No se me ocurre cómo podría alguien argumentar que Jason Statham no es el gran héroe de acción cinematográfico del siglo XXI. El resto de casos oscilan entre éxitos aislados como los de Matt Damon o Liam Neeson, la —parcial— resurrección artística de viejos rockeros como Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger y la preponderancia de la figura del superhéroe que no necesita derrochar carisma —a veces directamente ni tienen— para poder acabar con cualquier amenaza con relativa facilidad. Estoy convencido de que Jason Statham hubiese sido una gran estrella en los años 90, pero nació demasiado tarde y le está tocando pasar por una larga travesía del desierto en películas que están muy lejos de aprovechar todas sus habilidades.
No tengo problemas en declararme seguidor de Jason Statham, pero la cosa cambia mucho cuando tengo que pronunciarse sobre las cintas en las que aparece. De hecho, sus mejores películas siguen siendo sus dos primeras colaboraciones con Guy Ritchie en ‘Lock & Stock’ (id, 1998) y ‘Snatch: Cerdos y diamantes’ (‘Snatch’, 2000). Todo cambió a partir de ‘Transporter’ (id, Louis Leterrier y Corey Yuen, 2002) y ha llegado un punto en el que todas las producciones que protagoniza parecen cortadas por el mismo patrón. Una rutina Statham que suele balancearse entre la mediocridad y el mero pasatiempo en la que también cae ‘Safe’ (id, Boaz Yakin, 2012) pese a sus tímidos intentos por evitarlo.
Un héroe con corazón
Statham da vida a un hombre que ve como la mafia rusa asesina a su mujer embarazada y se ve obligado a convertirse en un fantasma en vida, ya que cualquier intento por desarrollar vínculos emocionales con alguien se traduciría en la muerte de esa otra persona. Este punto de partida es uno de los detalles más sugestivos de ‘Safe’, ya que lo habitual en estos casos es que sea el protagonista quien decida vivir así su vida, pero Boaz Yakin —responsable de la irrelevante ‘Titanes, hicieron historia’ (‘Remember the Titans’, 2000)— prefiere dar un aire trágico a la soledad del héroe, alejándose así del típico repartidor de estopa que aniquila toda amenaza que se cruce en su camino, pues él ha sido el principal causante de su propia desgracia.
Paralelamente tenemos a una niña china que tiene una memoria equiparable a la de un ordenador último modelo, algo que la triada china aprovecha siempre que puede, pero su última misión para la cría es de vital importancia. Por motivos que no vienen al caso, el camino de ambos personajes se cruza y es por ahí por donde ‘Safe’ destruye todo el atractivo de su protagonista. ¿Qué sentido tiene que precisamente se encariñe con una niña repelente que encima tampoco confía demasiado en él? Puedo llegar a entender cierta transferencia del instinto paternal por el hecho de que su esposa muriera estando embarazada, pero en este caso todo resulta aleatorio y forzado por el “bien” —le pondría muchas más comillas si no fuese a quedar muy raro— de la historia.
No es la primera vez que uno quiere dar de leches al chaval protagonista de una ficción cinematográfica, pero sí que es inhabitual que tengan tanto peso en una cinta de acción como la que nos ocupa. La construcción del mismo por parte del guión de Yakin ya es de por sí suficientemente pobre, pero la elección de Catherine Chan es un fallo de casting tremendo que va cargándose ‘Safe’ poco a poco. Statham hace lo que puede por evitarlo, teniendo tiempo y espacio para mostrar más facetas, tanto de ternura como de vulnerabilidad, pero no es suficiente para compensar la presencia de su odiosa e improbable partenaire.
Giros de guión sin ton ni son y una dirección bipolar
Boaz Yakin nunca ha sido un buen guionista y eso no podría ser más evidente en el caso de ‘Safe’. Lo mejor que puede decirse de su trabajo es que a veces parece consciente de la superficialidad de la historia que nos está contando e introduce apuntes socarrones, normalmente a través de contundentes one-liners, que hacen más llevadero el abuso de tópicos en el retrato de los mafiosos, la corrupción policial y demás parafernalia que, salvando el prometedor arranque, nunca van más allá de ser simples escollos en el camino hacia la victoria de Statham que para completarse, eso sí, se alejará de los cánones habituales.
Por mucho que odie a la niña interpretada por Catherine Chan, los mayores errores de Yakin están en la construcción del personaje de Statham, ya que cada cierto tiempo se va revelando un nuevo dato sobre su pasado que no sirve para aportar riqueza alguna al misma, sino para su utilización con la finalidad de darle un nuevo “poder” y que así pueda ir solventando los problemas que surjan. Un superhombre sin necesidad de poderes, pero sí de absurdos giros de guión que dan ganas de mandarlo todo a la porra. Más interesante es su trabajo de puesta en escena, y eso que éste está marcado por una bipolaridad bastante llamativa.
No tengo muy claro si las limitaciones presupuestarias le jugaron una mala pasada a Yakin, pero recuerdo pocos casos en los que un mismo director nos deleite con una gran escena de acción como el —contundente, seco y directo al grano— secuestro de la niña protagonista y minutos después avergüence al espectador con algún tiroteo en el que parece que al frente de la cámara estuviera un mono borracho. En ambos casos queda clara la querencia de Yakin por los planos cerrados y breves, pero el resultado es diametralmente opuesto, ya que en el primero realza la fuerza de la acción que nos presenta, mientras que en la segunda sólo consigue marearnos y hacernos desconectar de lo que sucede en pantalla.
El carisma y saber estar de Jason Statham ayuda a elevar a ‘Safe’ por encima de la mediocridad a la que parecía condenada por su guión, pero la repelente niña que le acompaña es un lastre demasiado importante. Un pasatiempo de usar y tirar, otro más en la larga lista de producciones de este tipo protagonizadas por Statham —y ni siquiera uno de los mejores—. Ojalá su villano en ‘Fast & Furious 7’ (id, James Wan, 2014) lance definitivamente su carrera y podamos verle ejerciendo como el gran héroe de acción que es en producciones con más posibilidades que la que ahora nos ocupa.
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