Jennifer Lawrence ha tardado muy poco en convertirse en la actriz mejor pagada de Hollywood, y lo mejor para ella es que todo hace pensar que volverá a serlo durante varios años por mucho que ya haya puesto punto y final a su participación en la saga de ‘Los Juegos del Hambre’. Otra cosa que podemos dar por sentada es que seguirá haciendo películas con David O. Russell, un director con el que se siente muy a gusto y al que da prioridad a la hora de elegir sus próximos trabajos.
Juntos ya habían colaborado en la apreciable ‘El Lado Bueno de las Cosas’ (Silver Linings Playbook) y en la discreta ‘La Gran Estafa Americana’ (American Hustle) y ahora vuelve a tocar hablar de su relación profesional porque este viernes 8 de enero se estrena en España ‘Joy’. Es, con diferencia, su colaboración que peor recibimiento crítico ha recibido, algo lógico si tenemos en cuenta que coquetea con el desastre por supeditarlo prácticamente todo al lucimiento de Lawrence.
’Joy’, a por el segundo Oscar de Jennifer Lawrence
Estamos, sin duda, ante la película de David O. Russell que más confía en el talento de Lawrence, ya que ella es la protagonista absoluta de este salto al cine de la historia de Joy Mangano, una estrella de la teletienda americana. Sin embargo, lo que realmente le interesa a la cinta es su capacidad para superar todos los obstáculos que iban surgiendo en su camino, desde su peculiar familia hasta las dificultades para que una gran idea triunfe.
Sobre el papel no suena mal, pero a la hora de la verdad casi todo está diseñado para que Lawrence pueda ganar su segundo Oscar. Esto provoca que el guión muestre un notable desinterés en profundizar en cualquiera de las subtramas que tenía a su disposición –hay varias que podrían haber dado mucho juego, pero nunca se apuesta realmente por ninguna de ellas-, restando así empaque al resto de personajes como algo más que meros comparsas únicamente necesarios para facilitar una mayor cantidad de matices a la interpretación de la joven actriz.
He de reconocer que Lawrence sabe sacar provecho de esto, haciendo además gala de una encomiable contención incluso cuando la situación se prestaba a caer en ciertos excesos posiblemente innecesarios. Sí es cierto que la cosa se le escapa un poco de las manos durante su tramo final, pero es más culpa de cómo está planteado todo desde el guión que de ella, quien hace todo lo que buenamente puede para salvar el enésimo cambio de tono que aquí ya fracasa por completo.
La dispersión de David O. Russell
No me cuesta nada decir que no soy un gran amante del estilo de Russell, un gran aficionado a un equilibrismo tonal que si logra engancharte por completo podría decirse que añade más capas a sus películas, pero a cambio también puede llegar a resultar desesperante a poco que llegue el primer momento con el que simplemente no conectes, ya sea por el cambio más o menos drástico respecto a lo que venía sucediendo o porque simplemente ha parido alguna escena que no funciona.
En el caso de ‘Joy’ es algo que al principio se disimula con relativo acierto, en parte porque no hay cambios que realmente avalen esa –fingida- transgresión que tanto anhela Russell, por lo que opta por ir añadiendo nuevos personajes alrededor de la protagonista para mitigar esa aparente necesidad de no seguir una ruta clara y bien definida.
Aquí surgen los primeros problemas de esa dispersión que tanto mal hizo a ‘La Gran Estafa Americana’, pero que se compensan por la capacidad de Lawrence de equilibrarlo a través de su actuación. Por desgracia, mi interés hacia lo que iba sucediendo era proporcional a la falta de ganas de Russell en ahondar en cualquier frente, por lo que al final todo quedaba reducido a instante más o menos inspirados que carecían de la debida continuidad.
Flirteando con el desastre
Sin embargo, lo que me resultó más irritante es que ‘Joy’ transmite la sensación de creer estar contándonos algo casi trascendental, pero lo hace desde una superficialidad que va resultando más molesta según avanza el metraje. El punto de no retorno llega con la oportunidad de presentar su producto en la teletienda, un momento vital en la vida de la protagonista que acaba siendo poco más que otra dificultad que ha de superar.
Lo peor de todo es que ‘Joy’ me puso el caramelo en la boca para quitármelo de inmediato y darme un doloroso sopapo, y es que al final todo queda nuevamente reducido a la lucidez de Lawrence para intentar convertir en oro algo que en realidad está siendo presentado con cierta desgana en lo referente al contenido –en lo formal sí que Russell demuestra interés en dar un toque estilizado a la película, pero sin llegar nunca a resultar apasionante en este apartado-.
Eso fue desgastando mi paciencia e impidió que realmente pudiera disfrutar con prácticamente cualquier cosa que no fuera la actuación de Lawrence. Ojo, no voy a decir que Bradley Cooper, Robert De Niro, Isabella Rossellini, Édgar Ramírez, Diane Ladd o Virginia Madsen lo hagan mal, pero sí que la película los desaprovecha de una forma dolorosa al no llegar nunca a darles algo que hacer más allá de su función de complementos.
En definitiva, ‘Joy’ es un discreto biopic –bastante inferior al otro y notable título de similares características ya estrenado en España que aspira a hacerse un hueco en los próximos Oscar- cuya apuesta provoca la constante sensación de estar flirteando con el desastre por abordar con tanta pereza todo lo que no sea el lucimiento de su musa. Luego es verdad que ella lo hace muy bien, lo cual evita el hundimiento de la película, pero Jennifer Lawrence no es suficiente para que merezca la pena recomendarla.
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