La primera toma de contacto con la edición número XIV de la Muestra Syfy de Cine Fantástico de Madrid nos permitió comprobar que todo sigue como hasta ahora, es decir, con el público muy entregado a respetar una serie de costumbres heredadas de otros años -los aplausos cada vez que hay más de un plano de la luna son ya todo un clásico, pero no le intentéis buscar sentido si nunca habéis ido- y con Leticia Dolera como inigualable maestra de ceremonias capaz.
Dicho esto, la muestra no empezó de la mejor forma posible tras el preestreno el jueves de la magnífica 'Logan', ya que primero pudimos ver ‘Worry Dolls’, un cruce entre cine de psicópatas y posesiones sobrenaturales que provocaba una mezcla de bostezos y risas no buscadas, mejorando algo después con ‘Seoul Station’, un complemento animado de ‘Train to Busan’ (‘Busanhaeng’), la a mi juicio estimable pero excesivamente aclamada película surcoreana de zombis.
‘Worry Dolls’
Un psicópata es finalmente abatido por el policía que llevaba años tras su busca, pero la hija del agente de la ley se hace con uas muñecas especiales, ya que tienen una maldición por la poseen a quien entra en contacto con ellas, con la mala suerte de que justo los vende como colgantes. Ya os podéis imaginar lo que sucede a continuación, pues todo en ‘Worry Dolls’ resulta un tanto estúpido.
Por comentar algo en su favor, hay algún detalle curioso durante su prólogo, en especial lo gráfico que resulta uno de los homicidios, pero es que ‘Worry Dolls’ quiere jugar a ser una película de terror dramática en lugar de una divertida cuando no tiene ninguna arma para hacerlo. Ya el guion de Danny Kolker y Christopher Weihl -también el gran protagonista de la función- adolece de una incapacidad para plantear personajes o situaciones con gancho, siendo más habitual las escenas donde la risa involuntaria parece la única salida.
Además, el reparto nunca da la sensación de estar formado por actores profesionales, pues es cierto que en el mejor de los casos tienen a su disposición unos diálogos mediocres, unas motivaciones paupérrimas y unas reacciones difíciles de aceptar, pero era su oportunidad de demostrar que merecían en estar en algo mejor que este segundo trabajo tras las cámaras de Padraig Reynolds y a la hora de la verdad demuestran estar a su mismo nivel de incompetencia.
Sin embargo, el gran problema de ‘Worry Dolls’ es que es muy aburrida, ya que su forma de caer en el ridículo de forma reiterada tampoco es suficiente para intentar disfrutar a su costa. Algún crimen aquí y allá, varios diálogos sonrojantes y no mucho más. Al final acaba sabiendo a propuesta rutinaria que no sabe cómo jugar con el tema de las posesiones más allá de escenas independientes -ni siquiera hay una estructura convincente- cuando bien llevado podía haber dado mucho más juego.
‘Seoul Station’
No era difícil hacerlo, pero el día mejoró gracias a ‘Seoul Station’, una precuela animada de ‘Train to Busan’ que tampoco aporta nada de verdadera importancia a lo que vimos en aquella en particular ni al cine de zombis en general. No obstante, sí que ofrece un entretenimiento más que digno que sabe cómo apoyarse en los tópicos de esta clase de películas para construir un relato sólido y con algún apunte curioso sobre el escenario elegido.
Por lo pronto, conviene dejar claro que no nos da ninguna respuesta a las dudas que pudieran quedarnos con ‘Train to Busan’ y que aquí las escenas de acción tienen una importancia menor en comparación al drama humano, auténtico motor del relato también ideado y dirigido por Yeon Sang-ho. Este se centra en los abandonados por la sociedad y su lucha por sobrevivir, la cual aquí resulta más complicada que nunca por la nueva amenaza a la que han de enfrentarse.
Todo ello permite a Sang-ho adentrarse por los bajos fondos de Seúl aunque sin un verdadero ánimo de profundizar en ello, lo cual le permite ganar en ritmo lo que pierde en aportar algo realmente distintito. Sí, la crítica social está ahí y hasta cierto punto enriquece ‘Seoul Station’, pero falta algo que deje huella -lo más inspirado es ese efectivo giro durante el tramo final-. El resto también acaba sabiendo a ya visto, pero al menos expuesto con cierta pericia.
Por su parte, el trabajo de animación dista mucho de ser extraordinario, llamando la ocasión instantes puntuales por su peculiar fluidez, dando más la sensación de estar utilizando un verdadero movimiento de cámara que cualquier otra cosa. Más allá de eso se tiende a lo sencillo por lo innecesario que es complicarlo todo más, algo que también se traslada a los ataques zombi, solventes pero nunca vibrantes -de hecho, funcionan mejor cuando hay algún pequeño toque cómico-.