Roy Miller: “¡Que nadie nos siga, o me suicido y luego la mato!”
‘Kiss Kiss Bang Bang’ es el título de un recopilatorio de críticas cinematográficas escritas por la estadounidense Pauline Kael; es un eslogan que ella vio en carteles italianos, y contiene en su opinión la expresión más simple de lo que atrae al público cuando va al cine (también a James Bond se le llama el señor Kiss Kiss Bang Bang). Kael hablaba con tristeza, con ese pesimismo que caracteriza a algunas personas que sólo se sienten cómodas con sus propias ideas. No puedo verlo más que como una postura equivocada, al fin y al cabo el “besos y tiros” es una fórmula en la que podemos enmarcar muchísimos títulos (tanto mediocres como grandísimos) y resulta evidente por qué funciona, pues incluye romance y acción, y eso es, en términos generales, lo que más buscan mujeres y hombres, respectivamente, en una película. No creo que haya que escandalizarse o amargarse por esto.
‘Knight & Day’ podría haberse titulado perfectamente ‘Kiss Kiss Bang Bang’ (ya hay una llamada así, con Robert Downey Jr., por cierto muy recomendable) pues es justo lo que ofrece, clara y honestamente. La película, estrenada en España el pasado 16 de julio como ‘Noche y Día’ (sin comentarios), es un producto típicamente “hollywoodiense”, con sus estrellas y el apoyo de una fuerte campaña de marketing, que sin embargo ha resultado ser uno de los fiascos más sorprendentes de los últimos años. Y lo es más (bueno, según se mire) cuando uno ve la película y descubre que es un espectáculo trepidante y desenfadado, un puro y elegante divertimento que se consume con gran facilidad, si uno es capaz de entrar en el juego que propone, claro está.
Porque no deja de resultar un tanto cómico que haya gente que se las esté dando de lista atacando esta película con argumentos tan sólidos como “le disparan y nunca le dan” o “se enfrenta a un montón de tíos y los vence a todos fácilmente”, tachándola de “americana”, “fantasmada” o cosas similares. Bueno, pero, ¿y por qué ahora no vale esto? O mejor, ¿qué hay de malo? Para que el lector se haga una idea, ‘Noche y Día’ es una versión hiperbólica y conscientemente absurda de las películas de James Bond y ‘Misión: Imposible’ (y cintas similares). Esto es, la película sólo puede (y debe) entenderse como una parodia de ese tipo de rocambolescos entretenimientos en los que un tipo increíblemente hábil, fuerte, resistente e ingenioso supera todo tipo de obstáculos, vence a los malos y aún tiene tiempo para un fugaz pero intenso romance.
Lo que se hace aquí (y me temo que esto no se ha entendido, o no se ha querido entender) es exagerar los clichés, esa fórmula que otros se toman tan en serio, y ridiculizarla, ni más ni menos que tomarse a cachondeo al super-espía infalible e irresistible, hasta el punto de llegar a convertirlo, por momentos, en un tipo que parece un desequilibrado, y que en otras circunstancias no dudaríamos de calificar como un psicópata asesino en serie. Por eso funciona tan bien el personaje de Cameron Diaz (en un papel cómico que le viene como anillo al dedo), una mujer que si bien se ve atraída físicamente por los entrenados encantos del agente secreto, no puede evitar querer huir de él, realmente aterrada por la (desmedida) montaña de cadáveres que su héroe protector va dejando a su paso.
Cruise parodiándose a sí mismo
Y ahí encaja a la perfección Tom Cruise. Una de las estrellas de Hollywood más importantes y al mismo tiempo más odiadas del planeta (sin motivos de peso para ello). De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda decir que el hombre está chalado, y como el actor es tan humano como cualquiera de nosotros, con el añadido de que es multimillonario y uno de los rostros más famosos del planeta, comete errores (vale, muchos errores) que salen a la luz pública y que lo único que hacen es servir de carnaza para sus firmes y maliciosos detractores. Todo lo que hace y lo que dice se saca de quicio, y se malinterpreta, dando una visión perjudicial del intérprete. Pero nadie que haya visto sus películas, y esté libre de ridículos prejuicios ni lea esas bazofias llamadas revistas del corazón, puede tachar a Cruise de mal actor o mal profesional.
Cruise está fantástico, lo digo ya. En primer lugar es un acierto rotundo que él interprete a este Roy Miller; por un lado porque, como digo, estamos ya acostumbrados a las excentricidades reales del actor, y por otro, porque él ha sido Ethan Hunt, ha protagonizado tres entregas de ‘Misión: Imposible’, por lo que resulta muy divertido verlo ahora riéndose de sí mismo. Pero más allá de está en su sitio, el actor está estupendo, vuelve a darlo todo, y se mete en la piel de su personaje con naturalidad y convicción. La prueba es que cuando no está saltando, corriendo, peleando o disparando (esas cosas las resuelve con los ojos cerrados), sigue resultando creíble su interpretación, uno ve que sus gestos, sus diálogos, sus silencios y sus miradas encajan con este “terminator humano” que va por ahí protegiendo una pila mágica (y a la chica, que ya tendrá oportunidad de devolverle el favor).
No menos acertados están los secundarios de lujo que se pasean por la pantalla. Mención especial para ese villano tópico de sonrisa fría al que da vida el versátil Peter Sarsgaard, Paul Dano en su ya habitual papel de raro (con algunas frases geniales), Viola Davis como agente del FBI cabreada, o ese bombero de pacotilla encarnado por Marc Blucas. Incluso Jordi Mollá está bien, como patético traficante de armas español que tiene su propio suero de la verdad (lo que sólo le servirá para sentirse insultado) y cree firmemente que en Sevilla se celebra San Fermín (un guiño a la desfachatez del comienzo de ‘Misión Imposible 2’); no entiendo cómo alguien puede tomarse todo esto en serio, incluyendo la famosa persecución en moto por las calles sevillanas y gaditanas, con la chica disparando sentada en el manillar y los toros destrozando coches como si fueran de papel.
Dirigida con brío y estilo por un inteligente James Mangold, con un guión más ingenioso de lo habitual (con un fenomenal uso de la elipsis y el fuera de campo, si bien le sobran conversaciones anodinas), actores competentes y una banda sonora excelente (con temas que evocan historias de espionaje, romances y westerns), uno no entiende del todo cómo se está menospreciando ‘Noche y Día’, y cómo no está siendo el taquillazo que debía ser. Dicen los productores que se equivocaron vendiendo la película; puede ser, desde luego con los carteles no han estado muy acertados, pero quizá la clave es que han llegado tarde, que los tiempos cambian, y han ofrecido al público algo que ya no se lleva. Es una lástima, porque merecía mejor suerte, es un entretenimiento de primera.
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