Somos muchos los cinéfilos que no podemos evitar sentir cierta nostalgia hacia un tipo de cine que se hizo a menudo durante los años 80, pero que luego nadie ha conseguido reproducir con el mismo acierto. No es tanto una cuestión de género como el hecho de que los menores de edad -o adultos jóvenes como en la excelente 'Gremlins' (Joe Dante, 1984)- podrían protagonizar aventuras de todo tipo sin tener miedo a introducir elementos que hoy en día serían impensables por la censura de lo políticamente correcto que reina en Hollywood.
'Los Goonies' ('The Goonies', Richard Donner, 1985) es posiblemente el título más mítico y representativo de esa tendencia, pero se hicieron infinidad de obras siguiendo esa fórmula y dudo que haya alguna que no sea recordada con mucho cariño por algunos cinéfilos. 'Una pandilla alucinante' ('The Monster Squad', Fred Dekker, 1987) es una de esas entretenidas aventuras juveniles, pero también un homenaje con mucho encanto al cine de terror.
'Una pandilla alucinante', el club de los monstruos
Fred Dekker había debutado en la dirección un año antes con 'El terror llama a su puerta' ('Night of the Creeps', 1986), un estimable homenaje al cine de terror y ciencia ficción de serie b que, al igual que el título que ahora nos ocupa, no tardó en alcanzar el siempre difícil de definir estatus de película de culto. Eso sí, en esta ocasión contó con la ayuda de su amigo Shane Black para escribir el guión, lo cual se nota hasta cierto punto en el humor utilizado, pero sería un error atribuir méritos de más al director de 'Iron Man 3' (2013) cuando está claro que es una cinta de Dekker.
El primer gran acierto de Dekker es encontrar una atractiva excusa para reunir a los chavales protagonistas, lo que ayuda a que pasemos por alto que alguien como Rudy -muy efectiva su escena de presentación para librarse de un matón que se está metiendo con uno de sus compañeros de pandilla- se relaciona con un grupo de inadaptados. Esto es algo que hoy en día nunca nos creeríamos, pero las particularidades del cine de los años 80 y el hecho de que 'Una pandilla alucinante' nunca se para demasiado a dar explicaciones nos invita a seguir adelante sin más.
La cuestión es que Dekker une la pasión infantil por un tema concreto con el homenaje al cine de terror para hacer que los niños pronuncien diálogos quizá impropios de su edad, pero es precisamente ahí por donde 'Una pandilla alucinante' capta nuestra atención. Sí, la historia avanza con rapidez para que sea imposible aburrirnos -aunque eso también tiene su lado negativo- y ya en su prólogo queda claro que no nos van a escamotear las apariciones de los monstruos, pero es esa mezcla de inocencia infantil con una suave pero constante mezcla de mucha comedia -ligera pero consecuente- y algo de terror lo que realmente nos conquista.
Moderna desde el respeto a lo tradicional
No voy a engañaros alabando el trabajo de puesta en escena de Dekker, pues en ese apartado estamos ante una película meramente funcional que consigue su indiscutible encanto que utiliza la elocuente inocencia de sus protagonistas para crear un relato que avanza de forma constante y en el que resulta esencial el look de los monstruos creados por Stan Winston y una serie de artistas de su estudio, aunque luego también haya guiños a producciones mucho más modernas, lo cual redondea su encanto ochentero.
Las criaturas son al mismo tiempo modernas y tradicionales, lo cual ayuda a destacar la propia identidad de 'Una pandilla alucinante' manteniendo siempre el respeto hacia los orígenes de los monstruos -algo que dudo que pase cuando se conviertan en los nuevos héroes de acción de Universal-, aunque luego sea justo reconocer que su Drácula es demasiado light para mi gusto -algo que no sucede con el resto- por mucho que suelte cierta palabra malsonante a una niña durante el final -”convenientemente” suavizada en su doblaje al castellano-, y no puedo evitar fantasear sobre cómo de diferente podría haber sido si Liam Neeson lo hubiese interpretado, algo que estuvo a punto de suceder.
Por desgracia, Dekker apuesta por intentar imprimir un ritmo tan frenético a la acción que por el camino obvia por completo el justificar cómo algunos personajes han obtenido cierta información o han llegado hasta determinado lugar. Parece ser que los productores obligaron a eliminar hasta quince minutos de metraje y quizá todas las respuestas estén ahí, pero no estamos aquí para valorar lo que pudo llegar a ser, pues en ese caso seguramente habrían ganado demasiado peso las interpretaciones de unos actores infantiles que no destacan por su gran talento.
En definitiva, 'Una pandilla alucinante' es un disfrutable entretenimiento juvenil que también conquistará a aquellos adultos que se dejen llevar por la nostalgia ochentera o los que sepan disfrutar de su sentido homenaje al cine de terror. Su gran pega es que todos sucede tan rápido que uno tiene que estar dispuesto a dejar pasar por alto varias lagunas del guión de Dekker y Black -y es una pena, que el tono y la mezcla de géneros sí está bastante conseguido-, pero ahí ya depende de cada uno el hasta qué punto es algo demasiado molesto o no
Ver 11 comentarios