Desde que se comunicó que existiría ‘[REC] 3: Génesis’ (2012), me sonó refrescante que la franquicia fuese a tomar nuevos derroteros en sus tercera y cuarta entregas. El “divorcio” artístico y temporal entre Jaume Balagueró y Paco Plaza y el reparto de los bienes gananciales: las dos siguientes partes, facilitaba que estas fuesen diferentes a lo ya estrenado que, si bien hasta donde se hizo pudo ofrecer novedades y variaciones, ya se mostraba agotado.
Con respecto a las otras dos tiene poco en común: la cámara casual del principio y la infección en un recinto acotado. Por lo tanto, creo que es con la idea de encontrarse algo completamente distinto a lo previo con la que hay que afrontar esta tercera película. De hecho, si alguien pudiese olvidarse de dónde surge o verla sin saber que existen las previas, estoy casi convencida de que la disfrutaría más.
Lo que se perdía en ‘[REC] 2’ (2009), con respecto a la primera, era el humor costumbrista. Aquí se recupera, con mayor énfasis aún que en ‘[REC]’ (2007) y con sabor valenciano, con todo lo que ello implica. Tal vez porque, de los dos directores que firmaban ambas, Jaume Balagueró y Paco Plaza, el último es quien más apuesta por el retrato social jocoso, pero nada exagerado ni esperpéntico. La introducción de la figura de Sant Jordi, la elección de algunas canciones, el personaje de John Esponja, los discursos sobre el Cinema Verité y Dziga Vertov del cámara contratado, el descubrimiento de que se podrían salvar por haber elegido casarse por la Iglesia, etc. son bromas abiertas, pero el humor está en muchos más lugares: en el reflejo idéntico de las miserias de una boda, que da más miedo que los poseídos.
Regreso a la narración omnisciente
A partir de la entrada tardía –a los veinte minutos— y brusca del título, la cámara deja de ir en mano. Esto supone un notorio cambio en la estética, al pasar a situar la cámara sobre un trípode, un soporte de steadycam, etc…. Sin embargo, es más importante la diferencia narrativa, ya que esta cámara vuelve a convertirse en el “narrador” omnisciente del cine académico, en lugar de ser llevada por uno de los personajes.
Esta opción –que tomaban las dos primeras entregas al convertir al verdadero director de fotografía, Pablo Rosso, en reportero televisivo— complica las historias, pues obliga a justificar, en todo momento, que esa persona esté decidiendo grabar, lo que no siempre es plausible, como le ocurre a ‘Chronicle’ (Josh Trank, 2012). Además, tiene que ser, por obligación, la última en morir, lo que de nuevo cuestiona la verosimilitud, por tratarse de una enorme casualidad, como sucede en ‘Monstruoso’ (‘Cloverfield’, Matt Reeves, 2008), y ha de estar en todos los lugares interesantes –sin hablar de que sus decisiones para darle al “stop” y seguir grabando supongan un montaje adecuado—. Plaza tenía una razón para que alguien manejase la cámara y, a pesar de ello, no mantiene el recurso hasta el final porque esta vez ya no sorprendería.
Homenajes al cine de terror
Eso le permite encuadrar lo planos a su libre albedrío, para incluir todos los códigos del cine gore y de zombis, además de homenajes a diversas cintas de este y otros subgéneros del terror. El más notorio puede ser el de ‘El resplandor’ (‘The Shining’, Stanley Kubrick, 1980), logrando cierto parecido entre Leticia Dolera y Shelley Duvall. La escasa duración no reduce su desarrollo, pues parece que le da tiempo a todo. La ensalada de referentes y las risas –que no dejan de producirse una vez estalla la infección—, no impiden entrar en la película como otra del género y sentir tensión cuando los protagonistas se ven acorralados. El final poético a lo ‘Bonnie y Clyde’ (‘Bonnie and Clyde ‘, Arthur Penn, 1967) –que además, resulta verosímil y justificado— puede ser uno de los mejores momentos de la cinta.
Dolera resulta una elección idónea y demuestra estar muy metida en el papel, por ejemplo durante el brindis nupcial, que es una de las pocas intervenciones de diálogo de más de un par de líneas –la explicación sobre la infección se despacha de pasada para no detener la acción—. Cuando ha de transformarse se percibe espléndida y terrorífica. No es difícil apreciar que la actriz está disfrutando de sus maquillajes y de las imágenes icónicas a las que está dando lugar –el guiño a ‘Kill Bill’ (Quentin Tarantino, 2003)—. Diego Martín da credibilidad a un difícil papel, ya que es el que con más facilidad podría caer en el ridículo. Secundarios como Àlex Monner, Ismael Martínez, Aitor Legardón o Xavier Ruano, entre un centenar más, tienen el cometido de parecer tan auténticos como los verdaderos invitados a una boda y lo consiguen.
Conclusión
‘[REC] 3: Génesis’ es un divertimento, no solo para los espectadores, sino también para sus creadores –el director y el guionista Luis Berdejo— y actriz principal. Las constantes del cine de zombis en particular y de terror en general se mezclan con el retrato costumbrista valenciano: Berlanga se cruza con George A. Romero. Como divertimento, está ejecutada a la perfección, sin tacha, ofreciendo a los seguidores del género la opción de disfrutar de una cinta gore más, que al mismo tiempo, gracias a su acercamiento metalingüístico y humorístico, pero no paródico, va mucho más allá que una entrega más de muertos vivientes.
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