo buena parte de ellos reducidos a poco menos que clichés con patas cuyas maniqueístas brújulas morales no se desvían ni un milímetro de su perfecta orientación inicial.
Especialmente flagrante es el caso del Guardián Rojo de David Harbour, que vuelve a evidenciar otro de esos tonos inconsistentes marca de la casa al confundir lo que debería ser un alivio cómico en un bufón insoportable. Aunque, al mismo nivel, pero en la otra cara de la moneda, encontramos al Dreykov de Ray Winstone; un villano unidimensional dibujado como un clon de Harvey Weinstein —el parecido es realmente asombroso— para aportar un extra de obviedad al, por otro lado, eficaz —y, por qué no, necesario— discurso heredado del movimiento Me Too.
Igualmente discreta es la factura y empaque del filme. Sobre todo, duele ver el talento indiscutible de una cineasta de la talla de Cate Shortland —visible en algunos pasajes más calmados y contenidos— diluido en un espectáculo tan ruidoso e impersonal como este; algo que se alinea una vez más con la estrategia de Marvel consistente en fichar a realizadores de prestigio, firmantes de productos en las antípodas de este tipo de productos, para relegar las secuencias de acción a los equipos de segunda unidad.
Sabiendo esto, no es de extrañar que las setipieces de 'Viuda Negra', holgadamente vistosas y moderadamente satisfactorias, se antojen tan comunes, rutinarias y por debajo de las grandes batallas que nos ha dado la franquicia hasta la fecha. Todo parece una copia de una copia de una copia; lo cual se comprende mejor al ver que entre los directores de segunda unidad figuran nombres como Darren Prescott —'Black Panther', 'Capitán América: Civil War'—, Jeff Habberstad —'Capitana Marvel', 'Ant-Man'— y el artista de VFX Geoffrey Baumann —responsable de títulos como 'Vengadores', 'Iron Man 3' o 'Capitán América: El soldado de invierno'.
Por suerte, entre este insípido cóctel marvelita, Florence Pugh se eleva como la gran estrella de la función; derrochando química con una Scarlett Johansson tan solvente como de costumbre, y unos niveles de carisma que le auguran un futuro de lo más prometedor dentro del Universo Cinematográfico de Marvel. Un bote salvavidas que mantiene a flote un largometraje que funciona como uno de esos números de relleno intrascendente de una colección de cómics, y que actúa como cebo para mantener enganchado al respetable con una escena poscréditos que no justifica el despliegue.
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