‘Patria’ está llamada a ser la serie con la que HBO España termine de conseguir un lugar de privilegio entre los amantes de la ficción televisiva. Es cierto que en su catálogo hay multitud de títulos de lo más estimulante, pero también que en nuestro país es una plataforma que jamás ha podido competir de tú a tú con Netflix y que en series españolas Movistar+ sigue siendo el gran referente.
Lo cierto es que deberíamos haber visto ‘Patria’ hace ya varios meses, pero la pandemia de coronavirus provocó un retraso en su lanzamiento, dando así más tiempo para que ‘La línea invisible’ hiciera méritos para ser la gran serie sobre ETA de 2020. Por mi parte, acabé muy satisfecho con la serie dirigida por Mariano Barroso, pero eso no quita para que esté claramente por debajo de los sensacionales primeros dos episodios de ‘Patria’ que ya he tenido la oportunidad de ver y que llegan a HBO el próximo 27 de septiembre.
Una sociedad fracturada
Si ‘La línea invisible’ nos presentaba el nacimiento de ETA como organización terrorista capaz de asesinar, ‘Patria’ nos lleva a una sociedad vasca en la que su presencia ya se asume y que afecta a todo el mundo de formas diferentes. Está claro que no es lo mismo que acaben con la vida de uno de tus seres queridos a que un familiar tuyo forme parte de la banda armada, pero ETA dejó multitud de heridas abiertas y una de las grandezas de la serie de HBO está en saber retratar todas esas realidades.
Con esto no quiero decir que ‘Patria’ opte por esa temida equidistancia que muchos se apresuraron a adjudicar a la serie tras el lanzamiento de un polémico cartel promocional, pero sí que ofrece un acercamiento amplio sin caer en la demonización de los terroristas. También es cierto que al menos por ahora su presencia es reducida, centrándose todo más en la historia de dos mujeres que han visto cómo su vida se ponía patas arriba por algo que escapaba totalmente a su control.
A partir de ese punto de partida, la serie basada en la novela de Fernando Aramburu va realizando constantes saltos temporales al pasado para ilustrar la historia de una viuda que, tras el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA, regresa a su pueblo de toda la vida, el mismo que abandonó poco después del asesinato de su marido, para conseguir saber quién le arrebató al gran amor de su vida. Lo que busca no es venganza ni nada parecido, simplemente cerrar la herida de la necesidad del saber.
Quien haya vivido en un pueblo pequeño sabe que las habladurías están a la orden del día -a veces parece que mucha gente no tiene nada mejor para entretenerse que en chismorrear sobre sus vecinos-, pero aquí todo eso adquiere un matiz muy distinto, ya que varias décadas de atentados de ETA han creado una división que se palpa en el ambiente, ya sea simplemente por alguien que pasea por la calle o incluso durante la celebración de una misa. La presencia habitual de la lluvia y el cielo encapotado ayuda a recordarnos de forma constante la tensa calma que allí se vive.
De hecho, la serie es impecable en lo técnico, quedando claro que HBO no ha escatimado en gastos para que ‘Patria’ se convierta en un referente en todos los frentes. Además, la puesta en escena de Félix Viscarret en estos dos primeros episodios es muy decidida, sabiendo ilustrar muy bien esa atípica realidad, brillando especialmente todo lo que rodea al descubrimiento de lo sucedido por parte de la familia de la víctima.
A la altura de su ambición
Ahí está claro que el trabajo de los actores resulta esencial, pero Viscarret, que ya había adaptado previamente a Aramburu en la estimable ‘Bajo las estrellas', lo borda especialmente en todo lo relacionado con el hijo. Esa angustia interna se ve muy bien reflejada en el uso de la cámara, logrando así que el golpe emocional al espectador sea aún mayor.
Curiosamente, es en ese punto donde tenía más miedo a que ‘Patria’ hiciera aguas. El dolor, ya sea porque te ha ido comiendo por dentro o porque te ha convertido en una persona resentida de la vida, es una constante en la serie y muchos hubiesen caído en esa temida pornografía emocional que tanto se lleva a la hora de intentar conseguir la lágrima del espectador. Eso es algo que el guionista Aitor Gabilondo busca esquivar en todo momento, ya que aquí prima más saber transmitir al espectador ese malestar que afecta a todos los personajes.
Patria (Andanzas)
De esa forma, ‘Patria’ empieza como un drama solvente apoyado en sus personajes, fluyendo con naturalidad pero quizá dando la sensación durante sus primeros minutos que necesita un poco más de garra. Las charlas del personaje interpretado por una excelente Elena Irureta con su fallecido esposo refuerzan esa idea, ya que hay quien hasta podría verlas como una especie de alivio cómico fuera de lugar en un relato así. Lo que quizá se nos olvida entonces es que no deja de ser una forma por su parte de lidiar con su angustia interior, algo que se irá haciendo evidente a medida que pasen los minutos.
El desgaste vital también afecta al personaje que cae en manos de una estupenda Ane Gabarain, pero lo hace de una forma distinta. Ella no perdió a su marido, pero sí a su hijo de una forma muy diferente, lo cual afectó a su personalidad de forma irreversible. Las diferencias entre sus dos personajes son palpables y directas, como también lo es su situación personal. Sin embargo, ‘Patria’ no es una competición para mostrar quién lo está pasando peor, sino un retrato lo suficientemente amplio de una horrible realidad como para entender que ahí todos son perdedores.
No puedo culpar a quien únicamente quiera ver una visión de la historia aunque entonces sería una serie mucho más reduccionista, pero aquí todo se hace desde el respeto, incidiendo en el componente humano por encima de cualquier otro y mostrando un nivel superlativo en prácticamente todos los frentes.
En resumidas cuentas
HBO tiene entre manos la que perfectamente podría ser la serie del año con ‘Patria’, y es que creo que ni siquiera hace falta haber vivido en el País Vasco durante esa época, como fue mi caso, para poder conectar con este tan ambicioso como satisfactorio retrato de las heridas causadas por ETA en la sociedad vasca.
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