El FKM, Festival de Cinema Fantástico da Coruña concluyó el día de ayer con la famosa Zombiewalk. La última proyección cinematográfica fue la de ‘2000 maníacos’ (‘Two Thousand Maniacs’, 1964) en el homenaje dedicado a Herschell Gordon Lewis. Ni punto de comparación con ‘Blood Feast’ (1963), a no ser el gusto por la hemogoblina a raudales que ambas tienen. Pero el guion —si se le puede llamar así— está un poco más trabajado, al menos lo absurdo ya no tiene lugar.
‘2000 maníacos’ es considerada una película imprescindible por muchos cineastas que claramente se inspiraron en ella para componer más sinfonías de horror. Un horror que se aleja de lo fantástico y hurga en lo cotidiano y en las raíces de un país que muy pronto cometería uno de sus grandes errores: participar en la Guerra de Vietnam. Gordon Lewis ofrecía otro de sus relatos “divertidos”, esta vez cogiendo como referencia un clásico musical, concretamente ‘Brigadoon’ (íd., Vincente Minnelli, 1954).
En el famoso musical —para el que suscribe uno de los mejores de aquella época, también una de las mejores películas de su director— un pueblecito fantasma aparecía cada cien años a los ojos del resto del mundo. Hasta allí llegaba Gene Kelly, les enseñaba a bailar, a cantar, y por supuesto se enamoraba. Todo muy bonito. Además estaba Cyd Charisse, las mejores piernas de la historia del cine. En ‘2000 maníacos’ está Connie Mason, que fue chica Playboy.
El fatídico detour (desvío)
En una zona del sur de los Estados Unidos, dos coches son desviados hacia un pueblo llamado Pleasent Valley, el cual no hará honor a su plácido nombre. Allí se celebra el centenario de un hecho ocurrido durante la Guerra Civil, y los nuevos son los invitados de excepción del evento. Lo que parece serán tres días de diversión, alcohol, sexo y música, será al final tal, pero con un concepto diferente de la palabra “diversión”. Uno a uno, los seis forasteros empiezan a ser asesinados de la forma más cruel posible.
Una celebración que realmente funciona a modo de venganza del pueblo, arrasado por completo por los yanquis cerca del final de la guerra. El tono, que mezcla comedia y horror produce en el espectador una incomodidad que debe recibirse con los brazos abiertos. Es uno de los puntos fuertes del film, y que ha sido imitado hasta la saciedad. ¿Cuántas películas tienen el argumento de grupo de jóvenes que se desvían a un lugar desconocido y allí conocen las “manías” de los lugareños?
Desde ‘La matanza de Texas’ (‘The Texas Chainsaw Massacre’, Tobe Hooper, 1974) hasta ‘La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos’ (Antonio Blanco, Ricardo Llovo, 1993) y mucho más allá/acá. Todos esos films no existirían de no ser por ‘2000 maníacos’, cuya influencia ha llegado hasta la música. No sólo fue uno de los primeros films gore, también abrió la veda de toda una serie de films que aún a día de hoy siguen haciéndose en diferentes puntos del planeta —¿acaso las dos entregas de ‘Wolf Creek’ no le deben algo al film de Gordon Lewis?—.
Muerte y diversión
De la misma manera que en la saga ‘Saw’ lo único realmente divertido es descubrir la originalidad en la manera de morir de los sufridos protagonistas, aquí ocurre lo mismo, con un aliciente. Los asesinatos son celebraciones públicas. Un barril lleno de clavos enormes, una gran piedra, extremidades atadas a diferentes caballos, son algunas de las formas en las que los paletos sureños celebran su centenario. Los gritos de las víctimas son ahogados por las risas de los que celebran.
Lo delirante de la premisa y lo atrevido de las situaciones, además de los asesinatos en sí, llegan para disfrutar en su justa medida de ‘2000 maníacos’, A un lado queda el pobre dibujo de personajes, salvo quizá por los dos juerguistas sureños, cuyas risas inquietan más que la más perturbadora de las presencias fantasmales. Sólo en el desenlace aparece el tono fantástico. Puede ser visto como una mera excusa, pero lo cierto es que queda perfecto.
‘2000 maníacos’ es la única película de su director de la que jamás se hará un remake. Sus derechos jamás serán ofrecidos para ello. Eso sí, imitaciones —algunas de ellas superior, ya que derivan hacia otros universos— hay incontables. Por ejemplo ‘2001 maníacos’ (‘2001 Maniacs’, Tim Sullivan, 2005) fue un intento de los muchos que hay.
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