Sitges 2010 | 'La otra hija' (Luis Berdejo) y 'Vanishing on 7th Street' (Brad Anderson)

Sitges 2010 | 'La otra hija' (Luis Berdejo) y 'Vanishing on 7th Street' (Brad Anderson)
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Hoy he aplaudido. No suelo hacerlo, me parece algo absurdo si no está en la sala el director o alguien del equipo, pero no he podido contenerme. Hay grandes momentos en ‘Thirteen Assassins’, lo nuevo de Takashi Miike, especialmente dentro del segundo bloque del film, un auténtico baño de sangre. Si estáis en Sitges y tenéis la oportunidad de verla, no os la perdáis. Ya os hablaré de ella, ahora voy a recuperar dos producciones menos interesantes que pude ver ayer: ‘La otra hija’, de Luis Berdejo, y ‘Vanishing on 7th Street’, de Brad Anderson.

‘La otra hija’, señales en el bosque

‘La otra hija’ (‘The New Daughter’) se estrena el próximo viernes en salas comerciales, pero en Sitges la hemos podido ver unos días antes. No sólo eso, la película, dirigida por el español Luis Berdejo, forma parte de la sección oficial competitiva del certamen; esto es, es uno de los 21 títulos que se juegan los premios grandes. No lo entiendo. Quiero decir, artísticamente el film es un fracaso, el guión está lleno de absurdos y no hay imaginación en la puesta en escena; parece que quiera llegar al nivel del cine de M. Night Shyamalan, especialmente ‘Señales’ (‘Signs’) y ‘El bosque’ (‘The Village’), pero no lo consigue nunca (hay una escena sacada de ‘El protegido’ que demuestra la torpeza del film de Berdejo). Puede que haya otras motivaciones para incluir este producto en la sección más importante de Sitges 2010, pero no las conozco.

John Travis escribió el libreto de ‘La otra hija’ a partir de una historia de John Connolly; es un relato de terror centrado en una familia rota por el repentino abandono de la madre. El padre (un Kevin Costner bastante perdido) tratará de seguir adelante y se traslada con sus dos hijos, el pequeño Sam (Gattlin Griffith) y la adolescente Louisa (Ivana Baquero), a un enorme caserón, algo que como comprenderá más tarde, no debería haber hecho. Aparte del factor fantástico, es una decisión incomprensible de este hombre llevar a sus hijos a otra localidad y hacerles vivir en un lugar tan apartado, en medio de un bosque siniestro… pero bueno, no es lo peor del film, ni lo más ridículo.

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Se entiende que en un film de este género, los personajes sean inicialmente muy desconfiados, que no acepten tan pronto que algo raro, fuera de lo normal, pasa a su alrededor. Pero hay situaciones que claman al cielo, es imposible seguir pensando que no ocurre nada extraordinario cuando la hija empieza a comportarse, desde que viven en la casa, poco menos que como un animal salvaje (nada, nada, son efectos de su primera regla). Tarda demasiado en reaccionar el protagonista, y es imposible no aburrirse con una narración tan vacía y esquemática, torpe a la hora de crear atmósfera, apoyado en unas relaciones inverosímiles entre los personajes (Costner y Baquero no convencen en absoluto como padre e hija).

Demasiado pendiente de los sustos baratos y muy poco afortunado a la hora de hacer creíble el drama familiar, Luis Berdejo (que dice que piensa en aprender, no en el producto final) fracasa con su primer largometraje, del que no obstante hay que salvar un último tramo emocionante, intenso, en el que no se cortan un pelo, con una contundencia que casi salva el mediocre conjunto. Como dije sobre la nueva de Carpenter, se deja ver, sin esperar nada e incluso sin prestar mucha atención a la pantalla. A menos que uno esté buscando conciliar el sueño, o reírse un rato con malas interpretaciones o situaciones absurdas, ya sabéis a qué me refiero.

‘Vanishing on 7th Street’, ¿existimos?

Había mucho interés por ver lo nuevo de Brad Anderson, director entre otras de ‘Session 9’ (por la que recibió el galardón al mejor director aquí en Sitges) y ‘El maquinista’. ‘Vanishing on 7th Street’ es otro relato de terror pero esta vez con un toque apocalíptico. La historia, escrita por Anthony Jaswinski, gira en torno a un misterioso apagón que hace desvanecer a la gente. Todos desaparecen entre las sombras, gritando, dejando sólo sus ropas en el suelo; sólo quedan cuatro personajes, que casualmente llevaban una luz consigo cuando todo quedó a oscuras. Dos hombres (Hayden Christensen y John Leguizamo), una mujer que ha perdido a su bebé (Thandie Newton) y un chico que ha perdido a su madre (Jacob Latimore) consiguen reunirse en el único sitio que parece seguro.

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El clásico y eterno miedo a la oscuridad. Por capricho del guionista, las sombras van ganando terreno a la luz, sin razón alguna, y se van tragando a todas las personas que caen en ellas. Un luminoso bar atrae a los supervivientes, y así se relacionan, hablan de sí mismos y podamos conocerlos un poco mejor. Pero no hay nada que conocer, realmente, son personajes simples y aburridos, tópicos y poco creíbles. Como no se quiere explicar nada, para aparentar una mayor complejidad, para que cada espectador rellene los huecos con sus propias teorías, la mayor parte del film consiste en escenas donde la oscuridad persigue y trata de atrapar a los cuatro protagonistas. Y ya está. Es muy repetitiva, no emociona y llega a resultar indiferente lo que ocurre, sólo quieres saber el final, como la solución de un test o un jeroglífico. Probablemente te acabes riendo. Una película muy floja.

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