El gran síntoma que aquejaba 'La peste' parece haberse resuelto con los cambios que acomete su segunda temporada, ya disponible en Movistar+. Después de una arriesgada primera entrega que optó por relatar una historia oscura y esotérica, 'La peste: La mano de la Garduña' continúa en el mismo universo pero deja de lado su apuesta estética tenebrista para adentrarse en el terreno de la acción y la mafia de época.
"La enfermedad se ha acabado, la ciudad ya no está apestada y atraviesa una época de bonanza económica que la sitúa en su pico de riqueza, de ahí que fuéramos en una dirección totalmente distinta", señala Alberto Rodríguez, director de los dos primeros capítulos de la segunda temporada de 'La peste', al que Espinof ha entrevistado durante la presentación de esta nueva entrega en Madrid. "Nos escoramos más hacia la acción, no tanto hacia el thriller metafísico y reflexivo", apunta, por su parte, Rafael Cobos, guionista de la ficción.
"A ese cambio de ritmo también ayudó la forma de escribir de Rafael Cobos, que, al no ser verborreico, provocaba tempos internos y silencios en las diferentes secuencias", indica David Ulloa, director de cuatro de los capítulos de esta segunda temporada. Por su parte, Cobos realiza una comparación para señalar hacia dónde van los tiros de esta nueva entrega: "Mientras que la primera temporada era como 'El nombre de la rosa', 'La mano de la Garduña' está más cerca de 'Los intocables de Eliot Ness'".
Estas modificaciones afectan ya no sólo a la construcción argumental, sino también a su ritmo narrativo y a su concepción estética. Algo que explicaría la disminución de la que fue la gran apuesta de la serie en su primera temporada: el uso de una iluminación oscura que se ajustaba al tono esotérico y misterioso de la historia, desechado en 'La mano de la Garduña' para acercarse más al gran público y a las condiciones de visionado que ofrecen las nuevas pantallas.
"Ha habido una elección, no tanto por contrarrestar las críticas, sino por ser conscientes de que no todo el mundo iba a ver la serie en un monitor perfectamente ajustado a las condiciones necesarias", reconoce Rodríguez. "No hay que engañarse: hacemos 'La peste' para llegar al mayor público posible, respetando una calidad concreta pero teniendo en cuenta que hay consumidores que van a ver la serie en un smartphone en el metro", señala.
La maquinaria conquistadora de España en el Nuevo Mundo
En su primer capítulo, 'La peste' sitúa a Mateo, su protagonista, en el Nuevo Mundo. Una decisión a la que los guionistas no recurrieron "para hablar de una España Gloriosa", sino porque es donde el protagonista "renace", como destaca Cobos. Pero la imagen de la tierra conquistada presentada en la serie no es la habitual. Algo llamativo, pues, para más inri, está basada en la ocupación española de Puerto del Hambre.
"Se realizó una expedición de soldados españoles para levantar una ciudad que evitara el paso a piratas ingleses hacia Perú, y más de trescientos soldados murieron a la espera de víveres", explica Cobos. "Era un acontecimiento que nos pareció significativo, porque habla del sinsentido de las conquistas", sentencia.
Pero esta "desmitificación" del Nuevo Mundo también tuvo impacto en el cambio de Mateo, como indica Ulloa: "Nuestro protagonista se vincula con los valores humanos, ve la luz y se convierte en un ser social gracias a ese nuevo mundo y a las personas que lo habitan, que no están contagiadas por la perversidad de la ciudad". "El mito del buen salvaje", apuntilla Rodríguez.
Mateo tiene ahora "más chispa", como señala Pablo Molinero, que encarna al protagonista de la serie y que también destaca, respecto a la desmitificación del Nuevo Mundo, que es un "ejercicio de autocrítica, de limpieza en la mirada": "No es peor reconocer que España no iba tan bien, como lo hacemos en la historia gloriosa. Era igual de duro de lo que puede ser hoy en día".
Sevilla y La Garduña
'La mano de la Garduña' ya no sigue la afección de la peste en la Sevilla del siglo XVIII, sino "el pulso por el poder". "El equilibrio de ambos es lo que mueve la ciudad, y lo que nos interesaba era hablar de cómo se balancea este poder", apunta. Algo que secunda Federico Aguado, que encarna a Pontecorvo, militar de Flandes que se convierte en alcalde de Sevilla: "Mientras que la primera temporada habla sobre una enfermedad física, donde la plaga es la peste, la segunda habla de una enfermedad mental, donde la peste es el ser humano".
Su personaje está inspirado en Francisco Arias de Bobadilla, cuarto conde de Puñonrostro, que fue alcalde de la Sevilla de entonces y paseaba disfrazado de mendigo para observar el estado de la ciudad desde dentro. Una ciudad que, entonces, estaba infectada por la Garduña, una mafia que controlaba a las prostitutas ilegales y se enriquecía a costa de ellas mientras el Cabildo hacía la vista gorda, y que son los elementos con los que se hacen visibles el delgado equilibrio del poder en la época.
En este sentido, hay una relación muy sintomática en la que la juventud toma los caminos del poder, tanto oficiales como subterráneos, que es la protagonizada por Valerio y Baeza. Y aunque ambos "vienen de la mierda", el primero "consigue un estatus" durante esta segunda temporada, tal y como explica Sergio Castellanos, que encarna al hijo ilegítimo del difunto marido de Teresa.
No es el caso del segundo personaje, criado en la Mancebía, que se ve obligado a tomar esta senda "por el escalafón social que ocupa", como señala Jesús Carroza, que da vida a Baeza. Eso sí, "es un personaje de alma incorruptible", sentencia el actor, que destaca la pasión que éste demuestra: "Ha nacido y crecido en la Mancebía y conoce a las prostitutas, y lo que quiere es mejorar sus condiciones".
La mujer, bajo el yugo de la mafia
Estas mujeres, tal y como recuerda Cobos, estaban "desprotegidas, porque los derechos de las que ejercían la prostitución, fuera en la Mancebía o bajo el yugo de la mafia, eran inexistentes". Preguntado si cree que hay una brecha socioeconómica que impedía a las prostitutas defenderse, afirma rotundo: "No es una cuestión económica, sino constitutiva". Algo en lo que está de acuerdo Rodríguez, que señala que, incluso para las mujeres de bien, "estaban relegadas a ser la-mujer-de, la-hija-de, la-madre-de…".
Ahí destaca Teresa, que "levantaba muchas ampollas por intentar liderar un telar" durante la primera temporada. "En esta segunda, entra en el cabildo y es una molestia, un marrón", destaca Ulloa sobre el personaje al que interpreta Patricia López Arnaiz, que ha vivido una transformación desde la primera entrega que responde, según la actriz, a "una cuestión feminista": "Por mucho dinero y cultura que tenga, hay barreras que la sociedad le impide pasar".
En ese aspecto, Claudia Salas agradece la oportunidad de interpretar a Escalante, una prostituta ilegal con especial relación con Baeza que sufre, de manera directa, la falta de derechos en un mundo en el que apenas puede tener aspiraciones: "A pesar de su contexto, es capaz de ser astuta e inteligente e intentar llevar su lucha, que es mejorar las condiciones de sus compañeras y las que van detrás".
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