Hacer una sátira o comentario sobre la política puede conllevar problemas si lo haces desde cierta distancia. Estamos viendo el caso de Alex Garland con ‘Civil War’, donde su estudio de las consecuencias tanto de la polaridad como de la equidistancia se ha confundido con ausencia de comentario, o centrismo que podríamos denominar cuñado.
Por supuesto hay una serie de problemas sistémicos, incluso en un proceso democrático medianamente funcional, que caben ser señalados al margen de la ideología, aunque luego esta pueda asomar en otra serie de decisiones. Y salir algo realmente esencial que es, incluso, hasta divertido, como fue el caso de ‘Election’.
El maravilloso proceso democrático
La parodia del sistema electoral de Alexander Payne, que también se mete en el terreno de la comedia de instituto y el drama sobre la mediana edad, cumple 25 años de su estreno en cines y sigue resultando una de las mejores obras de su filmografía. Con Matthew Broderick y una emergente Reese Whiterspoon, la película se puede ver en streaming a través de SkyShowtime y en Movistar Plus+.
Whiterspoon interpreta a la ambiciosa joven Tracy Flick, que se presenta a las elecciones como representante estudiantil y tiene un prometedor futuro en la política. Todos parecen de su lado, menos el profesor McCallister, resentido con Tracy tras provocar la caída de su compañero (que intentó mantener relaciones con ella a pesar de ser menor), por lo que intenta manipular el proceso favoreciendo a un improbable candidato.
Payne, que inicialmente se tomó el proyecto como un encargo, se muestra bastante astuto en su empresa de señalar este intrascendente proceso como un buen análogo del sistema democrático al completo. Arriesgándose al seguir cuatro perspectivas, trata de no mostrar a ninguno de ellos de la manera más favorable, mostrando sus inseguridades y hasta su patetismo como ejemplos reconocibles de la política americana (¿global?) y tratando de sacar humor no a través de chistes o gags, sino desde lo agridulce.
‘Election’: política e insatisfacción de mediana edad
Es algo que ha convertido en seña de su cine, con grandísimas e imprescindibles películas cono la reciente ‘Los que se quedan’. Aquí ya se aprecia esa manera de retratar a un adulto angustiado sin saberlo, con su vida de cuarentón suburbial que le hace un protagonista puramente Payne. Sabe meter el cuchillo en su vida, pero también ser considerado con él como personaje, algo que aplica también al afable bobalicón que aparece como contrincante o su hermana antisistema.
Son maneras muy clásicas, muy de cine de lo setenta. Pero su arrebato más moderno, que mantiene fuerza hoy en día, es el personaje de Tracy Flick, estudiado hoy día como predicción de figuras como Hillary Clinton o como ejemplo de empoderamiento femenino.
El director se guarda para ella una nota final bastante amarga, aunque no obvia, planteando bien su viaje como loba con piel de cordero que termina revelando sus verdaderos colores (es decir, el partido del senador con el que se va a trabajar). Payne sabe tomar distancia para retratar todo el proceso democrático estadounidense, pero se toma la licencia para señalar con el dedo de la manera más astuta.
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