La carrera de Tom Hanks está repleta de personajes inolvidables, la gran mayoría de ellos marcados por un enfoque más positivo, fuera en dramas o comedias, ya que el propio actor ha reconocido no sentirse a gusto interpretando villanos. En el caso de 'El peor vecino del mundo' no puede decirse que interprete a uno, pero sí que le permite mostrar su faceta más malhumorada y brillar en un personaje que en otras manos podría haber resultado un tanto irritante.
La película nace como una adaptación tanto de la exitosa novela de Fredrick Backman y la película sueca de 2015 que se basada en ese mismo libre. Por mi parte, reconozco que no llegué a ver 'Un hombre llamado Ove', por lo que desconozco hasta qué punto se asemeja o difiere de aquella este nuevo trabajo tras las cámaras de Marc Forster, pero lo que sí tengo claro es que he disfrutado bastante más de lo que esperaba con 'El peor vecino del mundo'.
Previsible pero muy solvente
Todo el mundo debería tener bastante claro lo que va a suceder a lo largo de una película como 'El peor vecino del mundo', ya que hemos visto en muchas ocasiones relatos que empiezan con un protagonista antipático que va descubriendo motivos por los que la vida merece la pena, lo cual le lleva a cambiar su forma de enfrentarse a ella. Los que quieran grandes novedades en lo puramente argumental ya pueden ir pensando en ver otra cosa, pero al final, como sucede siempre, lo importante está en los detalles.
Dicho esto, 'El peor vecino del mundo' arranca con brío explorando la rutina diaria del protagonista y cómo llega a poner por delante la necesidad de cumplir las normas en su comunidad a lo que realmente desea. Esa acertada presentación del personaje principal encuentra un apoyo fundamental en la interpretación de Hanks, quien no tiene problemas en mostrar su cara más gruñona, pero midiendo siempre bien para que eso no provoque un rechazo inmediato tanto a sus propios vecinos como al espectador.
Ese delicado equilibro es una puerta de entrada fundamental a una película con una raíz emocional bastante triste pero que a la hora de la verdad opta siempre por un enfoque más luminoso y optimista, incluso cuando el dramatismo pasa a primer plano. Eso lleva a que Forster coquetee en muchas momentos con la posibilidad de convertir a 'El peor vecino del mundo' en un crowd pleaser de manual y que venga a ser el equivalente a tomarse un chocolate caliente en una fría noche de invierno. No es realmente lo mejor para ti, pero a veces sienta de fábula. Además no lo hace de una forma perezosa, lo cual ayuda a dar más unidad al conjunto.
En términos visuales, estamos ante una película bastante sencilla que donde mejor funciona es a la hora de poner en imágenes la rutina del protagonista. A partir de ahí, Forster deja que todo fluya a través del guion y del trabajo de Hanks. No creo que, ni de lejos, ofrezca aquí una de las mejores interpretaciones de su carrera, pero sí que muestra esa faceta que algunos actores descuidan tanto que es la de tomarse en serio un material con un claro toque comercial que otros se habrían limitado a resolver tirando de carisma o mera presencia.
Y no es un detalle tonto, ya que Hanks es el protagonista absoluto de la función, hasta el punto de que más allá de los funcionales flashbacks me cuesta recordar alguna escena en la que no aparezca. Ahí quizá se hubiese agradecido que los personajes secundarios tuviesen algo más de entidad, ya que solamente Mariana Treviño tiene verdadera presencia más allá de él. A cambio, la cercanía que desprende la inesperada amistad que surge entre ambos personajes ayuda a potenciar esa calidez que la película busca potenciar cada vez más según pasan los minutos.
La química que comparten Treviño y Hanks acaba evolucionando hasta el punto de que el hecho de que se juegue con la idea de que ella sea la hija que él nunca tuvo resulte una progresión natural de la historia, como también lo es todo lo referido al cambio de actitud del protagonista. Puede que sea tremendamente previsible -aunque al menos no se achanta a la hora de tener el final que pide esta historia-, pero está trabajado para que se sienta algo que la película se gana en lugar de algo que tiene que suceder porque es lo que toca. Eso sí, se excede un poco con algunas subtramas que quizá complican todo más de la cuenta sin que exista verdadera necesidad de ello.
Eso sí, 'El peor vecino del mundo' directamente exige al espectador dejar de lado cualquier tipo de cinismo, porque estamos ante una película obvia y bastante blandita. No por casualidad mencionaba antes que se trata de una producción de corte más comercial y no me costará entender a aquellos que simplemente vean aquí una historia que daba para mucho más, porque es cierto. La cuestión es que no quiere ser esa película y opta por un enfoque mucho más sencillo y bienintencionado, buscando la sonrisa del espectador constantemente -buen detalle lo de la marca de coche favorita del protagonista-. conformándose con intentar dejar buen sabor de boca. Habrá a quien eso le resulte irritante, no es mi caso.
En resumidas cuentas
'Un hombre llamado Otto' es una simpática comedia dramática que apuesta por un tono luminoso para abordar una historia que perfectamente podría haber sido mucho más agria. Hanks brilla como viudo gruñón y Treviño ayuda a que la calidez emocional que busca desesperadamente la película se sienta como algo hasta cierto punto natural en lugar de fruto de las maquinaciones del guion. Y sí, es muy previsible, ¿y qué?
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