Los superhéroes llevan ya varios años ocupando una posición de privilegio tanto en la pequeña como en la gran pantalla, por lo que es inevitable que surja cierto desgaste en la fórmula tradicional para abordar sus historias. No me entendáis mal, se siguen haciendo tanto series como películas muy disfrutables que giran a su alrededor, pero llega un punto en el que uno casi ansía que alguien proponga algo realmente diferente.
‘Legion’ ha sido la serie que ha respondido a las plegarias de todos aquellos que ya estaban cansados de ver lo que, aunque con muchos matices, podía calificarse como más de lo mismo. Lo ha hecho además bajo la guía de Noah Hawley, el responsable de que la adaptación televisiva de ‘Fargo’ haya sido poco menos que milagrosa, así que todo apuntaba a su favor. El resultado ha sido fascinante, aunque también haya habido espacio para momentos desesperantes.
Un superhéroe muy diferente
Lo más habitual en este tipo de relatos es abordar su primera entrega como una forma de contarnos los orígenes del personaje antes de acabar enfrentándose a uno de sus villanos más emblemáticos, lo cual suele traducirse en que estos últimos quedan un tanto desdibujados. Una fórmula sencilla que sigue demostrando aún hoy su valía, pero que en ‘Legion’ se retuerce hasta tal extremo que todo acaba girando más alrededor de quién es exactamente David Haller y no en el descubrimiento de sus poderes.
Interpretado con una sorprendente eficacia por Dan Stevens -en general todo el reparto cumple con holgura, aunque la que realmente brilla es Aubrey Plaza-, David está internado en un psiquiátrico tras haberle sido diagnosticada una esquizofrenia, lo cual le ha llevado a dudar de sus propios recuerdos. Eso se traduce en que ‘Legion’ ha jugado mucho la carta de la confusión durante su primera temporada, mostrándonos así el estado del protagonista y contagiando a menudo al espectador la sensación de no tener muy claro qué es lo que está pasando exactamente.
Por ello, la percepción juega un papel esencial, ya que estamos saltando constantemente entre realidad y fantasía -en forma de sueño o de los cambiantes recuerdos de David- para ir descubriendo paulatinamente qué es lo que le sucede y a qué enemigo va a tener que hacer frente si no quiere acabar consumido por él. Esto da pie a escenas que desesperarán a aquellos que busquen un entretenimiento más o menos al uso, pues ‘Legion’ nunca quiere ser algo así.
Una propuesta desconcertante
Lo cierto es que la mayoría de los detalles que nos desconciertan en su primera aparición van justificándose después, premiando así al espectador paciente que no quiere que se lo den todo mascado. A cambio hay momentos en los que ‘Legion’ da demasiadas vueltas sobre las mismas ideas, ya que la fórmula tan singular por la que ha apostado Hawley quizá requería de menos episodios para poder exprimirla a fondo en lugar de ir pasando por sucesivas etapas -incluyendo no pocos saltos en el tiempo- que a veces caen en lo redundante.
Eso sí, resultaría un tanto injusto calificarlo como relleno, ya que otro gran acierto de Hawley es que no tiene el más mínimo miedo a la hora de experimentar en el retrato formal del estado de David. Desde el color de las imágenes hasta la música, pasando incluso por la utilización del sonido, se nota un gran trabajo detrás para respaldar hasta los más pequeños matices de su trastorno y de cómo afecta a los demás. La cuestión es, ¿quiere el espectador sentirse así o va a sentirse expulsado por ello?
Además, Hawley también es consciente de que su densa apuesta tiene que dar cierto espacio al espectador, por lo que también se permite la inclusión de cierto humor, a veces más solapado y otras más evidente -excelentes las aportaciones ahí de Jemaine Clement-. Por si fuera poco, no son inclusiones gratuitas para que el cerebro descanse, ya que también tienden a aportar detalles esenciales para el desarrollo de la historia. Todo está muy bien pensado aunque luego haya ciertos problemas de ejecución.
‘Legion’ exige mucho al espectador
Eso nos lleva a que ‘Legion’ es seguramente el relato audiovisual de superhéroes más exigente realizado hasta ahora. No solamente demanda del espectador plena atención -olvidaos aquí de verlo mientras cenáis con vuestra pareja o situaciones similares-, sino que además va retrasando las respuestas que nos da. Es cierto que hay alguna escena de corte puramente expositivo aquí y allá, pero lo más habitual es exigir que nosotros atemos cabos.
Los problemas pueden llegar porque la propia naturaleza de la historia induce a que todo sea confuso, algo que visualmente se presta a juegos más o menos estimulantes, pero que en términos narrativos lleva a varios callejones sin salida por el hecho de que lo que creíamos cierto acaba no siéndolo. Es ahí donde ‘Legion’ se traba por momentos, algo que si unimos a lo que comentaba en el párrafo anterior nos da el caldo de cultivo ideal para que algunos simplemente se cansen de ella.
No obstante, cada episodio logra aportar algo interesante, sea una idea explorada, escenas estimulantes o el simple hecho de mantenerte intrigado en todo momento con una propuesta que une, aunque no sea ni mucho menos una suma perfecta, relato de superhéroe con David Lynch y ciertos toques de ‘Origen’ (‘Inception’), en especial durante su excelente séptimo episodio –solamente el tenebroso homenaje al cine mudo ya compensa todas las pegas surgidas en capítulos previos, pero ojo también a la primera referencia directa al universo X-Men-.
Un desenlace a la altura
Las expectativas siempre cambian cuando llega el final de la historia, por mucho que en el caso de una serie de televisión no deje de ser un punto y seguido. En el caso de ‘Legion’ no falta el épico enfrentamiento entre héroe y villano, pero tanto ahí como en la necesaria sensación de urgencia se opta por enfoques diferentes. De hecho, ¿qué otra serie hubiera dedicado los primeros minutos a aclarar el gran giro del episodio anterior en lugar de seguir adelante con la acción?
Acto seguido llega lo que todo el mundo esperaba y el capítulo se convierte en el más directo de los ocho que ha tenido la primera temporada, pero siempre respetando sus propias reglas y proponiendo soluciones diferentes a las habituales en este tipo de propuestas. Se gana en claridad -es, de lejos, el menos exigente para el espectador, lo cual no debería verse como algo negativo-, pero no se pierde nunca ese tono que ha convertido a ‘Legion’ en una experiencia única.
De hecho, incluso su final -no se os ocurra quitar el episodio cuando lleguen los títulos de crédito, porque hay una sorpresa tras ellos- encaja perfectamente con lo expuesto, dando un giro necesario a los temas ya abordados sin optar por una ruptura brusca. Ese era mi gran miedo, que ‘Legion’ no supiera cómo renovarse –algo que necesariamente tenía que hacer- sin tener que empezar prácticamente de cero. Lo propuesto por Hawley deja claro que tenemos motivos para seguir confiando en él.
En definitiva, la primera temporada de ‘Legion’ ha tenido sus problemas, en parte por una apuesta por lo confuso que simplemente era necesaria pero también por alguna redundancia innecesaria, pero también ha sido una obra sorprendente con multitud de escenas brillantes y en la que todo momento daba la sensación de que tenían la situación controlada. Deseando estoy por ver esa segunda temporada ya confirmada por FX.
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