‘Le Mans ‘66’ es una película que evita uno de los mayores males del cine basado en hechos reales de los últimos tiempos: la sensación de ser poco más que la página de wikipedia del evento o la persona en cuestión puesta en imágenes. Muchas veces parece que los responsables de las películas no van más allá de asumir que lo que sucedió tiene tanta fuerza o importancia que no merece la pena esforzarse en realizar una adaptación con verdadera entidad.
Eso no sucede en ‘Le Mans ‘66’, ya que la histórica rivalidad que alcanzó su punto álgido en esa célebre competición deportiva de 1966 no se construye alrededor de una suma de grandes éxitos de la vida de sus protagonistas. Aquí James Mangold toma un suceso histórico para construir un relato con voz propia apoyado en las excelentes interpretaciones de Christian Bale y Matt Damon.
Sin prisa pero sin pausa
Seguro que muchos espectadores sentirán pereza cuando descubran que ‘Le Mans ‘66’ dura más de dos horas y media. A priori puede parecer un exceso en los tiempos que corren, donde este tipo de producciones rara vez llega hasta ese metraje, pero en el caso que nos ocupa es una mera consecuencia de cómo se plantea todo. La película nunca acelera en términos argumentales, pero siempre evoluciona con una naturalidad envidiable que te mantiene enganchado a tu butaca sin darte cuenta del tiempo que ha ido pasando.
Para empezar toca centrarse en los personajes, perfilando de forma impecable las personalidades en la película de Bale y Damon, tanto en lo individual -a priori no podrían ser más distintos- como en esa pasión por los coches y la competición que les une. Puede que ahí la película no sea precisamente sutil con el momento en el que el primero está en plena carrera y el segundo va apuntando para sí mismo lo que hay que hacer en ese momento para ganar, pero funciona de maravilla como uno de los cimientos en los que se asienta su amistad.
Y es que ‘Le Mans ‘66’ es por encima de todo la película sobre la particular amistad que había entre ambos, siendo posible pasar de una patética pero muy realista pelea a brindar con un par de Coca Colas con apenas unos segundos de diferencia entre ambos eventos. Ese componente humano es imprescindible para dar más fondo al relato de lo que parece una misión imposible: derrotar a Ferrari en una competición que lleva ganando varios años seguidos sin apenas dificultad.
Por ello, en el primer acto de la película también tiene un peso notable el peso de Jon Bernthal, quien luego va diluyéndose hasta prácticamente desaparecer en beneficio de asentar a uno de los mandamases de Ford como la principal némesis de los protagonistas. Es una transición que se hace de forma fluida y en la que en todo caso se podría reprochar que ese rol de villano quizá resulta demasiado arquetípico. Funciona bien, sin duda, pero algo menos que el resto.
Estupenda en todos los frentes
De hecho, resulta mucho más apasionante en momentos en los que se ilustra esa pasión de Bale por la conducción con las charlas con su hijo, ya que lo que consigue la película es que los esfuerzos del dúo protagonista se impongan a todas las limitaciones que van surgiendo por el camino. Esto ayuda a implicar al espectador cuando llega la hora de competir, ya que antes se ha conseguido que nos preocupen los personajes y sus sueños. Aunque aquí no se vende tanto la ilusión como la determinación de sus protagonistas. Saben que pueden lograrlo y van a por ello.
Es cierto que quizá el guion de Jason Keller, Jez Butterworth y John-Henry Butterworth podría haber sido más directo en el viaje de Ken Miles (Bale) y Carroll Shelby (Damon), pero esos baches ayudan a dar más profundidad a la película, incidiendo en las dificultades para luchar contra un modelo empresarial que desde entonces no ha dejado de ir a más, y de paso permite que las motivaciones de sus protagonistas se maticen más.
La guinda la pone un inspiradísimo Mangold en las escenas de carreras automovilísticas. Nunca he sentido especial interés por este deporte, pero ‘Le Mans ‘66’ consigue transmitir una serie de emociones que te llevan a estar al borde de la butaca tanto por saber quien va a ganar la carrera como por lo que se perfila como un adelantamiento clave. Disfruté mucho en su momento con la creciente épica que se dibujaba en ‘Rush’, pero aquí es algo más que eso, dejándose de lado la rivalidad para funcionar como el paso lógico en lo que han hecho los protagonistas hasta entonces.
En resumidas cuentas
‘Le Mans ‘66’ es una de las mejores películas de 2019, una cinta que funciona muy bien como película deportiva, pero que se conforma con eso y dota a la historia real que nos cuenta de un relieve emocional que no suele encontrarse en este tipo de propuestas. Incluso se atreve con un final más amargo de lo habitual para dar un gran cierre a la función.
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