En uno de los films más divertidos de Woody Allen, ‘Un final made in Hollywod’ (‘Hollywood Ending’, 2002), el personaje encarnado por el director mira asombrado su propia obra tras una serie de inconvenientes durante el rodaje, y exclama: “¡Esto parece la obra de un ciego!”. Eso mismo me ha parecido ‘María (y los demás)’, la ópera prima de Nely Reguera, la cual puede tomarse como un muestrario de dónde no debe colocarse jamás la cámara, entre otras cosas.
Apoyada en un libreto escrito nada menos que por cuatro guionistas, Reguera nos habla de un personaje llamado María, al que da vida Bárbara Lennie, sencillamente la mejor actriz de su generación —y de alguna más—. La actriz madrileña pone toda la carne en el asador, alzándose sin esfuerzo alguno como lo mejor de una película que no funciona a ningún nivel. Tanto que a ratos parece una clase de interpretación con Lennie luciéndose en cada plano.
Impresionante Lennie
La que fue ayudante de dirección en la estupenda ‘El perfume’ (‘The Perfum’, Tom Tykwer, 2006) —imagino que cuando alguien trabaja al lado de alguien como Tykwer, se preocupa por aprender algo— parece utilizar como alter ego a María (Lennie) para hablar, en mayor o menor medida, de sí misma. María es una mujer de 35 años que se encuentra en un punto casi catártico de su vida cuando descubre que su admirado padre se ha echado novia. Todo el mundo a su alrededor parece girar a velocidad distinta a la que ella lo hace.
El primer plano del film es el personaje central oculto tras una rama de un árbol. Está fumando. Poco a poco, iremos descubriendo qué hay en su interior, cómo es. Pero no lo sabremos gracias al guion, que nunca termina de definirse, tampoco en la puesta en escena, que adolece de un montaje caótico, falta de continuidad y travellings absurdos. Lo sabemos gracias a que Lennie ha entendido el personaje —evidentemente el mejor dibujado— y exterioriza de forma muy natural sus pensamientos.
Así, secuencias tan arriesgadas como aquellas en las que María fantasea con cómo podría ser recibido su libro, son salvadas por el trabajo de la actriz, capaz de hacer creíble cualquier estado de ánimo y viraje emocional. Lennie controla con envidiable precisión cada cambio de humor de su personaje, cada mirada, cada gesto. El espectador, sobre todo el de cierta edad, sabe perfectamente qué está pensando María. La empatía depende de la experiencia de cada uno.
Todo desaprovechado
Sin duda Reguera habla de la unidad familiar, de cómo nos relacionamos con los considerados nuestros y de cómo nos define esa relación. Claro que no tiene en cuenta que tu padre, madre, hermano o hijo, no tienen por qué conocerte realmente, ni siquiera lo más mínimo. Evidentemente en ese punto no ahonda el film. Intuimos lo importante que es el padre de María para ella, y lo sabemos gracias a la compenetración entre José Ángel Egido y Bárbara Lennie, que ya habían coincidido en aquel despropósito televisivo titulado ‘Cuenta atrás’ (2007-2008). Es el trabajo de los actores lo que nos transmite.
Pero incluso el personaje de Egido está mal escrito, o mejor dicho, poco desarrollado y definido, como todos los demás —lo de desaprovechar a una actriz como María Vázquez es imperdonable—, que se mueven aleatoriamente frente a una cámara perdida, con la que además no existe punto de ubicación, ni siquiera en interiores. Por otro lado, que los exteriores hayan sido realizados en A Coruña da exactamente igual. No se aprovecha la climatología gallega como sí se hacía en ‘El desconocido’ (Dani de la Torre, 2015).
Una pena desaprovechar también la antiheroína que puede resultar el personaje central con un film tan endeble. Los films del Pre-Code, los trabajos de Ida Lupino tras las cámaras, Barbara Stanwyck, o la última película de John Ford, son muestras inmortales de ELLAS, en mi memoria están muy presentes. Lo de ‘María (y los demás)’ no es más que un intento en el que la sencillez y la sutileza son confundidas con simpleza, por lo que María (Lennie) se perderá en el olvido.
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