Son complicados los episodios fuera de temporada en general y los navideños en particular. Aunque las cosas ya no funcionan del todo como en la televisión clásica, y más que programas aislados que no irrumpen en la continuidad de la serie, los episodios navideños en tiempos de Netflix son casi todo lo contrario que antaño: una bisagra entre temporadas, una excusa para lanzar al espectador un capítulo extra para aguantar la espera (cada vez más breve, todo hay que decirlo) hasta la llegada de una nueva tanda de capítulos.
De ese modo, este 'Cuento de Solsticio de Invierno' prepara el camino para una serie de tramas que se desarrollarán en la segunda temporada de 'Sabrina' al tiempo que remata otras de forma más o menos apresurada, ya que en 55 minutos (a los que hay que descontar nada menos que dos monster-of-the-week propios de las fechas) no da tiempo de demasiado. Así, se avanza que la renovada relación de Sabrina con sus compañeras brujas y huérfanas, con las que rivalizó en la primera temporada, será más cordial, mientras que intenta mantener la naturalidad en su relación con unas amigas humanas que se verán, sin duda, implicadas de un modo u otro en tramas sobrenaturales.
Y al parecer está más o menos claro que la carga dramática de la segunda temporada caerá en la relación con el humano Harvey, del mismo modo que en la primera caía en las dudas de Sabrina (sobre el papel, más interesantes) sobre su condición de bruja. Quizás este episodio navideño haya dado un paso demasiado radical en ese sentido, ya que tal y como lo plantea, el rechazo de su ex-novio al mundo mágico es total (no es para menos, después de lo que sucedió con su hermano, y todo por culpa de Sabrina).
Aún así, y aunque la situación parezca irresoluble, lo cierto es que 'Sabrina' no está demostrando tomarse demasiado en serio las tragedias que atenazan a los personajes, como demuestra el reseteo que ha sufrido la relación de la protagonista con sus tías. Todo está en perfecta armonía en ese hogar de brujas ahora, tal y como se nos presentaron en el arranque de la primera temporada, pese a los muchos sapos que todos han tenido que tragar.
Eso no necesariamente es un problema, aunque da la impresión de que costará implicarse en futuros vaivenes dramáticos de los personajes si Roberto Aguirre-Sacasa se queda solo con las partes que le interesan: bajo mi punto de vista, lo visto en la primera temporada tendría que haber marcado la relación de Sabrina con sus tías de forma imborrable, tal y como ha sucedido con su novio y amigas humanas, pero no parece haber sido así. Un detalle menor y disculpable (todos queremos ver a Sabrina a buenas con sus tías), pero que seria de desear que el showrunner manejara con precaución en otros arcos dramáticos.
'Sabrina: Cuento de Solsticio de Invierno': cuando mueren las subtramas
Y del mismo modo, este 'Solsticio de Invierno' también sirve para fulminar un par de tramas que podían haberse ramificado en la segunda temporada. La relación de Sabrina con su madre muerta puede dar de sí, pero con los problemas identitarios solucionados, parece que Aguirre-Sacasa quiere darles carpetazo. Y del mismo modo, la idea del bebé en la casa es cortada de raíz. No sé si veremos mucho más a la problemática criatura, pero algo me dice que no, y desde luego, no estará en el núcleo familiar. Un episodio apenas ha durado la situación, después de centrar una de las subtramas más erráticas de la primera temporada.
¿Qué nos queda, entonces? Un episodio navideño de transición para atar y desatar tramas -como se ha visto debido a su abundancia, unas mejor que otras-, y un par de monters-of-the-week simultáneos y, desde luego, inferiores al par de episodios de la primera temporada que adoptaban ese formato: una bruja robaniños y un Santa Claus bellaco que -abriendo un tropo que sin duda veremos repetido- interfiere en las vidas de los amigos humanos de Sabrina.
Como siempre, y aunque en la primera temporada lo hacía a una frecuencia mucho más contundente, 'Sabrina' triunfa al pervertir los códigos y tópicos cristianos, en este caso en una fecha tan señalada como la Navidad -que pese a ser una festividad ya de por sí altamente paganizada, a la serie se le escapa la oportunidad de ironizar sobre el tema-. Se bromea con el paralelismo con los solsticios, con los adornos y las costumbres, pero aunque resulta divertido, no es tan corrosivo.
Por mucho que la idea de un especial navideño de nuestras series favoritas nos encandile (más por concepto que haber arrojado históricamente grandes resultados), 'Sabrina' deja pasar la oportunidad de arrasar los tópicos de rigor con el lanzallamas satánico. Posiblemente porque voluntariamente prefiere centrarse en peinar subtramas, habiendo demostrado en su primera temporada que ganas y veneno no le faltan: habrá que esperar a la primavera y a la segunda temporada para ver hasta qué punto el Maligno sigue sobrevolando la serie.
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