'Stone', fallido psicothriller con Edward Norton y Robert De Niro

'Stone', fallido psicothriller con Edward Norton y Robert De Niro
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La presencia en el cartel de ‘Stone’ de los nombres y rostros de Robert De Niro, Edward Norton y Milla Jovovich hará correr a muchas personas hacia las salas de cine a partir de este fin de semana. Pero me gustaría pedirles que se diesen algo menos de prisa. Esta adaptación de John Curran (‘El velo pintado’) de una obra de teatro de Angus Maclachlan, lejos de ser el thriller carcelario que se ha vendido, supone un intento fallido de efectuar un análisis psicológico y de ubicar a los personajes ante una situación que hará temblar los cimientos de sus ideales, así como sus relaciones y conciencias.

Si el guión es torpe, la dirección de Curran no lo redime. No me refiero únicamente a la realización, sino a todas sus labores como director —veremos más adelante la dirección de actores—. El cineasta hace un empleo abusivo de la música con la intención convertir en intensos momentos anodinos a los que debería haber sacado partido narrativamente, no engañando con el volumen de los acordes. Por el contrario, las escasas ocasiones en las que dispone de secuencias con auténtico potencial, desaprovecha las posibilidades y deja planos o «anticlimáticos» estos instantes. Esta dirección, absolutamente vacía y errada, demuestra que o bien Curran no ha entendido lo que había que extraer de la historia o bien ha tratado de sacarlo infructuosamente.

La mencionada realización se presenta, asimismo, pobre y apagada, más adecuada a un telefilm que a una película cinematográfica. Debido a su herencia teatral y a una indulgente adaptación escrita por el propio dramaturgo, el film adolece de una escasez de escenarios y mantiene una sensación de vuelta al mismo lugar muy poco agradable. Si lo único que supo aportar Curran a ‘El velo pintado’ fueron escenas preciosas, aquí no tiene oportunidad de lucirse en absoluto. Únicamente los exteriores de la cárcel se ruedan con una bonita fotografía. Sin embargo, los interiores parecen no ser el fuerte de Curran, quien reitera hasta el cansancio unos travellings por detrás de la cabeza de De Niro para ver aparecer a Norton que no eran acertados ni para un único uso.

Milla Jovovich en

De la obviedad a la simpleza

La película se muestra de manera tan obvia que se convierte en simple. La historia se cuenta sin matices, sin aristas, sin dejar al cada uno que sea quien llegue a las conclusiones que se ofrecen masticadas y digeridas.

Percibo poco creíble que, hacia el inicio, el personaje de De Niro aguante que Norton le espete todo tipo de impertinencias sobre su vida personal o sobre sus cargos de conciencia. No obstante, el problema de estos diálogos no lo encuentro tanto en la ausencia de verosimilitud como en su empeño burdamente expositivo. El personaje de Norton podría haber cambiado la culpa de lugar y dado la vuelta a la situación para hacer al de De Niro sentirse mal sin mostrarse tan evidente, es decir, que el propósito del film se podría haber conseguido con una aproximación menos tosca. Stone funciona como la voz del autor, que juzga a los demás personajes, expresando en voz alta lo que deberíamos colegir los espectadores a raíz de las acciones.

La principal contrapartida de esta forma fácil y cómoda de transmitir ideas no es que dé mala impresión, sino que no resulta necesariamente más efectiva que la sutileza y el subtexto. Se intenta inculcar un juicio de valor ya realizado sobre los personajes, pero el espectador puede elegir creerlo o no, mientras que si la conclusión es suya, no tendrá dudas sobre su autenticidad. Así se redondea un esfuerzo nulo por profundizar en los personajes y, por ello, cuando llegamos al final, la actitud paranoica de Jack y las acciones del matrimonio se perciben forzadas y fuera del tono de lo que se venía mostrando hasta entonces.

El tema religioso tiene una presencia constante para, de nuevo, no permitir al público que llegue a su conclusión personal, sino forzarle una reflexión ya manipulada.

Curran hace un simulacro de sutileza cuando (spoiler) deja sin cerrar la historia del primer flashback, pero considero que es el peor momento de ponerse esquivo cuando los diálogos han sido tan extremadamente explícitos (fin del spoiler) .

De todas las versiones por las que podría haber optado ‘Stone’, la más adecuada probablemente sería la del thriller erótico. Con ello no aludo a una película que despliega una trama por un lado y se beneficia un alto componente sexual como ardid comercial por otro, sino a un relato en el que el sexo se utiliza para conseguir propósitos y sirve para jugar con la mente de los personajes y hacer que sus ideas se tambaleen. Paul Verhoeven habría extraído un gran film de la presente premisa explotando esa vertiente perversa y manipuladora, pero se alejaría tanto de la película que nos ocupa que esas reminiscencias no se pueden hallar aquí ni realizando un enorme esfuerzo.

Robert De Niro en

El protagonismo

Se ha hablado confusión en el tono o indefinición de género. Pero encuentro, más que eso, una incorrecta orientación del peso de la historia. Se da una preeminencia a Stone de la que no debería gozar, pues su participación sirve de mero enlace entre quienes deberían haber supuesto el núcleo de la narración. Claro que Norton soporta mejor las escenas que Jovovich y por ese motivo es de agradecer que disponga de más minutos en pantalla, pero el enfoque del punto de vista no es el acertado.

Con ‘Stone’ delante, sería muy fácil argüir que Milla Jovovich es una pésima actriz. Ella debería soportar la carga dramática de la situación, obligando al personaje de De Niro a tomar difíciles decisiones y arrastrando al espectador a una empatía hacia esos dilemas. Jovovich está correcta en el papel, creíble, si acaso; pero ni mucho menos sugiere la perversión y capacidad manipuladora que debería tener su personaje. A pesar de ello, me atrevería a defender a la actriz con el simple argumento de que hay dos grandes intérpretes a su lado y tampoco deslumbran. Por lo tanto, acusaría a la dirección de actores de Curran de que ninguno de los tres protagonistas sea capaz de transmitir lo buscado.

De Niro repite ese personaje gruñón, harto, viejo y resabidillo que tantas veces encarna últimamente cuando se ve a la legua que le interesa más el cheque que el proyecto. Norton hará las delicias de sus seguidores con su acento barriobajero y sus manierismos. Aunque todo esto funciona más como ejercicio de escuela de arte dramático que como interpretación, pues no veo que haya penetrado auténticamente en su personaje. Es un magnífico actor, pero con un papel equivocado en cuanto a su importancia y cargado de frases que sería mejor no pronunciar, no dispone de la oportunidad de sacar a flote la película.

Encuentro más sugerente el planteamiento de un drama psicológico con profundización en sus personajes que el de el posible thriller del que habla la promoción, es decir, que mi decepción con la película no viene por las expectativas de género no cumplidas. Donde sí hallo la frustración es en que ‘Stone’ no se acerca en absoluto a sus objetivos y aburre en el intento.

Mi puntuación:

1,5

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