'El mejor verano de mi vida': así es la comedia bobalicona que triunfa en los cines españoles

'El mejor verano de mi vida': así es la comedia bobalicona que triunfa en los cines españoles

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'El mejor verano de mi vida': así es la comedia bobalicona que triunfa en los cines españoles

La fórmula del éxito, a veces, viene dada. No hace falta imaginación, ni tan siquiera un ojo comercial envidiable: basta con copiar del compañero del pupitre de al lado. Coge un taquillazo protagonizado por cómicos populares de países vecinos. Uno, si puede ser, que juegue con ciertos clichés nacionales. Adapta los tópicos a tu cultura y sustituye a los actores por personajes populares en tu atmósfera mediática. Y ¡zas! Éxito a la vista.

Puede no funcionar, pero a ‘El mejor verano de mi vida’ le ha ido como un tiro: tras 3 semanas de exhibición ya supera con facilidad los 3 millones de euros recaudados y los 500.000 espectadores. Viéndoselas con películas de target semejante y muchísima más promoción como 'Mamma Mia! Una y otra vez' y 'Hotel Transilvania 3', no es poca hazaña.

El otro modelo de Hollywood: versionar éxitos extranjeros

De hecho, 'El verano de mi vida' se ha convertido en la tercera más taquillera de julio y en una de las películas españolas más vistas de lo que llevamos de año. Y sí: es un remake de la italiana 'Sole a catinelle' escrita y protagonizada por el cómico y actor Checco Zalone.

También le funcionó a Santiago Segura cuando dirigió 'Sin rodeos', remake de la chilena 'Sin filtros': casi 5 millones de euros recaudados y más 700.000 espectadores en marzo. Más de lo mismo con Álex de la Iglesia y 'Perfectos desconocidos'. Un remake de la comedia italiana 'Perfetti sconosciuti' con la que el realizador se apuntó el tanto de conseguir más de un millón de espectadores, y una recaudación de 6 millones de euros.

Ni que decir sobre cómo le fue a Emilio Martínez-Lázaro con 'Ocho apellidos vascos' tras españolizar, en lo esencial, la propuesta de la francesa 'Bienvenidos al norte'. Esta vez, el encargado de apuntarse el tanto ha sido Dani de la Orden, un realizador solvente que ya asaltó la taquilla con 'Barcelona nit d’estiu', su secuela y ‘El pregón’.

El cómico Leonardo González Feliz, más conocido como Leo Harlem, protagoniza 'El mejor verano de mi vida', que no deja de ser una comedia bienintencionada, ingenua y totalmente inocua pensada para toda la familia en época estival.

Infantilizar la miseria

Al contrario de lo que podría parecer, 'El mejor verano de mi vida' no narra una historia propia de una comedia familiar al uso, menos de corte hollywoodiense. Bien podría haberse convertido en un drama social de carácter moralista, pues el sustrato sobre el que se erige no deja de ser triste y turbio.

Leo Harlem es Curro, un padre de familia que tras sacarse empresariales en diez años, se pasó otros tantos limpiando los retretes de los bancos que soñaba con dirigir. Mientras su hijo Nico crecía, él quiso progresar y se creyó totalmente el cuento del buen emprendedor: se convirtió en un vendedor de robots de cocina, compró una casa más grande, una tele más grande y una nevera más grande. Pidió créditos y se endeudó hasta las cejas.

Con el tiempo vio como le embargaban todo lo que había comprado y desahuciaban a su familia de su nuevo piso. Su mujer decidió irse a vivir con sus padres, llevándose a su hijo con él. Un día, Curro le promete a Nico que si saca todo sobresalientes en el colegio, le llevará a vivir unas vacaciones de verano increíbles. Cuando el niño cumple con su parte, el padre se ve obligado a improvisar un viaje que no sabe muy bien dónde les va a llevar, sin un duro en la cartera pero con una voluntad de hierro.

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Leo Harlem interpreta a un pobre desgraciado "muy español y mucho español". Una caricatura del cuñado bonachón que bien podría haber interpretado Paco Martínez Soria hace cincuenta años, bajo las órdenes del Mariano Ozores de 'El calzonazos' o el Pedro Lazaga de 'El padre de la criatura'. Interpretación que, no obstante, pasa por echar kilos de buen rollo y absurda jovialidad sobre la miseria y el drama social consustancial a la situación de la clase obrera patria más golpeada por la crisis.

La estrategia para infantilizar las penurias pasa por delegar la voz narrativa en la mirada de un niño de 9 años, que no atisba la terrible realidad detrás de tener que robar gasolina para ir de viaje con su padre, o hacer un "sinpa" después de un desayuno en un restaurante.

Así, 'El mejor verano de mi vida' viste de jolgorio para todos los públicos lo que no deja de ser una sátira que, aunque algo arcaica en sus formas, apela tanto al adulto que conecta con las ansias de prosperidad de Curro, como al chaval que se ve reflejado en Nico (esforzadamente interpretado por Alejandro Serrano), un hijo obligado a comprender a su padre.

'El mejor verano de mi vida': comedia anodina y sin pretensiones

El mejor verano de mi vida

Sea o no discutible el discurso que sostiene 'El mejor verano de mi vida', la labor de Dani de la Orden se nos presenta tan pulcra que es difícil acometer contra ella. El cineasta sabe equilibrar bien lo que dice con cómo lo dice, invisibilizando su mano en las situaciones distentidas y cómicas, para aportar oficio cuando el tono transita el melodrama o el lenguaje del videoclip, requeridos de cierto tacto para no parecer burdas.

Su visión se aclimata al tono de película veraniega de pocas pretensiones, cercano en ocasiones a la planicie de una comedia televisiva al uso. Sensación que acentúan las desganadas interpretaciones de sospechosos habituales como Berto Romero, Silvia Abril o Arturo Valls.

Leo Harlem, en cambio, se esfuerza al máximo en su papel de padre desastre. Tontorrón de buen corazón que por momentos salva las flaquezas de un guion inocuo y sin garra. Momentos de inspiración, en cualquier caso, breves: 'El mejor verano de mi vida' salva las tablas como entretenimiento familiar pero deja mucho que desear como comedia a la altura de las circunstancias de las que pretende reírse.

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