Dentro de la vorágine que asola Hollywood por seguir exprimiendo historias que ya se habían contado no sólo hay remakes o reboots, sino que, de cuando en cuando, nos llega la adaptación de alguna serie de televisión (hubiese añadido un ‘de éxito’, pero me he acordado de ‘Serenity’) para intentar reverdecer viejos laureles. Sin embargo, esta veta no está logrando ser especialmente exitosa, ya que, por poner dos ejemplos más o menos recientes, ni la divertida versión cinematográfica de ‘El equipo A’, ni la de ‘Corrupción en Miami’ estuvieron a la altura de las expectativas económicas que tenían sus productoras, pero eso no ha impedido que se siga echando la mirada a series del pasado en lugar de intentar encontrar ideas nuevas. Imagino que será más fácil vender un guión basado en algo que ya tuvo éxito, en fin.
Esta semana se da la curiosa casualidad de que nos llega ‘Infiltrados en clase’ (‘21 jump street’), adaptación de ‘Jóvenes policías’, la obra televisiva que catapultó a la fama a Johnny Depp, el cual estrena simultáneamente una bastante discreta adaptación de ‘Dark Shadows’, una serie de los años 60 creada por Dan Curtis que ha dirigido su inseparable Tim Burton. No obstante, ahora lo que toca no es hablar de ‘Sombras Tenebrosas’, sino de ‘Infiltrados en clase’, una comedia en la que un dúo de policías novatos ha de hacerse pasar por estudiantes en su antiguo instituto para intentar acabar con una banda que trafica con droga en el mismo. Premisa no especialmente estimulante para lo que ha resultado ser una sorpresa positiva.
Lo primero que deja claro la película es que los tiempos han cambiado y ahora una premisa como ésta es prácticamente imposible tomársela en serio. Además, el guión de Michael Bacall y Jonah Hill es consciente de que es en su base donde hay más elementos para empezar a cuestionar lo que estamos viendo, y por ello en menos de 10 minutos ya ventila los aspectos más conflictivos: El pasado en el instituto de los personajes, el surgimiento de su amistad en la academia de policía (extenderse aquí hubiera sido un error fatal) y la pifia de uno de ellos que acaba condenándolos a tener que aceptar una misión tan particular como la que se nos cuenta en ‘Infiltrados en clase’. Esa agilidad es muy de agradecer, y también el hecho de que, técnicamente, la película respete la continuidad de la serie de televisión. Son detalles que muchas cintas de estilo similar descuidan, por lo que he creído conveniente resaltarlo. Por lo demás, Hill y Bacall saben estirar lo cómico de las situaciones a las que han de enfrentarse los protagonistas sin que la amenaza de la banda de la droga acabe siendo una tontería sin credibilidad. Sí que la parte dramática carece de intensidad (aunque las escenas de acción sean bastante correctas), pero es que tampoco pretenden que la tenga. Eso sí, un fallo importante es alargar la película más de lo necesario, ya que una producción de estas características rara vez debería ir más allá de los 90 minutos de metraje, pero que las películas duren de más es uno de los grandes males de nuestros tiempos.
Los encargados de poner orden en todo esto son Phillip Lord y Chris Miller, a los cuales debemos esa simpática cinta animada titulada ‘Lluvia de albóndigas’, los cuales han optado por una producción de perfil más bajo que la de otros compañeros suyos (Brad Bird o Andrew Stanton), quizá conscientes de que no son carne de blockbusters. Quizá por ello tampoco aporten gran cosa al resultado genial, porque ‘Infiltrados en clase’ es, guste o no, una película dependiente de su guión. Lord y Miller tienen que centrarse en mantener un tono ágil que haga más llevadero los momentos de pausa que hay en la trama e intentar explotar al máximo las posibilidades cómicas que ya están presentes en el libreto, y la verdad es que hacen un buen trabajo, porque si solo podría usarse una palabra para definir la película esa debería ser la de entretenida.
Sería muy sencillo calificar de extraña pareja a la formada por Jonah Hill y Channing Tatum, pero siempre asociaré eso a un dúo talentoso y que se compenetre perfectamente por culpa de la película protagonizada por Jack Lemmon y Walter Matthau, por lo que creo que es más adecuado decir que es una pareja desigual. Es cierto que físicamente sí cuadran perfectamente en el contrapunto de empollón/popular en su etapa de instituto, pero la diferencia de talento es palpable: Hill lo tiene y Tatum hasta ahora sólo ha demostrado ser capaz de aportar cierta presencia, algo en lo que reincide en esta ocasión, aunque sin llegar a ser una molestia. Por su parte, el elenco de actores de instituto presenta ciertos problemas de credibilidad por el tema edad (vale que haya gente que aparente tener menos años, pero no cuadra bien en esta ocasión), pero Brie Larson lo sabe compensar siendo parcialmente encantadora y Dave Franco (sí, el hermano del protagonista de ’127 horas’) es agradable como desastroso traficante. Por lo demás, algunas apariciones breves bastante simpáticas como las de Ellie Kemper (esa chica tiene un don para la comedia y para ser adorable) o Nick Offerman, aunque la mejor es una que tiene lugar hacia el final del relato.
En definitiva, ‘Infiltrados en clase’ es una comedia más entretenida que divertida (aunque también tiene algún puntazo aquí y allá) que es consciente de las limitaciones del material de partida y no tiene problemas en añadir ciertos aspectos de autoparodia. Además, Jonah Hill sigue demostrando su habilidad para la comedia y consigue que la presencia del anodino Channing Tatum no resulte demasiado molesta, mientras que el resto del reparto tienen la suerte de no contar con personajes insoportables, lo que hace bastante más llevadero el asunto. Y es que uno no sólo ha de aspirar a alimentar su hambre cinéfila con obras maestras (que son muy muy escasas), sino que también ha de saber disfrutar con un agradable pasatiempo como éste.
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