Entre las dos opiniones vertidas en este blog a cerca de ‘Shutter Island’, la última película de Martin Scorsese, me decanto más hacia lo que dice de ella mi compañero Adrián Massanet que hacia la opinión de Juan Luis Caviaro. Eso es precisamente lo bonito de opinar sobre cine, no coincidir en todo, entre otras cosas porque si no esto sería horriblemente aburrido, y no hay nada peor que aburrirse hablando del tema que más te gusta. Cuando se trata de una película de alguien tan reputado como Scorsese, la cosa adquiere una mayor dimensión pues hablamos de uno de los grandes del cine, y muchas veces las expectativas son demasiado altas pues a alguien de la talla del director de ‘Taxi Driver’ (id, 1976) se le pide bastante más de lo que nos ha ofrecido con este, en apariencia, perverso juego.
Que conste que esperaba esta película como agua de mayo. Hablamos de uno de los mejores directores de cine vivos, de un equipo técnico de primera, de unos actores más que decentes, y de una historia con enormes posibilidades. Todo indicaba hacia una gran película, y a tenor de la recepción, sobre todo crítica y cinéfila, parece que estemos ante una nueva venida de Cristo. Ojala pudiera compartir ese entusiasmo general, pero ‘Shutter Island’ me parece una de las peores películas de Martin Scorsese, un fallido intento de adentrarse en el infierno de la locura, entre otras cosas.
La película nos traslada a la isla del título, en la que se erige Ashecliffe, un centro psiquiátrico para criminales al que llegan Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo), dos agente federales que deben investigar la misteriosa desaparición de una interna. Pronto dicha investigación tomará caminos impredecibles para los agentes, mientras que el espectador se lo ve venir todo a la legua. Uno de los males extendidos a raíz del estreno de ‘El sexto sentido’ (‘The Sixth Sense’, M. Night Shyamalan, 1999) es precisamente haber puesto en alerta al público sobre posibles giros finales en la trama de una película. A poco cine que se haya visto, cualquiera con dos dedos de frente verá claramente el final a los diez minutos del comienzo, y podrá concretar más a los tres cuartos de hora.
Evidentemente toda la importancia de la película no se basa en un final sorpresa, ésta no es buena o mala porque coja al espectador desprevenido sobre el desenlace de la historia. Si esto fuera así, los segundos y terceros visionados —mucho más importantes que el primero— no tendrían razón de ser. ‘Shutter Island’ podría disfrutarse por otros muchos elementos alejados de esos giros argumentales, tales como el tratamiento de la historia, los sugerentes detalles visuales, la utilización de la fotografía o la música como elementos dramáticos —algo que muy pocos hacen—, o el desfile de un reparto de campanillas. Para la ocasión Scorsese ha contado con un guión escrito por Laeta Kalogridis, curiosamente una de las productoras de ‘Avatar’ y guionista de uno de los futuros proyectos de James Cameron, ‘Battle Angel’.
Tomando como base la novela de Dennis Lehane —escritor que también se adaptó en la grandiosa ‘Mistyc River’ (id, Clint Eastwood, 2003)—, Scorsese recupera el tono de otra de sus obras menores, ‘El cabo del miedo’ (‘Cape Fear’, 1991), y juguetea con el Film-Noir intentando acercarse a las miradas del Otto Preminger de ‘Laura’ (id, 1944), el Jacques Tourneur de ‘Retorno al pasado’ (‘Out of the Past’, 1947) y alguna que otra producción de Val Lewton. Son de agradecer todos esos guiños cinéfilos —incluido el realizado a ‘Las zapatillas rojas’ (‘The Red Shoes’, Michael Powell y Emeric Pressburger, 1948), una de las películas favoritas de Scorsese—, pero se quedan en eso. Lo peor ha sido no dejar de tener la sensación durante toda la película de que lo que veía no dejaba de recordarme a una de las mejores películas de la década de los 80, ‘El corazón del ángel’ (‘Angel Heart’, Alan Parker, 1987).
Por otro lado Scorsese mete demasiadas cosas en el juego con apariencia de thriller de suspense. A las ya consabidas referencias religiosas tan del gusto de su director, hay que añadir un intento de retrato de la sociedad americana de los años 50, marcada por el macarthysmo —esos flashbacks de la vida de Teddy—, una denuncia a los horrores de las guerras —esos experimentos con judíos—, y un viaje al interior de la locura que parece heredado de una de las mejores películas de Sam Fuller, con directos homenajes a Hitchcock. Al final el puzzle del film en es en realidad una ensalada de referencias que sin duda divierten más al propio director que a un servidor. Por una sencilla razón: a Scorsese se le olvida ser sincero —tener su propia mirada— con lo que narra. ‘Shutter Island’ está llena de trampas indignas de su autor, de ésas que manipulan sin vergüenza al espectador. Sirva como ejemplo la secuencia de Jackie Earle Haley, probablemente la más tramposa de todo el relato y que pone en evidencia los agujeros de la historia.
No hay garra ni alma en ‘Shutter Island’, salvo quizá en la secuencia de la llegada a la isla. Toda ese momento es magistral, nos hace creer que veremos al mejor Scorsese, y que los acontecimientos que nos esperan prometen sensaciones inolvidables. Pero todo acaba ahí, la historia se derrumba, a veces incluso aburre —demasiadas conversaciones vacías—, y sólo nos queda el disfrutar de su apartado técnico y del desfile de algunos de los mejores actores vivos, aunque no sea para brillar con intensidad. Leonardo DiCaprio ha estado mucho más afortunado en sus anteriores colaboraciones con Scorsese, quien esta vez parece olvidarse de dirigir a los actores. Mark Ruffalo parece muy despistado, y el resto se limitan a cumplir sin más, como Ben Kingsley o Patricia Clarkson. Actores libres ante un Scorsese que ha preferido acomodarse en un perfecto acabado formal que hunde el resto.
Una gran decepción viniendo de quién viene. Así un servidor coloca ‘Shutter Island’ en el grupo de las peores películas de un maestro, al lado de ‘El rey de la comedia’ (‘The King of Comedy’, 1982), ‘Casino’ (id, 1995) y ‘Kundun’ (id, 1997). A ver si se deja de juegos autocomplacientes y se decide con ese biopic sobre Frank Sinatra, sólo de pensarlo se me cae la baba.
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