'Madre!', asfixiando a Jennifer Lawrence y al espectador

'Madre!', asfixiando a Jennifer Lawrence y al espectador

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'Madre!', asfixiando a Jennifer Lawrence y al espectador

La indiferencia es quizá el peor sentimiento que puede generar una película, ya que es cierto que seguirá siendo mejor que otros títulos desastrosos, pero a cambio no te aporta absolutamente nada. De hecho, es posible que con el paso del tiempo te olvides completamente de ella y acabas volviendo a caer en su visionado, perdiendo así dos veces el tiempo con una cinta que va a ser poco mejor que estar dos horas mirando a la pared.

Luego están los títulos capaces de fascinar e irritar con gran habilidad, generando un interesante debate a su alrededor. ‘Madre!’, el nuevo trabajo tras las cámaras de Darren Aronofsky, encaja de lleno en esa categoría, siendo capaz incluso de maravillar y horrorizar al mismo tiempo con su apuesta extrema repleta de metáforas que pueden acabar desquiciando a algunos espectadores. Lo que sí es seguro es que se trata de una experiencia tan asfixiante como la que sufre el personaje interpretado por Jennifer Lawrence.

Encerrados

Bardem Lawrence

Uno de los detalles más evidentes del trabajo de puesta en escena de Aronofsky lo encontramos en su abrumadora utilización de los primeros y primerísimos primer planos centrados en Lawrence. Una gran forma de ir marcando primero su desorientación y luego como se va viendo cada vez más superada por las circunstancias, hasta el punto de que solamente se abre el plano sobre ella para mostrar la soledad e indefensión a la que ha de hacer frente por mucho que su marido -eficiente Javier Bardem- esté la mayor parte del tiempo también en casa.

Todo ello también redunda en las sensaciones que se transmiten al espectador, quedando igualmente encerrado en esa sucesión de locuras a las que Aronofsky dota de un componente religioso -solamente el hecho de contratar específicamente a los hermanos en la vida real Domhnall y Brian Gleeson ya refuerza el hecho de buscar un paralelismo con Abel y Caín, pero es apenas un único detalle cuando, como comentaba mi compañero John Tones, se puede ver en ella una lección de teología disfrazada camuflada de tren de la bruja-.

Un descontrol controlado

Escena Madre

La cuestión es que ‘Madre!’ es una película con las ideas muy claras, tanto que Aronofsky no duda en dar el salto al vacío sin red. Eso sí, dando en todo momento la sensación de estar en pleno control de ese descontrol. Es ahí donde el cóctel de géneros y significados acaba jugando tanto a su favor como en su contra. Tan pronto es un drama familiar como una película de terror, pasando por tal cantidad de puntos intermedios que no te queda otra que ir aceptando todo lo que propone si no quieres quedarte fuera.

Y es que al final, la película asfixia aún más al espectador que a su protagonista, ya que padecemos todo por lo que pasa ella pero con un añadido: Lawrence ha de mostrarnos en todo momento que no termina de entender lo que sucede y clava esa sensación, pero en nuestro caso se nos exige más que eso, porque lo que para ella no tiene sentido, para nosotros sí ha de tenerlo. No tiene que ser el mismo para todos -ahí reside parte de su encanto-, pero sí ha de ser algo más.

En ese punto conviene tener en cuenta la enorme cantidad de información que Aronofsky nos va dando, desde los diálogos hasta la geografía de la propia casa, sin olvidarnos de diversos objetos -hasta una cañería tiene su significado oculto- que van apareciendo por ahí. ‘Madre!’ demanda que nuestro cerebro esté al 110% de funcionamiento y pasemos por alto las deficiencias concretas -su tratamiento como relato de terror es mejorable- en beneficio del supuesto bien mayor.

‘Madre!’ es fascinante y desesperante

Imagen Madre

Hay varias formas de reaccionar ante ese reto. Puedes amarla o sentirte estafado, pero en mi caso generó una sensación de confusión de la que no termino claro que haya terminado de recuperarme. Y es que tan pronto me enganchaba como sucedía algo que me echaba fuera, alternándose ambos hechos hasta el punto de llegar a dudar si podría haber también algo de premeditación.

De hecho, ‘Madre!’ me funciona mejor en su lectura más simple que por todo el juego de metáforas de Aronofsky, ya que el excelente trabajo de Lawrence, ofreciendo una interpretación alejada de a lo que nos tiene acostumbrados desde que es una gran estrella, sí que funciona en todo momento como ese hilo conductor que te mantiene sujeto incluso cuando esa tendencia a ciertas soluciones exageradas hace que pienses que sí, que Aronofsky lo ha hecho así aposta, pero no por ello tiene que funcionar. Intenciones y resultados no son lo mismo.

En definitiva, ‘Madre!’ es una película en la que Aronofsky ha podido hacer literalmente lo que le ha dado la gana y se nota mucho que ha disfrutado de esa libertad y no se ha cortado nada en este cóctel de religión, drama, terror y más cosas. Es algo que se debería aplicar a cualquier cinta, pero aquí más que nunca procede lo de verla para valorar por ti mismo, porque me parece impensable poder recomendársela o no a cualquiera. Su mezcla de fascinación y desesperación es así de especial.

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