'Good Kill', espías desde el cielo

'Good Kill', espías desde el cielo

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'Good Kill', espías desde el cielo

Hace nada llegó a nuestras pantallas ‘Espías desde el cielo’ (‘Eye in the Sky’, Gavin Hood, 2015), un thriller bélico recibido con los brazos abiertos y muy buenas críticas. Los cada vez más usados drones como herramienta bélica sin precedentes, en la sociedad post 11-S, forma parte de su premisa, la misma que hace dos años utilizaba ‘Good Kill’ (Andrew Niccol, 2014), recibida con triunfo en el festival de Venecia de aquel año, ausente en nuestras pantallas.

A diferencia del film de Hood, el de Niccol jamás abandona el punto de vista del personaje central. Se trata de un mayor que pilota un dron con el que se realizan misiones de limpieza terrorista, salvaguardando así el maravilloso mundo estadounidense, protector de la justicia mundial y paladín de la verdad absoluta. Con el rostro de Ethan Hawke, el director, también autor del libreto, incide sobre algunos aspectos muy reconocibles en su filmografía.

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Mirar sin ver

Tanto en sus films como director —sobre todo ‘Gattaca’ (íd., 1997), probablemente su mejor obra—, como aquellos en los que sólo ha participado como guionista, caso de la memorable ‘El show de Truman’ (‘The Truman Show’, Peter Weir’, 1998) —la demostración palpable de que Niccol es mejor escritor que director—, existe una clara tendencia a hablar de la cada vez más controlada sociedad, de utilizarla como instrumento moralizador, protegiendo únicamente a las altas esferas, ese denominado poder invisible que gobierna nuestras vidas a su antojo.

Un control y un poder que son utilizados vilmente delante de nuestros propios, y limitados, ojos, obligándonos incluso a mirar hacia donde ellos quieren. Esto es lo más interesante de un film como ‘Good Kill’, que básicamente no trata de posicionarnos ideológicamente, tal vez porque sabe que colgar una etiqueta es uno de los actos más peligrosos de cara a la nada pensante sociedad, lobotomizada a base de miles de vacías distracciones.

Un acierto el conservar siempre el punto de vista de Thomas (Hawke), primero porque el film es sobre todo el retrato de un hombre que ama pilotar un caza, y tiene que verse relegado a un puesto lejos de su soñado cielo, vestido igualmente como si fuese un piloto y manejando un artefacto que parece un videojuego; segundo porque secuencias en las que tiene que obedecer órdenes de “más arriba”, éstas sencillamente son “mostradas” por una voz al otro lado de la línea telefónica. El poder que realmente reina es “invisible” y no se le cuestiona.

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La triste realidad a través de una pantalla

Ese estupendo fuera de campo, uno de los mejores puntos de la película, sirve también para enfocar esa mirada perdida de Thomas en el jardín de su casa, sabiendo que él es testigo de las vidas de la gente a la que vigila desde tantos km. de altura, y que en estos tiempos él podría ser uno de ellos. El ensimismamiento de Thomas, su tortura interior, está muy bien matizado por un Ethan Hawke espléndido. El joven poeta muerto demuestra, con el paso de los años, ser cada vez mejor actor, y sus trabajos a las órdenes de Niccol se encuentran entre sus mejores interpretaciones.

‘Good Kill’ fracasa en otros puntos, más convencionales si se quiere decir; por ejemplo, la relación de Thomas con su esposa —interpretada por January Jones— camina por senderos bastante trillados, y aquí poco trabajados, aunque en el film llega a verse una de las declaraciones de amor más sensatas jamás vistas. Una en la que se evita el sempiterno “lo dejo todo por ti” por el más coherente “quiero seguir lo que siempre fui, para poder amarte”.

Niccol no carga las tintas, enfrenta tres espacios diferentes: los lugares que siempre vemos a través de la pantalla —y en el que siempre hay tiempo para hacer justicia, una leve concesión—, la estrecha habitación desde la que los pilotos de drones realizan sus misiones, y el mundo exterior (real), el hogar, que se sitúa en una ciudad tan falsa como Las Vegas. La seguridad es el postureo y el disfraz, la realidad la mismísima muerte.

Good Kill, Niccol.

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