Buscada desde los tiempos en que ambos habían colaborado en el mundo de la publicidad, la colaboración con Ridley Scott era algo que a Jerry Bruckheimer le parecía imposible a tenor de las muchas intentonas que habían quedado en nada a lo largo de los años. Pero hete aquí que, tras finalizar el rodaje de 'Hannibal' (id, 2001) y sin ningún proyecto en cartera, al cineasta le pareció muy buena idea la de adaptar un texto publicado en 1999 sobre "la batalla de Mogadiscio" del que el productor era poseedor de los derechos.
Así fue como el director británico se metió en la que será el título número trece de su filmografía, un filme que, como decía, se basa en los hechos reales que vivieron un grupo de militares estadounidenses al incursionar en la capital somalí para secuestrar a dos lugartenientes de Mohamed Farrah Aidid, cabeza más visible del ejército guerrillero que estaba llevando a cabo un supuesto genocidio contra la población civil. Prevista como una rápida operación de no más de media hora, la "Batalla de Mogadiscio" terminó extendiéndose hasta dieciocho horas de combate callejero que Scott resume con pulso asombroso en 'Black Hawk derribado' ('Black Hawk Down', 2001).
Rodada en Marruecos a lo largo de cinco intensos meses, la puesta en escena que luce este musculoso ejercicio de dirección de Scott detenta un nivel espectacular que vuelve a hablar de las muchas y muy diversas cualidades que el cineasta saca a relucir cuando así le viene en gana. De hecho, en lo que concierne de forma estricta a la dirección, no creo que sea muy descabellado afirmar que en 'Black Hawk derribado' se dan afortunada cita muchas de las mejores ideas visuales que han concurrido en un título firmado por el responsable de 'Blade Runner' (id, 1982).
Dichas ideas, conjugadas con una planificación asombrosa de las diversas secuencias que componen el relato y un montaje que imprime un ritmo adrenalínico a todo el metraje —pocos son los momentos en las dos horas y veinte de duración en las que se da al respetable un respiro— dan como resultado una cinta espectacular en la que, además, Scott sigue sin renunciar a la búsqueda perpetua de la belleza plástica que siempre ha caracterizado su trayectoria.
Plasmada aquí en infinitas "postales" en las que el papel de la fotografía y de los contrastes de luz vuelven a ser fundamentales, resulta curioso que, en un filme de este tipo, protagonizado de forma exclusiva por hombres y con un sesgo muy evidente de ese patriotismo foráneo del que hablábamos en 'La teniente O'Neil' ('G.I.Jane', 1999) se huya, quizás de forma no del todo consciente, de las lecturas imperialistas que podían haberse asociado a tan oscuro episodio de la historia estadounidense reciente.
Comparado con la Guerra de Vietnam por la impopularidad que llegó a cosechar entre la población yanqui —que exigió la retirada de sus tropas de un territorio que planteaba no pocas dudas acerca de las verdaderas intenciones del gobierno—, que Scott haga hincapié de forma alternada tanto en la vertiente más crítica de la mirada como en aquella llamada a legitimar la incursión es algo que, a mi entender, guarda exigua relación con lo que el realizador siempre ha buscado, al margen de esa belleza plástica que antes comentaba, tanto con éste filme como con la práctica totalidad de su carrera: entretener.
Y como entretenimiento, como cinta de aventuras bélicas que, casualmente, se basa en un episodio histórico real, 'Black Hawk derribado' es una precisa máquina de relojería en la que todos los engranajes están perfectamente engrasados, incluyendo aquí ese reparto en el que funciona del primer al último miembro, un guión que sabe a lo que va y que no necesita ahondar en la psique de los soldados para definirlos con cuatro brochazos o la partitura de Hans Zimmer, tan ecléctica como adecuada. "Cine de palomitas" pero de calidad, de ese que debería abundar más.
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