El nombre de Scott Derrickson va a estar dentro de poco en la boca de infinidad de cinéfilos de todo el planeta por haber sido el director elegido por Marvel para encargarse del salto al cine de las aventuras del Doctor Extraño. Sin embargo, los amantes del cine de terror ya deberían tener su nombre apuntado hace tiempo gracias a su buen hacer en cintas como 'El exorcismo de Emily Rose' ('The Exorcism of Emily Rose', 2005) y, sobre todo, 'Sinister' (2012).
Por ello, tenía esperanzas en que 'Líbranos del mal' ('Deliver us fom Evil', 2014) pudiera ser un poco lo que fue la estupenda 'Expediente Warren: The Conjuring' (James Wan, 2013) para el cine de terror el verano de 2013. Por desgracia, no ha sido el caso, ya que 'Líbranos del mal' ha acabado siendo una decepción pese a los esfuerzos de Derrickson por crear una atmósfera enfermiza y el buen trabajo de sus dos protagonistas.
'Líbranos del mal', rutina con estilo
Nunca he tenido un especial interés por las historias de exorcismos, ya que la práctica totalidad de ellas tienden a contarnos la misma historia de forma muy similar a lo que ya hemos visto en infinidad de ocasiones. No obstante, Derrickson ya había demostrado su pericia para mezclarlo con el cine judicial en 'El exorcismo de Emily Rose' y aquí su apuesta es fusionarlo con el cine de psicópatas. En ambos casos, todo se encamina finalmente hacia la misma linea de meta, pero al menos hay un loable intento por diferenciarse.
Es en esa diferenciación en la que parece interesarse más Derrickson, quien en todo momento quiere retratar a la ciudad de Nueva York como si fuera poco menos que el infierno sobre la Tierra. Sucia, enfermiza y peligrosa, algo que se potencia aún más por la tendencia de su protagonista a aceptar esos casos en los que un pálpito le dice que va a haber más acción, la única forma de satisfacer la necesidad de adrenalina de su compañero -más que aceptable la pareja policial formada por Eric Bana y Joel McHale-.
Derrickson se esfuerza en el plano visual en potenciar esa atmósfera, tanto por los colores dominantes como en la utilización de la densa lluvia artificial o de algunos trucajes visuales que si bien no llegan nunca al nivel de malsano alcanzado en algunas escenas de 'Sinister', sí que le dan un toque singular a 'Líbranos del mal'. Sin embargo, todos esos esfuerzos no terminan de ser del todo efectivos y los anodinos interludios ocasionales con la familia del protagonista tampoco ayudan mucho a mantener ese clima de tensión latente.
El otro gran baluarte es el buen hacer de Bana y Édgar Ramírez. Ninguno de ellos ofrece una interpretación deslumbrante y hay ocasiones en las que tienen que lidiar con unas líneas de diálogo al borde del ridículo, pero defienden sus papeles con sobriedad y hasta sus charlas más banales consiguen resultar interesantes gracias a la química que demuestran en pantalla. Menos convincente es todo cuando aparecen en escena los personajes secundarios, a caballo entre lo rutinario y lo simplemente mediocre.
Por desgracia, todos esos intentos por hacer de 'Líbranos del mal' una estimulante cinta de terror caen en saco roto por culpa del guión escrito por Paul Harris Boardman y el propio Derrickson. Desconozco hasta qué punto habrán tenido que ceñirse al material original, pero se introducen subtramas que nunca alcanzan la intensidad emocional buscada, se recurren a multitud de lugares comunes sin esforzarse en darle giro de tuerca alguno y al final todo se reduce a más de lo mismo, ya que hasta el añadido del asesino en serie se queda en la superficie y bien poco añade finalmente al inevitable exorcismo final.
En definitiva, 'Líbranos del mal' es una película desigual a la que le hubiese venido de perlas menos cháchara rutinaria sobre los problemas de fe, el destino y la eterna lucha entre el bien y el mal para que el poseído por un demonio ganase importancia y se aprovechase mejor los escasos detalles distintivos. Con todo, no llega a resultar aburrida y tiene sus cosas interesantes, pero si queréis ir al cine esta semana, os recomendaría probar antes con la también irregular 'Hércules' (Brett Ratner, 2014).
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