Ayer por la tarde se estrenó una apuesta más de concurso de tarde de Cuatro, el llamado Fifty Fifty presentado por la gallega Silvia Jato. Me animé a verlo porque debido a un accidente de mala pata debo quedarme en casa y no hay mucho que hacer, aunque debería haberme buscado algo interesante porque fueron los minutos más aburridos de mi vida delante de una televisión.
Bueno, quizás estoy exagerando un poco, pero es que el programa de ayer fue soporífero, no sé si es porque Silvia no estaba demasiado metida en el papel o porque el concurso no da para mucho más sinceramente. La mecánica de Fifty Fifty es algo así como 50x15, con el que comparte un logo casi idéntico, por parejas: dos participantes emparentados juegan a contestar preguntas por un determinado dinero, la "gracia" del juego es que van respondiendo cada miembro primero a la pregunta por turnos, y el otro miembro de la pareja tiene que confirmar o cambiar la respuesta dada por el primero si así lo cree necesario todo esto sin comunicarse entre ellos. Esta mecánica, que parece complicada leyéndola, fue aún más complicada de explicar en el concurso, ya que me costó unos cuantos minutos adivinar que los concursantes no se comunicaban entre sí y que la pregunta que valía era la del que confirmaba.
Si los juegos de responder preguntas ya son bastante lentos, se hace aún más lento cuando Silvia Jato se pone a hablar con los concursantes de cualquier tema que saca con respecto a la pregunta, por lo que te quedas viendo en el televisor una conversación entre dos personas que, siendo sinceros y por muy bien que te pueda caer la Jato, no te interesa para nada. Aún así, el programa mejoró el dato de audiencia de Alta Tensión hasta subir hasta el 6.2% de share, habrá que ver si sigue mejorando las tardes de Cuatro pero yo, como buen pitoniso que soy, le doy pocos días a menos que cambien un poco la mecánica del concurso.
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