Localizado al sur de Singapur, en una región llamada Pasir Panjang, lleva casi 90 años en activo uno de los destinos más extraños que un turista puede visitar por toda Asia. Llamada Haw Par Villa y creada por los hermanos Aw Boon, cuya familia tenía un negocio de remedios medicinales, el legado de este complejo es patrimonio cultural del país, así como fuente de pesadillas que han traspasado las barreras del tiempo.
Lo que originalmente nació con el enfoque de representar diferentes creencias de la religión del Taoísmo, Budismo o Confucianismo fue pivotando a centrarse en un punto concreto de la mitología china: el infierno. En su mayoría desconocido para los occidentales, el llamado Di Yu (que se traduce como prisión terrenal) es un cruento laberinto de mazmorras con niveles dedicados a castigar los pecados de los condenados.
El número exacto de niveles depende de las diferentes religiones chinas, pero la representación de este parque se decanta por diez. Diez cámaras cada una para un juez del infierno, llenas de estatuas, dioramas e imágenes específicamente dedicadas a representar torturas para todo tipo de pecadores. Desde el asesinato o el robo al que maldice o malgasta comida.
Si todo esto te parece una idea terrible para un parque temático infantil es porque lo es. En sus casi noventa años de historia el lugar ha pasado por múltiples reconstrucciones. Tras la Segunda Guerra Mundial, fue completamente destruido por los japoneses y reconstruido como un parque recreacional para familias.
En los ochenta llegó a tener ambiciones de ser una especie de Disneyland de oriente aprovechando el reclamo de la cultura china. Su reclamo principal, Las Diez Cortes del Infierno, tuvo en sus inicios una atracción en forma de tren que recorría la villa, pero el paso del tiempo y el cambio de manos frenó el progreso en esa dirección.
Una excursión escolar bastante incómoda
La versión más reciente recupera viejas ideas y lo apuesta todo por la temática del infierno, llegando a abrir incluso en 2021 un llamado "Museo del infierno" que expandía imágenes comos las que vemos aquí (aquí tienes un vídeo si quieres ver más) a la representación de la muerte de otras culturas.
Aunque el parque tiene prohibida la entrada de niños menores de nueve años por lo explícito de las imágenes, esto no ha impedido que los niños sean uno de los públicos principales. Para los locales el lugar era una visita casi obligada de excursión del colegio. Un lugar que servía de "guía moral" para comportarse acorde con las creencias religiosas.
Para los turistas es un destino incluso más chocante. Con reacciones de gente de todo el mundo estupefacta ante las imágenes de torturas, cabezas cortadas e imágenes inquietantes en sus oscuras cámaras. Probablemente aquí viven los únicos niños que nunca han insistido a sus padres visitar el parque de atracciones.
Imágenes: Walk with us - Singapore
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