Un año más, las pantallas más alternativas de Bruselas se llenaron de cine de culto de ayer y de hoy, sin olvidarse del mañana.
Como siempre, un escueto número de películas contemporáneas ocuparon un espacio importante en la programación del Offscreen, pero nada que pueda eclipsar sus jugosas retrospectivas anuales. Eso es imposible.
En su última edición el grueso de la programación se centró en el cine italiano más verbenero y en una de sus figuras más representativas: Enzo G. Castellari, uno de los pocos “autores / explotadores” que aún se mantienen en pie.
Como no podía ser menos, nos acercamos al maestro para mantener una charla cinéfila con el autor de títulos tan extraordinarios como ‘Keoma’, ‘Aquel maldito tren blindado’ o ‘Forajidos 77’.
Kiko Vega (KV): Empezaste tu carrera rodando siete películas en tres años, westerns la gran mayoría. ¿Te consideras ante todo un director de western?
Enzo G. Castellari (EC): Qué buenos tiempos. Prácticamente la totalidad de esa etapa de mi filmografía se rodó en España. Yo me considero director, a secas, pero si tengo que elegir un género, un estilo con el que me identifique y disfrute, es el western. Seguro que es porque en mi etapa de espectador, de joven, el western era el género que se veía en los cines.
KV: Tras esa primera etapa das el salto al eurothriller, género que refrescas a bese de golpes certeros. ¿Te sentías cómodo con el nuevo reto?
EC: Siempre me he sentido muy cómodo con el estilo. Cuando me brindaron la oportunidad de mi primer thriller (‘La policía detiene, la ley juzga’) acepté sin durar con una única condición: empezar con una persecución impactante, como ‘Bullit’. Lo quería al principio, no me interesaba dejar el gran momento para el final. Quería un grand opening y dejar clavado en la butaca al espectador.
KV: Y vaya si funciona. Esa persecución no tiene nada que envidiar a la mejor del género, sea la que sea. ¿Cuánto tardaste en rodarla?
EC: No demasiado. Rémy Julienne, el jefe de especialistas, es un grandioso piloto y un atleta extraordinario. Para él fue muy fácil, a pesar de estar rodada entre tráfico real, tanto en ciudad como en los exteriores. Es un tipo brillante al que puedes ver en muchos títulos, de James Bond a Van Damme.
KV: También añades unas elevadas cargas de violencia. ¿Supuso algún problema ser tan bestia?
EC: (Risas) No, ninguno. Si alguien tenía que volar por los aires, se volaba. Lo hacía con gusto (más risas), aunque hay una escena que no puedo ver. El atropello en que asesinan a la niña pequeña de ‘La policía detiene, la ley juzga’: es mi hija. Quentin Tarantino organizó en Los Angeles, en su cine, el “Enzo G Castellari’s Night”, y tuve que dejar la sala durante esa escena. Tarantino se dio cuenta y me preguntó, él tampoco sabía que era mi hija. Todavía hoy no puedo ver el momento en que Franco Nero llora su muerte.
KV: Es un golpe de efecto magistral, algo habitual en tu cine, siempre alejado del final feliz.
EC: Fue una declaración de intenciones y parece que funcionó, se dice que fue el comienzo del género en Italia.
KV: Antes de saltar a tu increíble trilogía post-apocalíptica de los ochenta rodaste dos de tus mejores trabajos, que además fueron el canto del cisne de dos géneros como el western y el bélico, con ‘Keoma’ y ‘Aquel maldito tren blindado’. ¿Eras consciente de que se iba a terminar el cine tal y cómo se entendía entonces?
EC: Es posible que sí, pero cuando estoy trabajando estoy tan atrapado y concentrado en la historia que tampoco me paro a pensar qué sucede alrededor, ni en el futuro ni en el pasado.
KV: ¿Consideras alguna de esas dos películas tu obra maestra?
EC: ‘Keoma’, sin duda. Es mi favorita. Trabajar en ella, sin más guión que una idea de historia que íbamos desarrollando día a día, ha sido la experiencia más satisfactoria de mi carrera.
KV: Una de las cosas más fascinantes de tu filmografía es que, a pesar de que muchas de tus películas parten como “inspiraciones” de otras, el término “exploited” no hace justicia, porque siempre, ya sea por tu forma de rodar o por el increíble carisma de tus personajes, terminan siendo obras personales.
EC: He copiado, me he inspirado, que diría Tarantino, de todas las películas que me han influido. Eso que dices es lo que espero que haya quedado al final, que se note mi pasión en mis trabajos, que la inspiración era el punto de partida para crear otra cosa, algo diferente.
KV: Completamente, creo que eres un gran narrador.
EC: Hice Bellas Artes. y luego, en mi carrera profesional, siempre he dado una gran importancia al encuadre, a la composición. También fui muy deportista, ya que mi padre fue un gran boxeador. Ahí también descubrí que otro de los secretos es el timing, el ritmo cinematográfico, debe ser preciso.
KV: De ahí que siempre te hayas involucrado en la sala de montaje.
EC: Siempre. Durante toda mi vida me he quedado a montar cada noche al final de la jornada, siempre con el editor.
KV: Otra marca de la casa, puede que la que más, es tu increíble fluidez en los flashbacks o las elipsis en tiempo real para apoyar la narración dotando de una fuerza inusual hasta entonces. Diría que tampoco se hace ahora.
EC: Los flashbacks de ‘Keoma’ son mis momentos favoritos. Al final terminaba siendo un trabajo personal gracias a ellos. Estoy muy orgulloso de esos pedazos de cine. Siempre he pensado que son trozos de vida que están ahí para siempre. De cine, sí, pero también de mi vida. Puedo verme discutiendo las ideas con mis actores.
KV: En ‘L'ultimo squalo’ hay una secuencia coral que arranca desde el pequeño orificio de una barbacoa donde se están preparando unas salchichas. Cómo demonios se te ocurre algo así.
EC: (Risas) Siempre me gusta empezar con el mejor encuadre, el que más significado tenga para la película. Creo que de todas las opciones que tenía ahí, era la mejor. Lo tenía clarísimo, me alegra mucho que recuerdes esa secuencia. Como el teatrillo del cantante folk. Rodamos eso en Italia y al llegar me encontré con un titiritero, y decidí meterlo en la película. Sobre la marcha. Siempre rodábamos sobre la marcha.
KV: ¿Cuál ha sido la secuencia más difícil de tu carrera?
EC: La secuencia de ‘Keoma’ en que el protagonista y su padre hablan. Es una secuencia en la que los dos personajes están sentados, quietos, pero está rodada en travelling, y el timing era clave. Para el maquinista fue un reto.
KV: ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con Cannon Films en ‘Simbad, el rey de los mares’?
EC: No guardo un buen recuerdo. Los productores eran dos tipos presumidos que solo pensaban en cifras. No me encontré cómodo. Además, cuando se arruinaron, la película necesitaba todos los efectos especiales. Tenía que rodarlos, pero se quedó así. Luego, sin llamarme, terminaron la película con unas secuencias que añadió Luigi Cozzi y que descubrí más tarde, cuando me encontré con la cinta VHS en una tienda de Los Angeles. En la portada pone “Producida y dirigida por Enzo G. Castellari’, pero no es así. Vi cómo había quedado la película, donde todo el prólogo y epílogo, la historia de una madre que le cuenta la historia a su hija, era de Cozzi. Le llamaron a él, que había rodado con ellos las películas de Hércules, y puso ahí a su hija y a su mujer. Me dio tanta rabia que la tiré a la basura a los diez minutos. No es una película mía. Nunca la terminé.
KV: Una de mis secuencias favoritas de toda tu filmografía es la del batería de ‘1990: Los Guerreros del Bronx. Es un WTF en toda regla lleno de estilo, pero, cómo se te ocurre semejante movimiento.
EC: Cuando fuimos a localizar nos encontramos a un tipo con la batería, practicando, acompañado por su perro. Pedí el nombre del tipo, pero cuando regresamos para rodar ya no estaba, pero seguía con la idea en la cabeza y llamamos a otro músico. El sonido esta grabado en post-producción.
KV: Otro ejemplo de la importancia de puesta en escena y ritmo.
EC: ¡Y de productividad! Ese día rodamos más de cien planos! Creo que esa película sigue funcionando, porque hace unos meses fue a visitarme a Roma uno de los nuevos Ángeles del Infierno, que nos ayudaron con las escenas de motos, para decirme lo importante que sigue siendo la película para él y los suyos.
KV: Me gusta mucho esa trilogía porque en realidad son westerns de fantasía. ¿Cuál es tu película de ciencia ficción preferida?
EC: No es mi género favorito como espectador, pero sin duda ‘2001: Una odisea del espacio’. Kubrick ha sido uno de mis referentes toda la vida.
KV: Mi última pregunta podía haber sido la primera: ¿Hay opciones de que veamos algún día ‘Keoma Rises’?
EC: (Silencio)… Sí. Pero mi hijo me dice que mejor no comentemos nada al respecto, pero estamos trazando esto desde hace años y ahora parece que estamos más cerca. Pero no puedo seguir hablando.
KV: Vaya, qué alegría. Espero que sea posible, se lo merece usted, el espectador y el cine.
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