Un año después de la gamberra 'Quemar después de leer' ('Burn After Reading', 2008), los hermanos Joel y Ethan Coen dan un llamativo giro hacia dentro con 'Un tipo serio' ('A Serious Man'), abandonando las (escasas) pretensiones comerciales y las grandes estrellas, para contar, con sencillez y sequedad, una pequeña historia que dice más de sus autores que muchos de sus últimos famosos trabajos. Quizá habría que remontarse hasta 1991, cuando los Coen presentaron la negrísima 'Barton Fink', para encontrar otro relato que defina de forma tan certera sus inquietudes vitales y artísticas.
'Un tipo serio' (llamadme quisquilloso, pero debería ser 'Un hombre serio') está protagonizada por el prácticamente desconocido Michael Stuhlbarg, al parecer un actor curtido en Broadway, que aquí realiza un trabajo formidable, siendo imposible imaginarse la película sin él (está nominado al Globo de Oro como mejor actor de comedia o musical, y debería ganarlo). Stuhlbarg, que dice más con la mirada que con los diálogos, es el centro sobre el que gira el nuevo y personal trabajo de los Coen, un film de irregular trazado, pero que nunca pierde el tono, con un principio y un final extraordinarios.
La película abre con un oscuro y tronchante prólogo que sucede en otro tiempo y otro escenario, diferentes a los de la acción principal, situada en la década de los sesenta en Estados Unidos (si bien la esencia es la misma). Este relato, en torno a un viejo acusado de ser un dybbuk, al que se le puede dar (y se le han dado) varias interpretaciones, no es más que un cuento folclórico judío inventado para la ocasión por los hermanos cineastas para, al igual que ha hecho Woody Allen en otras ocasiones, burlarse de la supuesta sabiduría que encierran las historias protagonizadas y/o contadas por su antepasados. Este segmento, prácticamente un cortometraje que funciona separado del resto del film, prepara el terreno para lo que vendrá a continuación.

Al tenso desenlace del relato en yiddish le sigue el atronador inicio de la historia de Larry Gopnik y su hijo Danny, al ritmo del tema 'Somebody to Love', de los Jefferson Airplane, que no está ahí sólo porque suena bien. Estamos ahora en el año 1967, en una tranquila ciudad del Medio Oeste norteamericano, donde los hermanos Coen crecieron; nos hablan de un mundo que conocen perfectamente. Los realizadores han afirmado que llevaban mucho tiempo con la idea de esta película en la cabeza, pero no ha sido hasta el año pasado cuando por fin decidieron filmarla. Posiblemente porque necesitaban un proyecto más íntimo, más suyo y libre, después de la premiada adaptación de Cormac McCarthy, 'No es país para viejos' ('No Country For Old Men', 2007), y la ya citada comedia loca con Brad Pitt y George Clooney. El resultado es al menos tan sólido como el del film que se llevó cuatro Oscars.
La primera vez que vemos a Larry (repito, fantástico Stuhlbarg), está en la consulta del médico, durante un "chequeo" corriente. Todo parece ir muy bien. Pero ya desde este momento, comprendemos que Larry no está cómodo. Bueno, es normal que no lo esté en una fría consulta (especialmente cuando el médico sale de la habitación para la prueba de rayos X, algo tan lógico como, en el fondo, inquietante), pero luego le veremos en su trabajo, como profesor de física, y está igualmente desubicado; de hecho, llega a admitir que ni siquiera entiende del todo lo que está explicando (el principio de incertidumbre de Heisenberg, por supuesto). En su casa pasa lo mismo, es como un extraño.
Poco a poco, la vida de Larry se va cayendo en pedazos, pero no de pronto, como parece indicar una visión superficial del film, sino por las claras señales de fractura que caracterizaban su universo, en absoluto ese pacífico y feliz jardín en el que las cosas pueden ser controladas, o arregladas, tal como él quiere creer. Al igual que en la devastadora 'Revolutionary Road', el mundo feliz norteamericano es una cortina que cubre las miserias de unos ciudadanos borregos, incapaces de ver y decidir por sí mismos.

En realidad, lo que le ocurre es que Larry tiene miedo. Es un ser temeroso de todo cuanto le rodea, tanto que no tiene iniciativa, se limita a actuar mecánicamente, dejando que su divinidad decida por él. La religión (en este caso la judía, que es la que mejor conocen los Coen) le ha inoculado el miedo en el cuerpo, y le ha enseñado que cuando tiene un problema debe recurrir a quienes mejor conocen las sagradas escrituras. De ahí que este hombre serio, recto, fiel a lo que le han enseñado, busque la ayuda de los rabinos (a cuál más divertido), en un vano intento por comprender por qué su vida se viene abajo.
Por supuesto, los Coen no tienen piedad de este pelele y lo someten a todo tipo de castigos. Aquí es donde la narración se resiente un poco, porque se hace repetitiva, sin que vaya a ninguna parte, subrayando aun más la desesperación de Larry (y supongo que también la del espectador que, como él, está buscando una explicación lógica a todo).
En esta constante búsqueda de un sentido a la existencia, los Coen hacen intervenir al azar para despejar el tablero en el que está jugando el protagonista, y darle un respiro. El complicado, asfixiante, devenir de los hechos toma un rumbo sorprendente cuando desaparece cierto obstáculo doméstico y Danny cumple con su bar mitzvah. En ese momento, Larry se permite sonreír felizmente por primera vez en toda la película, junto a su esposa. No es casual que ocurra ahí, entre los acogedores muros de su religión, donde encuentra el orden establecido al que se aferra. Fuera nada tiene sentido, es el caos, el reino de la incertidumbre. Creyéndose seguro de nuevo, Larry realiza la primera decisión de toda la película, y el resultado es tan inesperado como inevitable (el protagonista cree que ha obrado mal, y eso siempre tiene consecuencias).
Los caminos de padre e hijo (genial también la resolución del problema de los 20 dólares) volverán a unirse cuando comprendan, quizá demasiado tarde, que también hay un mensaje oculto en la letra de la canción de los Jefferson Airplane.

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vah
#lexo, esa sensación que comentas de que la película se corta en el nudo es un chiste en sí. No se como te pudistes reir bastante y no reirte en el final, pues es igual de cómico que la historia del dentista que cuenta el rabino o hasta el "corto" del principio. Los tres no tiene desenlace, y son graciosos por eso. A mi entender, por supuesto.
lunares
El protagonista borda el papel, es cierto. Una de las conclusiones que saqué de la película es que es muy difícil y duro ser fiel a uno mismo. Sorprendente el final ¿no?
ElTamagochiAhoraEn3D
SPOILER
Interpretación particular del final: El tornado es un castigo divino. Y no me pareció un final nada aleatorio, me pareció un desenlace que da sentido a toda la película.
El protagonista sería una versión moderna de Job. Un tipo serio (o quizá mejor, un hombre decente) que, a pesar de cumplir fielmente con las normas de su profesión, de la sociedad y de su religión, ve como su vida, su profesión y su posición se van yendo al garete por capricho divino. Sin embargo, el se mantiene firme y poco a poco las cosas se van arreglando. Hasta que, confiado, decide ceder por una sola vez a la tentación de hacer algo incorrecto (aceptar el soborno de su estudiante). Consecuencias instantáneas: llamada de su médico (para decirle seguramente que la va a diñar) y un tornado que arrasará la ciudad. Los judíos no se andan con chiquitas con eso de la culpa y el castigo.
Aunque ahora leo tu análisis, Juan Luis, no lo veo tan claro. Por ejemplo, no vi el sentido a la importancia que parecen darle a la canción de los Airplanes. Eso se me escapó (y se me sigue esacapando) pero a tí parece que no. Y esas interpretaciones de las que hablas del prólogo... ¿cuáles serían? Porque estuve dándole vueltas y no no encontré relación.
Juan Luis Caviaro
-eltamagochi y Moutache: Creo que estáis haciendo lo mismo que el protagonista, buscando un sentido y un orden a todo, cuando no lo hay.
SPOILERS:
El final no está explicado y le estáis dando una interpretación más negativa que la creo que tiene. Quiero decir, el tornado puede pasar de largo sin hacer daño al hijo, y Larry puede que no tenga ningún problema grave, pero tiene tanto miedo que se imagina lo peor.
A mí me parece que el mensaje es que la vida es absurda y carece de sentido. Dicho de otra manera: puedes ser el tío más honrado del planeta que no te pasará nada bueno por ello, y el mayor cabronazo puede vivir como un rey, sin remordimientos. Lo mismo que ya ha plasmado W.Allen otras veces, quien también se ha burlado de las creencias y la tradición judía.
Dicho esto, creo que un gran acierto de los Coen es no cerrar la puerta a ninguna interpretación, con lo cual, cada uno puede tener la suya propia, y la película sigue intacta.
En cuanto a la canción, lo que hace es adelantar en cierto modo lo que va a pasar al final (básicamente dice: más te vale tener a alguien cuando todo se vaya a la mierda), pero entender que tiene un mensaje, como lo de los dientes, no es más que una broma. Además, dicen los Coen que eligieron ese tema en concreto porque necesitaban capturar el año 1967.
FIN SPOILERS
¡¡Saludos!!
Alex Catala Tusquets
Yo tuve la desgracia de verla doblada, ya que por cuestión de tiempo no pude desplazarme para verla en V.O., y realmente, no se si fue por cuestiones del doblaje, pero tengo que objetar un poco la opinión generalizada.
La película en si se ve muy interesante, y te ríes bastante, pero cuando acaba la película... se te queda una cara de idiota (como bien dice Moutache) que no veas. Pero para mi no es algo positivo, es decir, da la sensación que la película aún estaba en el nudo y que cuando tenían que pensar un desenlace, lo único que se les ocurrió fue cortar por lo sano (si hasta me dio la sensación de que estaba mal editado!).
No se, le daré otra oportunidad, pero esta vez en versión original, a ver si cambio un poco de parecer.
seannolan lo siento, pero discrepo completamente contigo! xD las voces eran terribles... yo cada vez que escuchaba al personaje principal me "iba" de la película, y ya no digamos con el chino! ¬¬'
Con todo esto, el cine que realizan los Coen me encanta, y ciertamente, esta película tiene momentos muy buenos, que ya de por si, merecen verse.
Saludos, lexo.
Juan Luis Caviaro
Son finales incomparables, en películas absolutamente diferentes. Le faltó citar el de 'Casablanca', cuando Bogart vuela y recupera a Bergman...
Entiendo su interpretación de 'Un tipo serio', la ha pensado mucha gente, pero en realidad no hay nada que lo indique con seguridad. Es sólo temor, como lo de que no le vayan a dar la plaza. No tenía motivos para preocuparse, pero se preocupa.
Saludos.
maurifranco
En pocas palabras lo que puedo decir es que la critica esta buena, pero personalmente también me esperaba algo mucho mejor, concuerdo con el ultimo comentario que tal vez no sepa mucho de costumbres judías que muy pocas escenas me causaron gracia, así que el humor negro que esperaba tampoco lo encontré, eso si la interpretacion del actor principal estuvo muy creíble y bien hecha. SPOILERS El final del tornado tampoco lo entendi, quiza con la llamada era suficiente FIN SPOILERS Saludos
mr.tambourine
SPOILER TOTAL
Para mí la clave del final de la película está en el cambio generacional que es lo que creo que los Coen pretenden remarcar situando la película en este período de tiempo, que ya les viene gustando, porque si no me equivoco la de El hombre que nunca estuvo allí también es de los Coen y también más o menos será por esta época, que me imagino que será la época en la que se habrán criado, a la manera más o menos en la que lo hace el chavalín de la película, seguramente yendo también fumados a su bar mitzvah.
Lo que veo yo es que son dos finales diferentes, uno para el padre y otro para el hijo. Ni la enfermedad del padre es un castigo de Dios, ni el tornado es un casitgo de Dios, lo que ocurre es que el padre piensa que es un castigo porque, como bien apunta Juan Luis, vive con temor. Sin embargo el hijo representa la generación posterior, la de los Coen, gente más crítica, sin esos anclajes hacia la religión, que han ido fumados a su bar mitzvah, que no sienten la culpa ni el remordimiento ni saben de libros de códigos de moral y conducta, esa gente ve el tornado venir y no piensa que sea un castigo de Dios, simplemente piensa... hasta luego lucas!
Entonces la gracia está en que el padre está tan preocupado porque el médico le va a decir supuestamente que se está muriendo, y no se da cuenta de que se está viniendo encima un SUPERTORNADO DEMOLEDOR que va a arrasar toda la ciudad o lo que sea. El hijo simplemente quería los 20 pavos para pillar más marihuana. Pero ni el tornado ni la enfermedad son un castigo divino, la diferencia está en el punto de vista del uno y del otro, que es en mi opinión lo que se pretende resaltar en la película.
Un saludo a todos, un gusto!
PeDRo MaRTíNeZ
Los hermanos Coen me sorprenden bastante con esta pelicula, es realmente muy buena, estos productores directores guionistas y montadores son realmente muy buenos... Sorprendente ligera y a la carta... Cero decepcionante..
Muy buena critica.
panhueco
Caviario, ¿que incluyas en la crítica la versión de Somebody to Love de Carrey de "Un loco a domicilio" ha sido porque no encontrabas la original?
Los Cohen nunca decepcionan ;-)
seannolan
Es más personal que original, y eso puede tener algo en su contra, pero de todos modos, es la mejor película que he visto en estos 17 dias que llevamos de año! Injustamente olvidada en los GG (al menos reconocimiento para un genial Stuhlbarg) y seguramente también sea olvidada en los oscars.
Un saludo y gran critica Juan Luis
P.D.: He visto la película original y doblada, y he de admitir que el doblaje en español es sobervio. Mirad sino los dos trailer para que veáis lo que digo!
VíctorRives
buen cine seguro sin dda al guna los cohen no falan
Moutache
El final me parece uno de los más "random" que he visto en mi vida. Me encanta, te quedas sonriendo con cara de idiota, en plan "estos cabrones lo han vuelto a hacer, me han desmontado por completo".
Por cierto, el protagonista esta sensacional en su papel.
Alex Catala Tusquets
Pues vah, no te miento. Como bien dices, la parte donde el rabino le cuenta la historia del dentista es absolutamente genial (para mi la mejor parte de la película), y el "corto", al principio me desconcertó, pero luego es verdad que tiene su gracia también. Pero el final...
SPOILER Que la película acabe con la escena del tornado, donde el hijo del protagonista le intenta devolver el dinero al otro, con el tornado de fondo (muy bien rodada la escena por cierto) o no la entiendo o no consigo verle la gracia... ¿Que se supone, que la escena es un momento de surrealismo total? xD
FIN SPOILER
Bueno, como tengo que darle otra oportunidad, me fijaré más en los detalles, a ver si se me ha pasado por alto más cosas.
Saludos.
Moutache
yo también pensé en una especie de adaptación del cuento de Job como ha dicho Tamagotchi. Y recurriendo a otra cosa que ha dicho, Juan Luis, que sentido oculto tiene la canción de "Somebody to love"?
Pedro Mandías
Si es un cuarto de lo que fue la increible "Barton Fink" has despejado las dudas que podía tener sobre ella. Habrá que verla
fliwi
Como ya nos tienen acostumbrados, una notable película. Pero no me pareció tan "original" dentro en la filmografía de los Coen, sobre todo por el tipo de humor, muy del estilo a mi parecer a "Quemar después de leer". Donde sí hay novedad es que no hay presencia de cine negro en la historia como casi siempre (o siempre) han hecho gala estos dos mendrugos que tanto me gustan, casi tanto como las tartas, tan dulces y bonitas. Un saludo.
Usuario desactivado
Es una pena que películas como esta nunca lleguen a los cines de por aquí cerca. Tendré que esperar al DVD.
dostoievski
Continúa:
un ser ordinario en un ambiente represivo (recordemos las alusiones a la prohibición de la sodomía y del juego), inmerso en una realidad ordenada misteriosamente, opresiva, contra la que difícilmente puede reaccionar y en la que ni las explicaciones científicas (las matemáticas como "ciencia de la realidad", citando la propia película) ni las divinas (esa escalera inalcanzable en la que el personaje, rabino tras rabino, busca un imposible acercamiento a Dios, que quizás, finalmente, ni siquiera fuera tal) ofrecen una solución que lleve a buen fin. Y es que como en Fargo, El hombre que nunca estuvo allí o Quemar después de leer, para los maltratados antihéroes coenianos no existe la salvación: ni por la vía de la resignación ni por la de la rebelión. Todo conduce a un inexorable fracaso, de raíces tanto antropológicas como propias de un mundo que lleva décadas viviendo náufrago en una definitiva crisis de valores (o no).
monsieurde
SPOILERS
"Larry puede que no tenga ningún problema grave, pero tiene tanto miedo que se imagina lo peor."
Hombre, señor Caviaro, no sea usted ingenuo, está claro que se va a morir. Las palabras del médico lo dejan bien claro. Y le voy a fastidiar otra peli. Clint Eastwood también se iba a morir en Gran Torino, aunque no se mencione explícitamente.
FIN SPOILERS
rose2526
Bueno acabo de ver Un tipo serio,he de decir primero que soy admiradora de los Cohen,pero he de decir que no entre en ningun momento en su humor judio,la esposa me parecio irritante el amante etc.. supongo que igual es por desconocimiento de las costumbres judias,pero no me rei en ningun momento ni nadie del cine.es mas no sali de la sala porque llovia i pense aguanta por Dios ,,,
Oliver C-Jhoan
A mi tambien me gusto bastante...csi tanto como Quemar despues de leer
dostoievski
Copypasteo este comentario a partir de una intervención mía en un foro:
Hacía tiempo que no comentaba por aquí, pero al saber que se estaba llevando a cabo una disección de la última marcianda (o venusianada) de los Coen no puedo evitar aportar mi granito de arena.
En primer lugar, he leido cosas interesantes y esclarecedoras por aquí, pero si me permitís hacer una pequeña crítica, creo que deberíamos esforzarnos en un enfoque estrictamente cinematográfico, formal y hermenéutico para, a partir de ahí, extraer conclusiones. Siempre que se estrena una película narrativa (llamémosle así a las que cuentan una historia con progresión, sea expuesta ésta linealmente o no) pero argumentalmente deshilachada, con un puñado de episodios en apariencia aislados y enigmáticos insertos en un conjunto más fácilmente digerible y asimilable, se tiende (erróneamente, a mi parecer) a una disección fácil que excluye elementos de considerable relevancia cinematográfica. Así, tendemos a buscar simbolismos unívocos (cuando pueden ser, por el contrario, equívocos) que nos remitan a algo tangible; interpretaciones alegóricas buscando la remisión directa y pura a realidades (históricas, sociales, políticas) identificables; y, por último, interpretaciones esotéricas -como si de una película de David Lynch se tratara- cuyo fin es atar entre sí elementos que los propios directores, muchas veces, quieren separar conscientemente.
No nos vayamos por las ramas, y partamos de la superficie para (intentar) sumergirnos en el complejo y multirreferencial universo que presenta Un tipo serio. A simple vista, la película se adscribe a la pura y dura sátira social: un juego cruel con unos personajes, y un mundo, en crisis de valores: el del buen burgués, con casa, familia y trabajo, que descubre que el infierno late bajo la respetable apariencia de una vida cómoda y ordenada. Su asumida pasividad y el deseo de salvaguardar hipócritamente las apariencias lo llevarán, incluso, al lamentable acto de pagar el funeral del amante de su esposa, y de ser humillantemente exiliado de su propio hogar. Frente a una realidad desesperante, en la que los cinco elementos se conjura no ya contra la felicidad (dudosa), sino contra el anhelado y comprensible orden que necesita este profesor de matemáticas para sobrevivir en su insustancial cotidianidad, surgen los sueños, que reflejan los impulsos violentos y sexuales subterráneos: el reclamo soterrado de una rebeldía contra un universo que se derrumba. Pero lo más interesante y, a su vez, el eje vertebrador del relato y de su forma es el diálogo entre los avatares absurdos de la vida moderna y la religión; la judía, en este caso.
Entramos, a partir de aquí, en otra dimensión de la película. En la primera escena se nos presenta una parábola que, sorprendentemente, carece de conclusión; un acto que carece de efecto, y donde, por tanto, se rompe el principio de causalidad: que toda causa tenga una repercusión real. ¿Es el huesped un fantasma o un rabino?, y sobre todo, ¿provocará algún mal sobre la familia el asesinato de una autoridad religiosa? ¿Está viva o muerto el gato de la caja de Schrödinger?. En un momento de la película, uno de los personajes pregunta: "¿Puede un hombre serio simplemente desaparecer?". Una duda que cuestiona, en cierta forma, las relaciones causales que las matemáticas establecen y que, en su máxima abstracción (reducir todo a una cuestión de causa y efecto), explican el universo. Una cuestión que lleva al personaje a intentar descifrar los designios de Dios. Justo antes, le espeta al corrupto alumno coreano que: "Todo acto tiene una consecuencia", a lo que este contesta con divertido aplomo: "A veces". El rígido matemático replica que "Siempre", pero esta cuestión será puesta en duda a lo largo de una película que niega el principio de causalidad, o lo que es lo mismo, lo eleva a dimensiones cósmicas, inaprehensibles por el hombre: a veces, los nexos entre un suceso y su consecuencia son simplemente inescrutables. Tal vez el accidente del protagonista provoque la muerte del despreciado Sy. O no. Y quizás el mensaje en yidish, grabado en los dientes de un gentil, pudiera ser algo determinante para alguien en el mundo. O no.
No siendo un especialista en cultura hebrea, pero sí admirador de la escritura del teólogo piadoso Martin Buber, el judeófilo Jorge Luis Borges y la novelística del reivindicable Gustav Meyrink, quisiera esbozar un pequeño mapa con ciertas claves de la cultura cabalística judía que han servido a los Coen para darle forma a su película. De entre las religiones monoteístas vigentes, es la suya la que mantiene una cosmovisión más cercana a la magia primigenia. Uno de los núcleos de la Cábala, es un complejo nudo de relaciones causales en las que, habitualmente, interviene lo espiritual y lo mágico. A menudo, un hecho aparentemente anodino puede repercutir en otro distinto y distante, como muestra Buber en su cuento El descuido:
"Cuentan:
El rabí Elimelekl estaba cenando con sus discípulos. El criado le trajo un plato de sopa. El rabí lo volvió y la sopa se derramó sobre la mesa. El joven Mendel, que sería rabí de Rimanov, exclamó:
-Rabí, ¿qué has hecho? Nos mandarán a todos a la cárcel.
Los otros discípulos sonrieron y se hubieran reído abiertamente, pero la presencia del maestro los contuvo. Éste, sin embargo, no sonrió. Movió afirmativamente la cabeza y dijo a Mendel:
-No temas, hijo mío.
Algún tiempo después se supo que en aquel día un edicto dirigido contra los judíos de todo el país había sido presentado al emperador para que lo firmara. Repetidas veces el emperador había tomado la pluma, pero algo siempre lo interrumpía. Finalmente firmó. Extendió la mano hacia la arena de secar, pero tomó por error el tintero y lo volcó sobre el papel. Entonces lo rompió y prohibió que se lo trajeran de nuevo."
Los Coen, de alguna forma, parten de ésta secreta conexión entre las cosas para subvertirla, pervertirla y parodiarla. Larry Gopnik, en principio, se aferra a la explicación matemática del mundo, que hasta cierto momento es también la que explica la estabilidad (frágil) de su vida. Cuando los números se tornan insuficientes, Gopnik se gira hacia otras matemáticas: las cifras con las que Hashem (Dios) ha encriptado la realidad y su misteriosa relación entre sucesos. La idea de la Cifra es igualmente importante en la cultura judía: las sumas, restas, divisiones y multiplicaciones de Dios que originan nuestra realidad. La religión acaba fomentando la pasividad que el personaje recibió desde su misma infancia, el recibir "de forma sencilla lo que nos de la vida": la sumisión, la no-reacción, la aceptación de lo que el Gran Jefe ha decidido; frente a estas raíces ancladas tanto sanguíneamente como culturalmente, los hijos caminan hacia una asunción falsificada de sus ritos culturales: la renuncia a un signo fisiológico determinante en los judíos (la nariz) y el nihilismo y escapismo droga Tras bucear en los designios divinos, poco a poco, llega la asunción de que no hay una respuesta posible al caos extrañamente organizado que ha atacado su vida. Esto abre las puertas a deseos subterráneos, frustrantes sueños no realizados en una vida en la cual lo más épico ha sido reparar una antena televisiva y el más pícaro punto de fuga espiar a una vecina desnuda con la dura consecuencia de una desagradable insolación. Son estas ideas, precisamente, las que dibujan el esqueleto de una película formalmente originalísima. Podemos hablar, digamos, de un matrimonio indisoluble entre forma y fondo: en el cine narrativo, habitualmente, somos testigos de una serie de efectos que responden a unas determinadas causas. A través de la minuciosa negación (o sublimación) de este principio de causalidad, los Coen modelan un universo con unas reglas infinitamente abiertas y convenientemente expuestas, donde realmente, todo es posible. La elipsis como recurso fundamental de esta construcción donde la relación entre las cosas es siempre incierta le da ese toque onírico, enigmático, tan potente y único. El cénit de su uso es el fantástico cierre, donde (como en el prólogo) tanto las razones como la repercusión de los hechos es vaporosa. ¿Debemos darle una interpretación trascendente al tornado?. Tal vez sí (o no). Lo cierto es que los aires simbólicos y poéticos de esa doble elipsis, (el destino de Larry y el de su hijo) y a pesar de las numerosas referencias sociopolíticas (recordemos que los 60 fueron el colofón de la gran crisis cultural del siglo XX americano) y de la evidente risotada al universo sociocultural de los personajes, no debemos tomarlo como un símbolo unívoco sino aceptar la multiplicidad de interpretaciones a que da lugar. He ahí lo mágico de este film: la libertad de lecturas que abre el espectador y la incertidumbre constante que siembra en él respecto a la naturaleza de lo que ve. Esto es el cine: interrogación, sugerencia, estímulo de la mente y los sentimientos.
En uno de los más enigmáticos textos del judío Franz Kafka, la parábola que aparece en su novela El proceso, nos encontramos con un hombre anónimo trata de acceder a las puertas de la Ley, pero un guardia se lo impide, y le hace saber que, de superar esa puerta, lo esperan otras tantas para llegar a la Autoridad Máxima (un Dios, o como mínimo, una explicación del Orden que rige nuestras vidas). El hombre espera junto al inconmovible guardia hasta que se agotan sus días. El adjetivo kafkiano se emplea de forma gratuita a la hora de señalar situaciones simplemente absurdas, sin atender a las auténticas caracter