El duro batacazo de 'Golpe en la pequeña China' ('Big Trouble in Little China', 1986) tuvo dos grandes consecuencias. Primero, significó la desconfianza absoluta de los grandes estudios hacia Carpenter por considerarle veneno para la taquilla, y de Carpenter hacia los estudios por no perdonar un error después de algunos grandes éxitos. Segundo, el regreso a unos presupuestos irrisorios y a unos materiales narrativos mucho más humildes y artesanales. Como resultado nació 'El príncipe de las tinieblas' ('Prince of Darkness', 1987), segunda película de la apócrifa Trilogía del Apocalipsis (la primera es 'La cosa' ('The Thing', 1982), con la que guarda algunos parecidos temáticos y estructurales), y que a Carpenter se le ocurrió mientras investigaba física teórica y y teoría atómica, con la idea de jugar con el concepto del mal absoluto y de la materia y la antimateria, inspirándose en el serial de Bernard Quatermass. De hecho, firmaría el guión como Martin Quatermass.
Desde su estreno, 'El príncipe de las tinieblas' ha sido una de las películas más infravaloradas de Carpenter, cuando no de las más destrozadas por crítica y público, algo que no me parece del todo justo. No voy a defenderla, ni mucho menos, como una de sus mejores películas, porque no lo es. Pero tampoco es un desastre absoluto. De hecho, posee al menos un ramillete de imágenes realmente fascinantes, un ritmo sostenido perfecto y un crescendo y climax final más que notables. Sí es cierto que se echa en falta mayor rigor tanto en el dibujo de los caracteres como en el casting que da vida a esos personajes, y que la forma de narrar de Carpenter quedaba rápidamente en desuso por un cine cada vez más industrial y efectista, pero no por ello esta película es en absoluto desdeñable. Carpenter, que contaba solamente treinta y nueve años, empezaba a darse cuenta de que la sutilidad, la magnífica creación de atmósferas, o la necesaria suspensión de incredulidad, quedaban obsoletas, en favor de un cine mucho más vistoso técnicamente y mucho más epidérmico narrativamente.
De alguna forma, esta película parece la hermana menor, mucho más seria y oscura, de 'Golpe en la pequeña China', a lo que contribuye la presencia en ambas de Dennis Dun, que en la anterior película era el héroe amigo de Jack, y de Victor Wong, el anciano místico aquí reconvertido en profesor de universidad, que acababa de llegar del rodaje de 'El último emperador' ('The Last Emperor', Bernardo Bertolucci, 1987) y de pelearse con Bertolucci por supuestas inexactitudes históricas. El diseño de producción corrió a cargo de Daniel A. Lomino, quien ya había trabajado a las órdenes de Carpenter en 'Starman' (id, 1984) o 'Christine' (id, 1983), y el director de fotografía fue por primera vez Gary B. Kibbe, que a partir de esta película se convertiría en uno de los colaboradores fijos de Carpenter. El mismo Carpenter y su socio Alan Howarth escribieron la música. Estamos en un filme cien por cien Carpenter, al que solo se echa en falta un poco más de ingenio en el guión y un reparto más interesante, pero teniendo en cuenta los tres millones de la época que costó, no está del todo mal.
Estudiantes de metafísica contra Satán
El argumento de esta película busca una sencillez extrema y una concisión de tiempo y lugar, no solamente para abaratar costes, también para provocar la mayor angustia e inquietud posibles, cosa que logra. Un anciano sacerdote muere en su cama, con un pequeño cofre sobre su regazo. Otro sacerdote sin nombre (interpretado por Donal Pleasence, en su tercera colaboración con Carpenter), temiendo lo peor, averigua el secreto que esconde ese cofre: que ese sacerdote muerto era el guardián de una cripta secreta en la que se esconde un cilindro que contiene una materia que podría ser el mal absoluto. Le pide ayuda al profesor Birack (Wong) y a su grupo de alumnos para averiguar si es peligroso y para probar científicamente la existencia del mal. Pero algunos mendigos que rodean la cripta se irán volviendo como zombis dispuestos a que el grupo fracase, y la materia líquida del cilindro terminará introduciéndose en un alumno, transformándole y controlándole, y extendiéndose rápidamente a todos ellos, lo que recuerda al sistemático aniquilamiento del alienígena en 'La cosa'.
Esto es más o menos el argumento. Una vez más, un grupo reducido de personas atrapada en el interior del edificio, con una misión que puede evitar la destrucción del mundo, rodeados de una amenaza terrible y que poco a poco van sucumbiendo a aquello contra lo que luchan. Es notable el mal rollo que dan los mendigos-zombis del exterior (comandados por el grimoso personaje interpretado por el mismísimo Alice Cooper). Pero mucho más notable es el sueño que todos los personajes comienzan a compartir, una de las imágenes más hipnóticas de la película: filmada cámara en mano, y en formato vídeo, la aparición en la puerta de la iglesia de una enorme figura negra que quizá sea el Príncipe de las Tinieblas, mientras una voz dice "esto no es un sueño". También me parece fascinante, casi surrealista, todo lo relativo al espejo por el que Satán intenta acceder a este mundo, cuyo interior, la otra dimensión, es como un contenedor de agua. Espejo que será el protagonista del bestial clímax final, que estoy seguro se le quedará grabado en la retina a más de uno.
Pocas cosas buenas se pueden decir del reparto, más allá de que cumple con más o menos eficacia. Pero otorgar el protagonismo emocional al enamorado Brian Marsh, interpretado por el sosainas de Jameson Parker, es un error, como un error de casting es la chica de la que está enamorado, la insulsa Lisa Blount (que por cierto, moría sorpresivamente en 2010 con 53 años). Otros caracteres secundarios carecen del empaque moral y de la complicidad con las que Carpenter ha sabido dotar a sus grupos de personas en peligro. Simplemente están para ser masacrados, poseídos o aterrorizados. Sin embargo, la luz y la atmósfera son realmente buenas, así como un ritmazo que no decae en ningún momento y que nos acerca rápidamente a la impredecible conclusión del relato. Una conclusión que no será absoluta, pues los últimos minutos de la película, aunque estén protagonizados por Jameson Parker, propondrán una ambiguedad y un más que probable retorno al principio, con un nuevo espejo desde el que el mal pueda volver a acceder a este mundo. Un final realmente escalofriante que cierra bastante bien una película entretenida y defendible.
Conclusiones
Algunos críticos americanos dijeron que esta película "apestaba", o que habría que tirarla al mar para que nadie la viera. Me parece una barbaridad. Sí se puede esperar bastante más de Carpenter, que se puso el listón algo bajo en esta ocasión. Lo que más duele es comprobar la bestial lógica de la industria, que consideró a esta película un nuevo fracaso. Pero, si tu negocio te cuesta tres millones de dólares y te hace ganar catorce (como fue el caso de 'El príncipe de las tinieblas'), ¿no lo considerarías un gran éxito? Algunos no. Así, la siguiente película de Carpenter también se haría con un presupuesto muy bajo, pero los resultados serían mucho más importantes que los de esta.
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