'Parthenope' quiere ser una epopeya más grande que la vida, pero su reflexión sobre la belleza queda muy lejos del mejor Paolo Sorrentino

'Parthenope' quiere ser una epopeya más grande que la vida, pero su reflexión sobre la belleza queda muy lejos del mejor Paolo Sorrentino

El director aspira a otra 'La gran belleza', pero se queda más cerca de 'Fue la mano de Dios' en esta cinta protagonizada por Celeste Dalla Porta y Gary Oldman

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Parthenope

Pasa con muchos directores que, cuando hacen sus primeras películas, tienen tanto que decir y mostrar que queman todos los cartuchos en esas obras, y luego lo que viene después da vueltas sobre lo que ya nos han hablado mil veces pero de forma menos inspirada e incluso elevando cada vez más sus tics cinematográficos. Paolo Sorrentino quiere volver a reflexionar sobre la belleza en 'Parthenope', pero su discurso hueco la deja muy lejos de lo que en su momento fue 'La gran belleza'.

Belleza vacía

Parthenope es una mujer que nació en el mar y con el peso de llevar el nombre de lo que hoy conocemos como Nápoles. La joven posee una belleza extraordinaria y, con el paso del tiempo, acabará descubriendo las verdaderas consecuencias que supone este don y a la vez maldición.

'Parthenope' (2024) es la última película de Paolo Sorrentino, tres años después de 'Fue la mano de Dios'. Está protagonizada por Celeste Dalla Porta y cuenta en su reparto también con otros nombres, como Gary Oldman ('Slow Horses'), Silvio Orlando ('El sol del futuro') o Peppe Lanzetta ('Spectre').

Esta cinta comparte ciertos rasgos con su penúltima película, como esta especie de tono nostálgico por la Nápoles del pasado, pero tiene ecos de toda su filmografía tanto en cuanto a temas (la reflexión metafísica sobre cómo somos los seres humanos) como a forma (con todos esos planos que nos remiten más a un sueño que a la realidad tangible).

Sin embargo, la belleza de sus planos y esa vocación onírica no son suficientes para levantar la inconsistencia de su guion, que se pierde embelesado por sí mismo y no llega a plantear un discurso tan profundo como realmente cree tener.

Sorrentino quiere hablar de la belleza femenina elevándola a la categoría de fuerza divina, pero lo hace como si en su vida hubiera conocido a una mujer. Su apreciación de la misma se siente ajena y hueca, como si escribiera un soneto ensalzando la vida en el campo alguien que jamás ha vivido fuera de su ático en la gran ciudad.

Parthenope Pelicula

La cinta se regodea mil y una veces en Parthenope, en su mirada, en su cuerpo... pero se queda ahí. Por mucho que intente darle cierto peso a sus inquietudes antropológicas, al final es incapaz de perfilarla como un personaje con voluntad propia y sus decisiones parecen responder más a la curiosidad morbosa del director que no a que realmente sepamos quién es ella y cuál es su esencia.

Aspira a hacer de Parthenope una metáfora de Nápoles y los napolitanos, rodeados de belleza pero incapaces de ser felices ni de escapar de su eterna melancolía. Pero es difícil que cale esta lectura filosófica cuando todo parece una excusa para regodearse hasta la saciedad en el cuerpo de la protagonista (lo de explotar la sexualización de los cuerpos femeninos lleva yéndosele de las mano a Sorrentino desde hace no pocas películas).

Parthenope

La coartada de la supuesta profundidad de la historia parece darle vía libre para dar rienda suelta a esa fetichización hasta lo irrisorio, por no hablar de algunas ideas francamente lamentables que no tienen el impacto dramático que se quiere buscar (lo del hijo del profesor... sin comentarios).

Justo cuando crees que la historia va a ir más allá y por fin podremos conocer a la auténtica Parthenope, la película se acaba y con moralina incluida. La tesis sobre la supuesta frivolidad cae en saco roto, dándole un cierre insatisfactorio y con tufo a sermón que, una vez más, se queda en la superficie.

No hay duda de que 'Parthenope' tiene imágenes bellas y aspira a hacernos reflexionar sobre la belleza, la vida y los deseos humanos, pero su forma de hacerlo es mirar a su protagonista con la misma superficilidad que luego él pretende echarle en cara. El resultado no es un desastre, pero sí deja la sensación de que el cine de Sorrentino ha caído en una espiral de autocomplacencia, muy lejana de las altas cotas que alcanzó en la deslumbrante 'La gran belleza'.

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