La Academia del Cine Español ha decidido premiar a Narciso Ibáñez Serrador con un Goya honorífico en reconocimiento a su valiosa aportación al séptimo arte. Es cierto que solamente cuenta en su haber con dos largometrajes, pero también que ‘La residencia’ y ‘¿Quién puede matar a un niño?’ son dos de las mejores películas españolas de terror de todos los tiempos.
Para la ocasión hemos decidido recuperar ‘La residencia’, su ópera prima, aunque con anterioridad ya había gestado la imprescindible obra televisiva ‘Historias para no dormir’. Su éxito le llevó a contar con un generoso presupuesto para su salto al cine, donde lleva un paso más allá los elementos góticos ya presentes en algunos episodios de dicha serie para regalarnos una estupenda película que también abraza la modernidad con la presencia de un psicópata.
Situando a ‘La residencia’
El cine de terror español estaba en pañales cuando Ibáñez Serrador rodó ‘La residencia’. Poco antes Paul Naschy había empezado a forjar su leyenda con ‘La marca del hombro lobo’ y había algún precedente jugoso como ‘La torre de los siete jorobados’, ‘Angustia’, ‘El cebo’ o ‘Gritos en la noche’, pero no existía una continuidad real que estallaría durante la primera mitad de los 70. Por ellos, las influencias de la película hay que buscarlas fuera.
Por un lado, los escenarios, la labor de fotografía e incluso la ubicación histórica nos lleva a pensar en la Hammer. Por su parte, la presencia del psicópata y su forma de zanjar la cuestión nos llevan a pensar irremediablemente en ‘Psicosis’, mientras que la evolución de la trama guarda ciertos contactos con el giallo, un subgénero cuya popularidad explotaría poco después del estreno de ‘La residencia’ gracias a ‘El pájaro de las plumas de cristal’.
Sin embargo, limitarnos a hablar de ‘La residencia’ como un cruce entre diversas corrientes sería un error, ya que en todo momento se nota una preocupación por parte de Ibáñez Serrador para hacer algo diferente a partir de las diferentes influencias de la película. Además, supo aprovechar bastante bien el ligero aperturismo de la censura para jugar con temas inéditos en el cine español en la época, aunque eso supusiera aligerar algunos para el montaje español.
Un gran clima de suspense
Y es que ‘La residencia’ nació como una película con vocación internacional, de ahí su rodaje en inglés, otra rareza en el cine español por aquel entonces. Eso permitió a Ibáñez Serrador contar con un estimulante reparto que supo aprovechar tanto las particularidades de sus personajes como los diferentes temas que se abordan, con el suspense siempre en primer plano, pero con la represión sexual siempre presente.
Los límites de la censura aligeraron ciertas escenas de este último punto, especialmente la secuencia en las duchas, pero actualmente es fácil conseguir un montaje que lo muestra como estaba inicialmente previsto. Esa sexualidad latente se hace más explícita entonces, pero es algo que sobrevuela en todo momento, llevando a las alumnas a literalmente sortear quién va a poder tener “encuentros” con el único hombre que visita la escuela más allá del hijo de la directora.
Además, Ibáñez Serrador es muy hábil con el protagonismo dinámico de la película, variando de forma acertada entre diferentes personajes sin que el interés se resienta y evitando también que el espectador llegue a pensar qué ha sido de la que ha quedado temporalmente de lado. A eso ayuda un ritmo muy bien medido en el que no es necesario que sucedan grandes cosas para atrapar al espectador en la atmósfera enrarecida que surge con naturalidad desde el inicio de la película.
Un cierre más que satisfactorio
También merece la pena destacar la cuidada puesta en escena, clave para conseguir lo que apuntaba en el párrafo anterior, tanto cuando el suspense de los crímenes entra en escena como cuando las extrañas relaciones que se establecen entre las alumnas pasan a primer plano. Además, plantea muy bien el voyeurismo del hijo de la directora y acierta de pleno con el uso de la cámara lenta durante la ejecución de los crímenes.
Esos apuntes estilísticos llevan a Ibáñez Serrador a potenciar ese clima de suspense que entra en la película nada más conocer las particularidades de la residencia y que alcanza su punto álgido con un contundente desenlace que quizá no cierre todas las tramas planteadas, pero sí que deja al espectador con la satisfacción que no todos los giros de ese estilo consiguen alcanzar. Y es que lo que sucede encaja con lo visto previamente.
En definitiva, ‘La residencia’ es una de las obras fundamentales del cine de terror español y una contundente demostración del talento de Narciso Ibáñez Serrador. Lástima que luego solamente llegase a rodar otro largometraje porque a buen seguro habría dado muchas alegrías a los amantes del género.
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